EL JUICIO SOBRE EL SÍNDROME TÓXICO

La risa del aceitero

A.G.Enric Salomo se mostró ayer más distendido que el día anterior en el juicio de la colza. Incluso llegó a reírse.

A las cuatro y media de la tarde, la letrada Doris Benegas le interrogaba pacientemente, y una vez tras otra el aceitero de Reus respondía inevitablemente que no recordaba. "No me recuerdo", decía.

La abogada reaccionó por fin, pero sin alterarse: "Señor Salomó, ¿sabe usted que la enfermedad del síndrome tóxico ha causado pérdidas de memoria?" "No lo sé", respondió impertérrito el aludido. "Se lo ,digo", explicó entonces Doris Benegas, "porque usted cuenta que prob...

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A.G.Enric Salomo se mostró ayer más distendido que el día anterior en el juicio de la colza. Incluso llegó a reírse.

A las cuatro y media de la tarde, la letrada Doris Benegas le interrogaba pacientemente, y una vez tras otra el aceitero de Reus respondía inevitablemente que no recordaba. "No me recuerdo", decía.

La abogada reaccionó por fin, pero sin alterarse: "Señor Salomó, ¿sabe usted que la enfermedad del síndrome tóxico ha causado pérdidas de memoria?" "No lo sé", respondió impertérrito el aludido. "Se lo ,digo", explicó entonces Doris Benegas, "porque usted cuenta que probaba a veces el aceite, y ahora resulta que no recuerda nada".

. El presidente de la sala, interrumpió veloz a la letrada para reconvenirle con objeto de que no hiciera comentarios. Y a la vez, Salomó rompió en una carcajada que intentaba reprimir malamente.

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Aún necesitó el procesado unos largos segundos para recomponer la figura y volver a enfundarse en el rictus que se esperaba de él.

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