Un solitario

Los amantes no existen: sería el título de una narración que el actor está siempre a punto de empezar. Quiere escribir una historia de amor, y las circunstancias se lo impiden. Quizá la más fuerte sea la de su naturaleza de solitario.Lo que finge el cómico Josef van den Berg en el escenario es un naufragio del que se salva con lo que él llama su familia: unos muñecos sumarios de ventrílocuo -la señora Bruja, el Monedero, la Oruga...- con los que habla, a veces con ingenuidad infantil, a veces con una cierta filosofía -más ingenuidad-; y con la introducción de pequeñas historias. Hace participa...

Los amantes no existen: sería el título de una narración que el actor está siempre a punto de empezar. Quiere escribir una historia de amor, y las circunstancias se lo impiden. Quizá la más fuerte sea la de su naturaleza de solitario.Lo que finge el cómico Josef van den Berg en el escenario es un naufragio del que se salva con lo que él llama su familia: unos muñecos sumarios de ventrílocuo -la señora Bruja, el Monedero, la Oruga...- con los que habla, a veces con ingenuidad infantil, a veces con una cierta filosofía -más ingenuidad-; y con la introducción de pequeñas historias. Hace participar al público, real o fingido: quién ha de traducirle (del francés), quiénes tiran de una soga, quién le presta un bolso...

Con menos tiempo de actuación, pasaría por un actor humorista y tierno; con poco más de hora y media, entorpecidas además por la traducción, produce más cansancio que beneficio.

No obstante, el público se prestó a las participaciones y aplaudió al actor solitario.