Català Roca expone en Madrid 150 retratos sobre la España de los años cincuenta

El fotógrafo Francesc Català-Roca, de 62 años, expone desde hoy 150 obras realizadas sobre personajes de los años cincuenta, junto a una selección de sus últimas fotografías en color, en las salas de la Biblioteca Nacional, en el paseo de Recoletos de Madrid. Premio nacional de Artes Plásticas del pasado año (primera vez que un fotógrafo consigue este galardón), Català Roca dice que cada fotografía es una fracción recuperada de la vida, algo que se estaba perdiendo y que se ha salvado de la tragedia al ser rescatado por la cámara. La muestra permanecerá abierta hasta mediados de noviembre.
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El fotógrafo Francesc Català-Roca, de 62 años, expone desde hoy 150 obras realizadas sobre personajes de los años cincuenta, junto a una selección de sus últimas fotografías en color, en las salas de la Biblioteca Nacional, en el paseo de Recoletos de Madrid. Premio nacional de Artes Plásticas del pasado año (primera vez que un fotógrafo consigue este galardón), Català Roca dice que cada fotografía es una fracción recuperada de la vida, algo que se estaba perdiendo y que se ha salvado de la tragedia al ser rescatado por la cámara. La muestra permanecerá abierta hasta mediados de noviembre.

A la exposición de Madrid, Català-Roca ha traído una selección de sus fotos favoritas, elegidas entre un archivo formado por al rededor dé 200.000 piezas. Están casi todas las que más le han impactado desde que a los seis años disparara por primera vez una pequeña cámara regalada por su padre, el también fotógrafa Pere Català Pic y con la que hicil era su primer trabajo: una fotografía a su hermano y a su padre durante una excursión en los alrededores de Valls (Tarragona), su pueblo natal.También están sus últimos trabajos realizados en color y sobre temas relativos a detalles escultóricos o arquitectónicos, temas que le interesan porque se fuerza a la gente a fijarse en un entorno que generalmente pasa inadvertido.

El Xiquet de cal retratista, como se le conocía en su pueblo, mantiene un entusiasmo por su oficio como en los primeros momentos. No se considera un fotógrafo periodístico, sino que él prefiere hacer un trabajo descriptivo hasta el punto die que asegura que lo que él hace está más cerca de la obra de un escritor como Cela que de la de cualquier artista gráfico.

En las salas de la Biblioteca Nacional hay fotografías de gentes conocidas (Dalí, Cela, Tàpies, Chillida) junto a personajes anónimos a los que él ha rebautizado pero que constituyen un documento vital de la España de los años cincuenta.

"Yo no soy un fotógrafo -explica- de estos que van con la cámara pegada al hombro y disparan muchas fotografías. No. Yo veía una escena en la calle y en mi cabeza surgía - y surge, porque sigo igual- la fotografía. Luego iba con mi cámara, en aquellos años una Rollinflex, y recuperaba esa fracción de la realidad. Hacía muchachos tocando el órgano, escenas de toros, niños, ancianas, todo aquello que llamara mi atención y que fuera algo que yo viera a punto de desaparecer".

En algunas de estas fotografías, en las escenas de toros o desfiles militares, Català-Roca ensaya efectos revolucionarios en aquellos años, en un paralelismo artístico con autores como Ernst Hass o Cartier Bresson. Con ellos tiene un fuerte paralelismo, que no influencias. "Tanto Bresson como yo reaccionamos casi violentamente contra la fotografía manipulada que hacían Man Ray o mi mismo padre. Luego he comprendido que en su momento debían hacerlo así, pero entonces me parecía horrible".

De Bresson dice que es el fotógrafo que más admira. "Es un pintor que se aproximó al mundo de las fotografías, y prueba de ello es que hace ocho años que se jubiló de la fotografía y se dedica a pintar".

Pintura y fotografía

Porque sobre la relación entre fotografía y pintura, Francesc Català-Roca tiene su propia teoría. "Yo pensé que había nacido en un momento inoportuno; ahora veo que no. Era la plenitud del blanco y negro y, el inicio de las miles de posibilidades del color. Fueron unos momentos en que nos habíamos acostumbrado a ver la realidad en blanco, y negro. Hasta entonces todo había sido color en los cuadros, en los retablos, pero la fotografía nos dio una realidad cromática diferente con la que hacíamos lo que los pintores: retratos. Y hasta la segunda guerra mundial nosotros hacíamos lo que los pintores". No cree Francesc-Català que la televisión constituya una amenaza para la fotografía. "Todo puede coexistir. Pintura, escultura, fotografía, cine o televisión son medios diferentes que pueden tener su propio lugar. Artes diferentes. Precisamente, el premio que yo he recibido simboliza de alguna manera esta posibilidad de coexistencia en un mismo nivel de importancia".

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