Condena generalizada contra EEUU por invadir Granada

Ronald humilló a Isabel II

Margaret Thatcher, la primera ministra británica, puede hacer frente en los próximos días a una de las peores crisis de su Gobierno desde la guerra de las Malvinas, como consecuencia de la decisión norteamericana de invadir la isla de Granada, Estado independiente miembro de la Commonwealth. La opinión pública británica, asombrada por el giro de los acontecimientos, tiene que moverse entre dos posibilidades: o Estados Unidos informó tarde y mal a su mejor aliado europeo e hizo caso omiso de sus consejos, o la primera ministra y su Gobiemo eludieron su obligación de informar fielmente al Parlam...

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Margaret Thatcher, la primera ministra británica, puede hacer frente en los próximos días a una de las peores crisis de su Gobierno desde la guerra de las Malvinas, como consecuencia de la decisión norteamericana de invadir la isla de Granada, Estado independiente miembro de la Commonwealth. La opinión pública británica, asombrada por el giro de los acontecimientos, tiene que moverse entre dos posibilidades: o Estados Unidos informó tarde y mal a su mejor aliado europeo e hizo caso omiso de sus consejos, o la primera ministra y su Gobiemo eludieron su obligación de informar fielmente al Parlamento. En los dos casos, la posición de Margaret Thatcher es un tanto delicada.Lo que agrava la indignada reacción de la opinión pública británica -reflejada incluso en un editorial de una dureza sin precedentes en el diario conservador The Times- es el hecho de que ha quedado comprometida la figura de la reina Isabel II, que es nominalmente jefa de Estado de la isla invadida. La poca importancia que Washington ha otorgado a este hecho humilla profundamente a los británicos. ¿Se enteró la reina cuando la invasión era ya una realidad? La hipótesis es posible. Isabel II tiene un conocido interés personal en todos los temas relacionados con la Commonwealth, y el hecho de que su Gobierno no pudiera impedir la invasión debe resultarle inquietante. Hasta el momento, su única reacción ha sido telefonear al secretario general de la organización para expresarle su preocupación. La llamada resulta significativa, porque el secretario general de la Commonwealth ha condenado públicamente "la agresión norteamericana".

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Posición muy delicada

Aun en el caso de que todo se haya desarrollado tal y como el Gobierno asegura, es decir, si Ronald Reagan informó de la invasión en una conversación telefónica de sólo cinco minutos en la noche del pasado lunes, la primera ministra queda en una posición muy delicada. Es un reconocimiento implícito de la escasa influencia que ejerce en Washington en momentos de crisis. Uno de los elementos básicos de la política exterior de Margaret Thatcher es el mantenimiento de relaciones privilegiadas con Washington, pero se supone que son relaciones especiales en los dos sentidos y que Reagan tendría que haber tenido en cuenta la opinión de su colega o al menos haber mantenido un contacto más profundo con ella. Por mucho que no quiera, Thatcher tieneique soportar que los periódicos se pregunten: Si Washington respeta así al Reino Unido en un tema que puede ser considerado como pequeño, ¿qué sucederá cuando se trate del uso de los misiles de crucero que van a instalar en Gran Bretaña este mismo mes? Tras los acontecimientos de Granada, hasta el diputado ultraconservador Enoch Powell ha pedido que Londres exija una doble llave sobre los euromisiles.Thatcher se encuentra en una trampa: tiene que pagar la factura por el apoyo norteamericano durante la guerra de las Malvinas pero no puede aprobar abiertamente una agresión que se parece mucho a la que sufrió el Reino Unido. Su imagen de mujer fuerte y decidida, con categoría de estadista mundial, se ha visto duramente golpeada.

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