El claustro de la colegiata de Santillana, en creciente deterioro

Un tercio de los 43 capiteles del famoso claustro románico de la colegiata de Santillana del Mar(Cantabria) se encuentra sometido a un proceso de degradación creciente de la piedra como consecuencia, según el obispado, de la aplicación, hace dos años y medio, de un producto suministrado por un industrial de la región con la autorización de la Dirección General de Bellas Artes. Existe el temor de que el resto se encuentre, asimismo, condenado a las mismas reacciones de carácter irreversible.

Dionisio Hernández Gil, director general de Bellas Artes, precisó ayer que su departamento destin...

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Un tercio de los 43 capiteles del famoso claustro románico de la colegiata de Santillana del Mar(Cantabria) se encuentra sometido a un proceso de degradación creciente de la piedra como consecuencia, según el obispado, de la aplicación, hace dos años y medio, de un producto suministrado por un industrial de la región con la autorización de la Dirección General de Bellas Artes. Existe el temor de que el resto se encuentre, asimismo, condenado a las mismas reacciones de carácter irreversible.

Dionisio Hernández Gil, director general de Bellas Artes, precisó ayer que su departamento destinó, desde 1982 hasta 1986, 18,7 millones de pesetas para el repaso de las cubiertas, la eliminación de humedades y la restauración de artesanados, sin que el proceso afectara a los capiteles.En 1982, al saber que en el tratamiento de determinados monumentos iban a ser aplicados ciertos productos, el obispado de Santander protestó ante el Instituto de Restauración de Obras de Arte, dependiente del Ministerio de Cultura. Algún tiempo más tarde, la Dirección General de Bellas Artes manifestó su exclusiva responsabilidad sobre los resultados del tratamiento elegido para, garantizar la consolidación de los capiteles del claustro.

En septiembre de 1983 fue arrojada sobre los capiteles una sustancia química de carácter orgánico-resinoso. No tardó la reacción alérgica de la piedra, según portavoces del obispado propietario de la colegiata. Diez meses más tarde se advertían ya exfoliaciones y ampollas, grietas y desconchados, que acabaron por quebrar la superficie.

Enrique Campuzano, secretario de la comisión diocesana de Fe y Cultura, que tutela el conjunto monumental de Santillana califica lo sucedido de "verdadera chapuza de muy graves consecuencias que haría retorcerse de dolor a los escultores y maestros canteros que hicieron Santillana".

En 10 meses la sustancia ha producido en los capiteles una erosión superior a la registrada en los 800 años de vida del monumento. Un sofisticado estudio encargado por el obispado a una empresa especializada que procedió, entre otras cosas, al sondeo ultrasónico de los capiteles, apreció en la piedra notorias pérdidas por calcinación debido a la imprimación de un compuesto de naturaleza orgánica que pudo haber ensayado en un sólo capitel antes de ser aplicado a todos los del claustro.

Campuzano subraya que hasta la fecha, y aunque desde el primer momento se puso el grave problema en conocimiento de las autoridades, nada se ha hecho por impedir la creciente degradación de la piedra. Una nota de la comisión de Fe y Cultura precisa que el obíspado declina toda responsabilidad en la conservación de los capiteles por ser monumento histórico artístico de carácter nacional, dependiente de Cultura y de la consejería del Gobierno autonómico. El comunicado responsabiliza al arquitecto de zona de Bellas Artes, Sancho Roda, que supervisó la operación, y que ayer no pudo,ser localizado. Como propietario del monumento, el obispado se opone a la nueva impregnación que se pretendería llevar a cabo. Campuzano considera que, según los técnicos un disolvente podría todavía eliminar los restos del producto en las históricas piedras de Santillana del Mar.

El director general de Bellas Artes dijo ayer haber conocido el problema el pasado viernes, mediante la visita del párroco y el alcalde de Santillana. Hernández Gil dijo que los responsables de la colegiata de Santillana del Mar, después de las transferencias llevadas a cabo en 1982-83, son el obispado, y la comunidad autóno ma cántabra.

Gustavo Kraemer, alemán que se autotitula, prusiano, director de la empresa fabricante del producto vertido sobre los capiteles -el "Laboratorio químico biológico de Santander S.l."-, cerca de Potes, declinó ayer hacer comentarios. Dijo que todo lo declarado por los portavoces del obispado sobre el producto utilizado es "mentira". "Yo soy de esos bichos raros que saben algo de ciencias naturales" -dijo- "El producto que se ha aplicado en el claustro tiene más de cien años de antiguedad y procede de la antigua. Prusia".

Al parecer, según fuentes del obispado, Kraemer se ha negado siempre a revelar la fórmula del producto utilizado.

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