El sonido negro de la novelista Toni Morrison

Casi no aparecen las palabras blanco y sobre todo negro en las cuatro novelas de Toni Morrison. Pese a ello, la revista Newsweek le dedicó su portada cuando publicó la última, Tar Baby, en 1981, con el título Magia negra, y en la información definía la novela como "un retrato de América en blanco y negro". Ese retrato se impone más a través del oído que de los ojos. "A través del sonido, no de la música", precisa la escritora; "no es lo mismo". La autora de La canción de Salomón (Argos Vergara) participó el jueves pasado en un encuentro sobre literatura y feminismo en Liber 86, en Barcelona....

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Casi no aparecen las palabras blanco y sobre todo negro en las cuatro novelas de Toni Morrison. Pese a ello, la revista Newsweek le dedicó su portada cuando publicó la última, Tar Baby, en 1981, con el título Magia negra, y en la información definía la novela como "un retrato de América en blanco y negro". Ese retrato se impone más a través del oído que de los ojos. "A través del sonido, no de la música", precisa la escritora; "no es lo mismo". La autora de La canción de Salomón (Argos Vergara) participó el jueves pasado en un encuentro sobre literatura y feminismo en Liber 86, en Barcelona.

Tiene el aspecto de muchas señoras norteamericanas de su edad -peinado de peluquería, zapatos de tacón, alguna joya-, y su condición de novelista sólo aparece cuando habla. Pese a vivir en Nueva York desde hace mucho, su acento es discreto y su lenguaje preciso hasta llamar la atención. Es amable, lo que no impide opiniones de acero sobre temas que le duelen: por ejemplo, los recortes de la Administración Reagan para las minorías.De su prosa, la crítica norteamericana ha subrayado su capacidad de encantamiento, su sonido, que no necesita de adverbios ni de "dijo él", "dijo ella" para constituir una voz propia, el sueño de todo escritor. La voz propia de Toni Morrison no se basa en la experimentación -"no, no soy del tipo de escritores que convierten al autor en un personaje", dice-, sino en un sonido que es "como la música negra, que se reconoce cuando se oye", señala. "Como el jazz, no te termina de llenar, pero te deja deseoso de más". Un ejemplo:

-"Sólo ocurre que estoy eni prendiendo ese gran cambio en mi vida que se llama morir."

-"Jubilarse no es morir."

-"Un matiz que no diferencia."

-"Bueno, yo no estoy muriendo. Estoy viviendo."

-"Una diferencia sin matiz."

-"Me vuelvo con él."

-"Parece definitivo."

-"Podría serio". (De Tar Baby, Signet, página 22).

Toni Morrison contesta a las preguntas en un despacho del centro cultural norteamericano Washington Irving, en Madrid, un lugar cercado por medidas de seguridad, con abundantes reproducciones de arte moderno en las paredes: "Igual que América", comenta lacónicamente.

'Libros negros'

Para publicar por primera vez, algo que ella reconoce como muy difícil en el duro mundo literario norteamericano, Toni Morrison aprovechó la ola de interés por las minorías que hubo en Norteamérica a fines de los años sesenta. Al igual que en los años veinté, los libros negros se pusieron de moda, con la diferencia de que en los años veinte se buscaba más el exotismo. Entonces y ahora se mantiene una limitación: "Los libros negros son elegidos por editores blancos para un público de mayoría blanca".En la mesa redonda sobre Literatura y Feminismo, en Liber 86, Morrison explicó sus comienzos, informa Bel Carrasco: "Desde muy pequeña devoraba libros y libros, pero en ninguno de ellos encontré protagonistas negras como yo. A lo sumo, aparecían como esclavas, sirvientas o mujeres de la noche. Así que decidí hacerme existir a través de los libros que yo escribía. Estoy contenta porque la literatura ha cambiado mi vida".

A sus 55 años, respetada como escritora, Toni Morrison no aspira a dedicar todo su tiempo a la creación. Ofrece conferencias por todo el país, enseña literatura en la universidad de Nueva York -lo ha hecho en Yale- y es madre de dos hijos, ya universitarios, para quienes siempre tiene tiempo: "Si me llaman, estoy. Mis hijos no necesitan a una escritora en casa, sino a una madre". Tiene, pues, que atender una casa, incluida la compra y la lavandería. "Soy la jefa de mi casa", dice con humor. Ante el comentario de que otros escritores parecen encontrar mayores facilidades para escribir, dice tan sólo: "Son hombres".

La casa de la escritora en Nueva York es un antiguo hangar de botes, en un lugar cuya dirección postal es Gran Vista sobre el (río) Hudson. Desde allí, describe, se puede ver la silueta de Nueva York, a unos 30 kilómetros de distancia. La casa es casi un símbolo de su actitud: cuando se le dice que un ejecutivo negro de Manhatthan se parece extraordinariamente a un ejecutivo blanco, responde: "Para eso escribo, para contar las diferencias". Estados Unidos, explica, es un país diferente de todos los demás y ello se debe eñ parte a la presencia de una cultura negra. Un país, recuerda, que nació al amparo de una Constitución hija de la Ilustración, pero también del Racismo, que evaluaba al negro como las tres quintas partes de un ser humano. "Fueron los blancos quienes primero pensaron que eran diferentes", dice. Aun así, prefiere su país a cualquier otro: "Siento una gran pasión por él".

Reconoce que se siente sola. "Hecho de menos algo parecido al barrio en el que nací y crecí" (en Lorain, Ohio). Contra el tópico, no es de los que creen que en Nueva York se resume el mundo: "Estoy hambrienta de saber lo que ocurre en otros países".

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