Tribuna:

Juan Antonio Bardem, el héroe positivo

Políticamente, lo que caracterizaba el cine de Juan Antonio Bardem era la coherencia. Su mensaje conectaba con las aspi raciones de la vanguardia crítica del país, al tiempo que su forma de hacer cine representaba la vanguardia, formal.El cine de Bardem no se limitaba a aprehender la realidad desde una subjetividad crítica, sino que había en él una propuesta al receptor para que fuera más allá.

No sólo había denuncia o testimonio, sino también una intención movilizadora, en un momento determinado de la película encarnada en.el comportamiento del ...

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Políticamente, lo que caracterizaba el cine de Juan Antonio Bardem era la coherencia. Su mensaje conectaba con las aspi raciones de la vanguardia crítica del país, al tiempo que su forma de hacer cine representaba la vanguardia, formal.El cine de Bardem no se limitaba a aprehender la realidad desde una subjetividad crítica, sino que había en él una propuesta al receptor para que fuera más allá.

No sólo había denuncia o testimonio, sino también una intención movilizadora, en un momento determinado de la película encarnada en.el comportamiento del héroe positivo (Muerte de un ciclista) o en el discurso aleccionaor de un personaje marginal (La venganza).

Perpleja aceptación

Si hay una película de Bardem en la que mejor integrados están los materiales ideológicos, sin duda es Calle Mayor. "Procure usted que en las novelas las ideas se le noten inenos", aconsejaba Engels a la señora Kautsky, y en Calle Mayor las ideas, el mensaje político, estaban perfectamente trabados con la urdimbre general del cesto, no implicaban una violencia expresiva.

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Es más, si los incondicionales de Bardem se sintieron movilizados alguna vez por Muerte de un ciclista o pór La venganza o Sonatas, asistieron a la proyección de Calle Mayor desde una respetuosa aceptación, pero no exenta de perplejidad.

La víctima social, la señorita provinciana, no es sólo una perdedora condicionada por la moral coyuntural franquista, es una víctima de la cultura de la insolidaridad, de verdades y mentiras convencionales que excedían la peripecia franquista. Que, quizá, hoy sigan paseando arriba y abajo de nuestras calles mayores.

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