Cartas al director

Sobre el aborto

La ley de despenalización parcial del aborto, que sólo contempla los supuestos de violación, peligro para la salud física y psíquica de la madre y "presunción de que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas", es una verdadera estafa para la mujer.Después de tres años de largos debates, al ser aprobada por fin la ley, con todos sus defectos e insuficiencias, se podría pensar en un avance, en un paso adelante respecto del pasado. Pero no ha sido así. El señor ministro de Sanidad ha tenido más en cuenta a los colectivos médicos, profesionales corporativizados de ideología c...

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La ley de despenalización parcial del aborto, que sólo contempla los supuestos de violación, peligro para la salud física y psíquica de la madre y "presunción de que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas", es una verdadera estafa para la mujer.Después de tres años de largos debates, al ser aprobada por fin la ley, con todos sus defectos e insuficiencias, se podría pensar en un avance, en un paso adelante respecto del pasado. Pero no ha sido así. El señor ministro de Sanidad ha tenido más en cuenta a los colectivos médicos, profesionales corporativizados de ideología conservadora y reaccionaria, como si de un coco se tratara, que al colectivo que formamos el 53% de la socíedad, a pesar de que un porcentaje muy elevado de ese colectivo votó al PSOE por creerse en su día las reivindicaciones de su programa, hoy evidentemente incumplidas.

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Y es una estafa, decía, por varias razones: la primera y fundamental, por no incorporar el aborto Voluntario y no respetar la decisión de la madre a decidir libremente sobre su maternidad.

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La segunda, es la presión que se va a ejercer sobre las mujeres que decidan acudir a un centro sanitario acreditado por la Seguridad Social.

¿A quién ha querido contentar el señor Lluch? Desde luego no a las mujeres, auténticas perdedoras en esta historia, que además de no poder decídir,sobre algo que les concierne de una manera tan directa tendrán que soportar no sólo las consideraciones médicas, sino también las psicológicas y sociales, por parte de uno o varios médicos -hombres, seguramente-, como si de una auténtica menor de edad se tratara.-

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