Crítica:MÚSICA CLÁSICA

El Trío de Arcos de Roma y su comunicativa naturalidad

En la Sala de las Columnas del Palacio Real, y con asistencia de la reina Sofía, tocó el Trío de Arcos de Roma, que componen Antonio Salvatore (violín), Paoló Centurioni (viola) y Mario Centurione (violonchelo), utilizando los Stradivarius de la Corte de España.El programa, de auténtico interés y gran belleza, comenzó con el 6º trío de la op. 14, escrito en la tonalidad de fa mayor y fechado en 1772. El músico de Lucca se había instalado en Madrid en 1767 y en nuestra corte vivió hasta su muerte, en el año 1805. Incorporado a la historia de nuestra música, Bocherini recibiría notables influenc...

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En la Sala de las Columnas del Palacio Real, y con asistencia de la reina Sofía, tocó el Trío de Arcos de Roma, que componen Antonio Salvatore (violín), Paoló Centurioni (viola) y Mario Centurione (violonchelo), utilizando los Stradivarius de la Corte de España.El programa, de auténtico interés y gran belleza, comenzó con el 6º trío de la op. 14, escrito en la tonalidad de fa mayor y fechado en 1772. El músico de Lucca se había instalado en Madrid en 1767 y en nuestra corte vivió hasta su muerte, en el año 1805. Incorporado a la historia de nuestra música, Bocherini recibiría notables influencias españolas, incluso muy directas de la música popular, y hasta pondría en música, en forma de zarzuela, La Clementina, de Ramón de la Cruz.

III ciclo de Música de Cámara

Trío d'Archi di Roma. Obras de Bocherini, Mozart y Beethoven. Palacio Real. Madrid, 13 de diciembre de 1983.

En la obra interpretada ahora todavía permanece intacto el estilo puramente italiano -fácil, cantábile, conciso, claro de textura-. Es música decorativa más que galante, lo que no sucede con el sorprendente Trío-divertirnento, K. V. 563, de Mozart.

Escrito en Viena y dedicado a Manuel Puchbert, el Divertimento en mi bemol mayor data ae septiembre de 1788 y nos presenta, a lo largo de sus seis tiempos, todo un anticipo del mundo romántico beethoveniano, tanto por la caracterología del material temático como por la dramaturgia de algunos desarrollos, la agudizada originalidad de los minuettos o la deliciosa explotación de una canción popular. Están recientes Las bodas de Figaro y, sobre todo, Don Juan, en donde el genio mozartiano excava las más hondas galerías del sentimiento. En el casi contradictoriamente denominado Divertimento, esa expresión se objetiva y condensa de tal modo que cuando empezó a sonar el Beethoven del Trío en do menor, op. 9, nº 3 apenas había lugar para la sorpresa. Beethoven escribe al conde Brown sobre la que, entonces, consideraba "la mejor de sus obras", dedicada "al primer mecenas de mi musa".

Todavía el círculo que limitaba todo el programa del Trío de Arcos de Roma puede cerrarse si recordamos que en 1787 Beethoven se ha encontrado con ozart y que al final de siglo, después de recibir los consejos de Haydn, estudia con el frío y sabio maestro austriaco Johann Georg Albrechtsberger.

De éste escuchamos, como bis, una perfecta fuga, y de Haydri, un tiempo del Trío en sol mayor. En todas las obras, los solistas romanos evidenciaron buena técnica individual y camerística, sentido de la sonoridad de grupo y unidad de pensamiento, que se vertía en cohesión expresiva. Todo ello llevado a los lfinites ideales: los de una comunicativa naturalidad. Hubo prolongados y entusiastas aplausos.

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