Tribuna:LA DISTRIBUCIÓN DE FRUTAS Y VERDURAS EN MADRID

Una huelga salvaje y desdichada

Antes de que el mercado central de frutas se trasladara a Mercamadrid ya habían aflorado las primeras reivindicaciones de los mayoristas de cerrar el mercado todos los lunes del año. Sin embargo, no es hasta junio de 1984 cuando comienza una serie de huelgas promovidas por CC OO y UGT para conseguir una jornada de 40 horas semanales que, dicen los sindicatos, en un sector sobreexplotado sólo puede lograrse con dos días de descanso a la semana.En aquellos pocos días, que desgraciadamente pocos recordamos por lo que hoy se ve, se producen interminables reuniones a cuatro bandas: Ayuntamiento, tr...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Antes de que el mercado central de frutas se trasladara a Mercamadrid ya habían aflorado las primeras reivindicaciones de los mayoristas de cerrar el mercado todos los lunes del año. Sin embargo, no es hasta junio de 1984 cuando comienza una serie de huelgas promovidas por CC OO y UGT para conseguir una jornada de 40 horas semanales que, dicen los sindicatos, en un sector sobreexplotado sólo puede lograrse con dos días de descanso a la semana.En aquellos pocos días, que desgraciadamente pocos recordamos por lo que hoy se ve, se producen interminables reuniones a cuatro bandas: Ayuntamiento, trabajadores de mayoristas, mayoristas y fruteros. Cuando el acuerdo se logra para dos años, cerrando el mercado los lunes seis meses al año y abriéndolo otros seis, los detallistas se niegan a la firma en el tiempo que media entre el acuerdo y la redacción del mismo.

Comienzan dos años de peleas continuas, de acciones más o menos prolongadas, que han tenido su culminación en estos días.

Las posiciones son totalmente encontradas. Trabajadores de mayoristas y sus patronos defienden como reivindicación el cierre de todos los lunes del año. Los detallistas defienden la apertura de todos los lunes del año. El Ayuntamiento, que, por los reglamentos vigentes, es el que debe aprobar finalmente el horario del mercado, se encuentra entre la espada y la pared en medio de un conflicto de intereses totalmente contrapuestos.

Y hay que reconocer un hecho: trabajadores y mayoristas han peleado duramente por sus intereses, pero han sabido encontrar posiciones intermedias de acuerdo; los fruteros, hasta hoy y después de dos años, no han cedido ni un milímetro en sus posiciones.

Sin servicios mínimos

La huelga que comienza, el 22 de septiembre es, junto a la de los trabajadores portuarios, la más dura que yo recuerdo en toda la transición. Cuando la derecha reaccionaria defiende esta huelga, al margen de los piquetes, de los motivos de la misma y de otras cosas, me figuro que pensará en lo que va a decir cuándo en el Metro, la Renfe o cualquier otro servicio, público del país se planteen una, huelga salvaje sin servicios mínimos: deberá callarse.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Y yo sé que los sindicatos de clase en esas empresas o servicios jamásvan a plantear algo como, lo que han hecho unos empresarios estos días en Madrid. Han hecho una huelga salvaje sin consideración con ancianos, cota niños, con hospitales. Es como si los sindicatos plantearan una huelga en los hospitales de la Seguridad Social e impidieran por la fuerza tratar los casos de urgencia. Lo de estos días en Madrid es una barbaridad semejante. Y la han hecho empresarios, no trabajadores, eso que quede claro, yno tiene ninguna justificación lo diga quien lo diga.

Pero muchos ciudadanos se preguntan todavía: ¿cuál es el motivo real de la huelga? ¿Cómo es posible que por 10 o 12 días al año se tenga a cuatro millones de personas desabastecidas? La respuesta es compleja. Lo que se está produciendo son dos enfrentamientos diferentes: uno, el de los trabajadores por reducir su jornada de trabajo; otro, la lucha por el control del mercado, la lucha por quién se lleva las plusvalías que se extraen a productores y consumidores.

El mercado central de Barcelona cierra todos los lunes del año, en consecuencia, los productores o remitentes envían los lunes una gran cantidad de productos al mercado de Madrid. Hay exceso de oferta y disminución de precio. Sin embargo, los detallistas pequeños no bajan los lunes a Mercamadrid. El consumidor madrileño compra poco los lunes, y, en consecuencia, esos minoristas pequeños atienden al público con los restos del sábado, y es el martes cuando bajan al mercado. ¿Quién compra entonces los lunes? Compran los grandes detallistas con suficiente financiación; compran grandes cantidades para toda la semana a precio más bajo y sólo van al mercado el resto de los días a aprovisionarse de los pequeños déficit que puedan tener.

En consecuencia, la lucha de estos días ha sido la lucha entre mayoristas y grandes detallistas por quién se queda con los mayores beneficios que se producen los lunes a costa del productor -quien cobra menos por sus productos al haber exceso de oferta- y del consumidor que no ve disminuido del precio final el abaratamiento de ese exceso de oferta.

Resultados del conflicto

Los demás temas son anecdóticos: ¿peor calidad del género si no se abre el lunes? Parece difícil pensar que la fruta que llega a Mercamadrid el lunes ha sido cogida el domingo o el sábado, dado como están los convenios colectivos en el campo. ¿Incremento de precios? No para la mayor parte de los fruteros y desde luego no para el consumidor. En eso las estadísticas de dos años parecen bastante claras. Al margen de la continuidad o no de la huelga en los próximos días, me gustaría terminar estas líneas con algunas reflexiones sobre los resultados de este conflicto.

El Ayuntamiento está realizando serios esfuerzos para que el sector comercio actúe con voz propia en su reforma. El pequeño comercio tiene que saber que competir contra multinacionales, cadenas de distribución y mercadillos no puede hacerse metiendo la cabeza debajo del ala o diciendo que se prohíba su instalación. Eso es imposible. Hay que ser capaces de competir mejor, atraer más clientes, adaptar el horario iiiinorista a las nuevas necesidades de los consunudores (¿cómo se puede querer competir cuando machaconamente se sigue cerrando los sábados por la tarde?), asociarse para comprar más barato.

En estos años hemos invertido centenares de mifiones de pesetas en mejorar mercados, en ayudar a las asociaciones de comerciantes. Hemos modificado reglamentos en la línea que querían los comerciantes minoristas y vamos a seguir en esa dirección de progreso.

Pero un día, solo un día de huelga lanza a miles de consumidores a las grandes superficies y cadenas de distribución. Y luego es muy dificil recuperarlos.

La desdichada huelga de la semana pasada ha supuesto más ingresos y más clientes para las grandes superficies y cadenas que una campaña de publicidad de muchos meses de duración.

Adolfo Pastor es concejal de Consumo y Abastos.

Archivado En