Tribuna

Nicaragua, como una oportunidad democrática

En julio de 1979, la victoria de la coalición revolucionaria sandinista puso fin al medio siglo de dictadura de la familia Somoza. En los cinco años y medio transcurridos desde entonces, Nicaragua no ha conocido la paz. Las fuerzas políticas predominantes en Estados Unidos, particularmente después de la elección del presidente Reagan en noviembre de 1980, decidieron que Nicaragua se convertiría con toda seguridad en una dictadura totalitaria dependiente de la Unión Soviética y emprendieron una serie de políticas instrumentales encaminadas al cumplimiento de esa predicción: presiones económicas...

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En julio de 1979, la victoria de la coalición revolucionaria sandinista puso fin al medio siglo de dictadura de la familia Somoza. En los cinco años y medio transcurridos desde entonces, Nicaragua no ha conocido la paz. Las fuerzas políticas predominantes en Estados Unidos, particularmente después de la elección del presidente Reagan en noviembre de 1980, decidieron que Nicaragua se convertiría con toda seguridad en una dictadura totalitaria dependiente de la Unión Soviética y emprendieron una serie de políticas instrumentales encaminadas al cumplimiento de esa predicción: presiones económicas, militares y diplomáticas destinadas a forzar a Nicaragua a arrojarse en los brazos de los soviéticos. Pero Nicaragua no se ha convertido en satélite de nadie y el régimen sandinista ha sobrevivido, debido principalmente al firme apoyo mayoritario de su propio pueblo y, en segundo lugar, a los discretos y pacientes esfuerzos de las naciones de Contadora (México, Venezuela, Colombia y Panamá) para lograr una solución negociada entre Nicaragua, por una parte, y Estados Unidos con sus satélites Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica, por la otra.Con mis disculpas anticipadas por las necesarias simplificaciones exigidas por un ensayo breve, me gustaría describir lo que realmente ha sucedido en Nicaragua y cuáles podrían ser las perspectivas desde un punto de vista pacífico democrático-occidental. En primer lugar, el movimiento sandinista, como resistencia clandestina a Somoza y como coalición de Gobierno, ha incluido siempre en los niveles de dirección tanto a marxistas, como a católicos practicantes. La jerarquía eclesiástica apoyó generalmente a Somoza y ha expresado oralmente a menudo su oposición a los sandinistas, pero este hecho no ha llevado a la violencia anticlerical, ni ha reducido sustancialmente el apoyo laico y sacerdotal al Gobierno, ni ha envenenado los esfuerzos educativos del régimen. Cualquiera que conozca la historia europea y latinoamericana desde la época de la Revolución Francesa estará inmensamente impresionado y se sentirá agradecido por esta única convivencia de la izquierda política con una población y un clero católicos.

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Los mayores éxitos del Gobierno sandinista se han dado en las áreas de la educación y de la salud pública. Los sandinistas han doblado aproximadamente el número de estudiantes en las escuelas primarias y secundarias; han fomentado la educación preescolar, que prácticamente era desconocida antes de 1979, y han aumentado el número de estudiantes universitarios en cerca de un tercio. Han incrementado en grandes proporciones el surninistro de agua potable, creado cientos de unidades médicas preventivas y de primeras ayudas, y reducido la incidencia de las tradicionales enfermedades causantes de la mortalidad infantil: sarampión, difteria, malaria y poliomielitis.

La actitud de Estados Unidos

En todo esto han sido ayudados considerablemente por cientos de médicos y técnicos cubanos y por cientos de voluntarios profesionales estadounidenses decididos a demostrar que Reagan no representa la única política de Estados Unidos hacia la Nicaragua revolucionaria. En este punto puedo oír a algunos lectores escépticos suspirando y diciéndose a sí mismos: "Ah, sí, también en Cuba se dieron grandes pasos en la alfabetización y en la salud pública a costa del dogma y la represión al estilo soviético". Espero que estos mismos lectores incluyan la reflexión de que la política de Estados Unidos situó a la fuerza a Cuba en su bien conocida dependencia de la URSS y que políticas similares del tipo de profecía catastrófica autorrealizadora están siendo aplicadas ahora a Nicaragua.En el dominio de la economía, las realizaciones no pueden ser cuantificadas de manera fiable. El boicoteo económico estadounidense ha destrozado las pautas normales de exportación e importación. El minado de los puertos, el patente equipamiento de armas a los contras, la preparación de las maniobras militares conjuntas Estados Unidos-Honduras, los vuelos sobre territorio nicaragüense de la aviación militar estadounidense, etcétera, han obligado a Nicaragua a desviar recursos financieros destinados a proyectos civiles hacia armamento defensivo. Sin embargo, las políticas básicas de reforma agraria y de economía mixta están claras. Las haciendas de la familia Somoza y de sus inmediatos aliados han sido confiscadas y distribuidas, bien en explotaciones familiares individuales o bien en cooperativas, y el Gobierno estima que aproximadamente un 44% de la tierra cultívable pertenece ahora a los campesinos. Las plantas de procesamiento de los distintos alimentos, del algodón y del café actualmente existentes o en fase de proyecto cuentan con una financiación mixta Gobierno-capital privado. El Gobierno asume comúnmente las deudas de las plantaciones privadas de café cuyas cosechas han sido parcialmente destrozadas por los conflictos armados que tienen como escenario la frontera con Honduras, y para los próximos años ha prometido créditos a la agricultura de posesión privada.

Más pluralismo

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Las elecciones del último 4 de noviembre y las declaraciones que desde entonces han realizado los líderes sandinistas, han demostrado su disposición a aceptar un mayor grado de pluralismo del que existe en cualquier país del bloque soviético o en cualquiera de las numerosas dictaduras de derechas apoyadas por Estados Unidos en algunas partes de Asia, África y Latinoamerica. Mirando al futuro próximo existen tres posibles líneas de desarrollo general:1. Estados Unidos puede aumentar su presión militar hasta la medida que sea necesaria para destruir al Gobierno sandinista. A costa de miles de bajas estadounidenses y de un inmenso daño a las pretensiones al liderazgo democrático mundial de Estados Unidos, este país puede indudablemente alcanzar la misma clase de victoria que alcanzaron los soviets en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968).

2. Estados Unidos podría continuar su boicoteo económico y sus aportaciones a los contras. Podría seguir, como hasta ahora, rechazando las negociaciones, tanto las de Contadora como las bilaterales, y ejercer presión sobre sus aliados europeos para que no ayuden ni militar ni económicamente a Nicaragua. Si Europa accede a tal presión, Nicaragua llegaría verdaderamente a ser por completo dependiente de la ayuda soviética y del Tercer Mundo, con la consecuente disminución, si es que no la completa destrucción, del actual pluralismo.

3. Las naciones occidentales podrían aumentar su ya sustancial apoyo a Contadora; podrían comprar azúcar, café y algodón a Nicaragua; podrían incrementar sus programas de escolarización actuales; podrían ofrecer ayuda económica y la presencia de unos cuantos miles de sus ciudadanos como técnicos -una presencia que por sí misma serviría al mundo de garantía tanto contra un monopolio soviético como contra una invasión estadounidense-. Tal ayuda democrática estimularía grandemente las tendencias pluralistas en el seno del movimiento sandinista, y dentro, quizá, de una década incluso los Estados Unidos pos-Reagan podrían decidir que era posible realizar negocios con un pequeño vecino caracterizado por una economía mixta, una elite política marxista-católica y una política exterior no alineada.

Gabriel Jackson es historiador.

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