Crítica:TEATRO

La música convertida en perfume

Marguerite Paradis ou l'histoire de tout le monde.Espectáculo de Michèle Guigon. Intérpretes: Anne Artigau, Jean Debouverie, Michéle Guigon, Marie Christine Orry e Yves Robin. Música: Jean Debouverie y Michéle Guigon.

Vestuario: Marie-Christine Orry. Iluminación: Georges Portelli. Dirección: Anne Artigau y Michèle Guigon. Es una coproducción entre el Théâtre de Sartrouville, MC 93 de Bobigny y el festival de Aviñón.

Teatro de la Casa de la Caritat (Grec-85).

Barcelona, 15 de julio.

Hay gags y gags. Al comienzo del espectáculo, la Guigon -vestido ve...

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Marguerite Paradis ou l'histoire de tout le monde.Espectáculo de Michèle Guigon. Intérpretes: Anne Artigau, Jean Debouverie, Michéle Guigon, Marie Christine Orry e Yves Robin. Música: Jean Debouverie y Michéle Guigon.

Vestuario: Marie-Christine Orry. Iluminación: Georges Portelli. Dirección: Anne Artigau y Michèle Guigon. Es una coproducción entre el Théâtre de Sartrouville, MC 93 de Bobigny y el festival de Aviñón.

Teatro de la Casa de la Caritat (Grec-85).

Barcelona, 15 de julio.

Hay gags y gags. Al comienzo del espectáculo, la Guigon -vestido verde botella, más bien moche, feucho, mueca! y gestos torpes, de criatura retrasada o simplemente lela- se acerca a un piano vertical y acaricia el teclado con la mano, como quien acaricia una mejilla. Luego vuelve a acariciarlo y acaba por ponerse un poquitín de teclado en el lóbulo de la oreja. La música convertida en perfume. Lo que les decía: hay gags y gags, y el de la Guigon es de los que no se olvidan. Un gag que anuncia y resume de maravilla lo que va a ser el espectáculo: una historia de amor de esas que encontramos en las canciones de la Piaf-Les amants dun jour, o aquella hermosa habanera, L'étranger-, con guión de Georges Perec o Marguerite Duras, y filmada por Tati.

La Guigon es de Belfort, ya saben, el león, y toca el acordeón desde los cuatro años. Antes de irse a París "pour faire du théâtre" cantaba en las noches de estío en su fortaleza natal que antaño defendiera el heroico coronel Denfert-Rochereau. En 1978, y ya en París, tiene la suerte de encontrar se con Jérôme Deschamps en los talleres para aficionados que organizaba el Théâtre d'Ivry. La Guigon baila con una silla, Des champs sonríe y la contrata. Desde 1979 a 1985 la Guigon trabaja con la compañía de Deschamps responsabilizándose de la música de sus montajes. El pasado año, en el mismo escenario de la Casa de la Caritat, pudimos verla junto a Deschamps e Yves Robin en Les blouses, uno de los mejores espectáculos del Grec-84. En el anterior festival de Aviñón, Alain Grombecque, actual director del mismo, la ve actuar en un montaje de un cuarto de hora, Strapontin, de la propia Guigon, y le ofrece estrenar en el festival de este año un espectáculo de una hora.

Este espectáculo es Marguerite Paradis, que después de triunfar en Aviñón se representa con éxito, a juzgar por la calurosa acogida dispensada anteayer por el público en la Casa de la Caritat, hasta el próximo sábado día 20.

Junto a la Guigon, tres intérpretes de primera fila: Robin, a quien, como ya he dicho, vimos el pasado año en Les blouses; Marie-Christine Orry, que convierte una bolsa de caramelos en un castillo de fuegos artificiales, un gag aplaudidísimo; y Anne Artigau, la petite, con las piernas encogidas bajo una enorme falda de seda morada, un personaje mágico, de los que traspasan las candilejas, como suele decirse. Y con ellos un excelente pianista: Jean Debouverie.

Marguerite Paradis es sin duda alguna el mejor espectáculo que se ha visto en lo que va de Grec, lo cual, si nos atenemos a la baja calidad, por no decir la pésima calidad, de algunos de los espectáculos que se nos han ofrecido, no es un gran elogio que digamos. Lo más correcto sería decir que pocas, poquísimas veces, hemos visto aquí en Barcelona un espectáculo en el que la música, una determinada música se aunara con el teatro, o con el teatro-circo, con una sensibilidad, una gracia y una poesía semejante a las de ese estupendo espectáculo que nos ofrece Michèle Guigon.

Y para terminar, una pequeña reflexión. Bien está que un festival se preocupe por traer las grandes figuras del teatro, como hizo el pasado año con Gassman, pero sin olvidar la lección, el ejemplo de Alain Grombecque: ofrecerle un espectáculo de una hora a Michèle Guigon. Porque aquí hay gente con talento y en cambio faltan verdaderos directores, animadores de un festival, como Grombecque. La carencia de grupos, artistas e iniciativas locales, en ese Grec-85 es algo vergonzoso.

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