Tribuna:

'Cantaor'

Ya no estás, Antonio, cantaor, amigo. Te has ido como de sorpresa, cuando habíamos respirado con alivio al saber que salías de la clínica. Hace unas semanas temimos más tu muerte, y sin embargo, supiste aguantar como aquellos gitanos de raza del tiempo de las tonás.Si Silverio se pasó la noche, el día en que murió su hijo, "por ahí solo cantando siguiriyas", ¿qué cantarán ahora por ti los cantaores? Ellos, que tanto aprendieron de tu cante, de tu magisterio. Fuiste el patriarca indiscutible de nuestra época. Un caso único en la historia del flamenco, ya que n...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ya no estás, Antonio, cantaor, amigo. Te has ido como de sorpresa, cuando habíamos respirado con alivio al saber que salías de la clínica. Hace unas semanas temimos más tu muerte, y sin embargo, supiste aguantar como aquellos gitanos de raza del tiempo de las tonás.Si Silverio se pasó la noche, el día en que murió su hijo, "por ahí solo cantando siguiriyas", ¿qué cantarán ahora por ti los cantaores? Ellos, que tanto aprendieron de tu cante, de tu magisterio. Fuiste el patriarca indiscutible de nuestra época. Un caso único en la historia del flamenco, ya que ningún otro tuvo tu enorme interés por investigar la realidad del cante malherido, desvirtuando muchas leyendas y restaurando estilos que sin ti se habrían perdido para siempre.

Á

ÁLVAREZ CABALLERO

Más información

Sin ti, el cante que nos ha llegado sería menos rico. Juan Talegas me lo dijo, que eras "de verdad un fenómeno, el cantaor más largo que yo he oído, el mejor cantaor que yo he oído...". Y Talegas había oído a Torre y a Chacón, a su tío Joaquín el de la Paula, a Enrique El Mellizo, a todos los colosos de este arte.

Todo tu existir flamenco fue ejemplar. En tu discografla queda el mejor cante de todos los tiempos.

No hay ni ha habido ni seguramente habrá en muchos años un cantaor capaz de realizar una obra tan vasta y completa, y con el marchamo de perfección con que tú la llevaste a cabo.

En nuestra última entrevista me decías que el verdadero flamenco no muere ni nunca morirá, que "cuando vienen esas lagunas de 40, de 50 años, sus esencias se quedan revoloteando en el espacio" y alguien llegará algún día a rescatarlas.

Tú fuiste ese alguien después de las herejías que se habían cometido con un arte hermoso pero desvalido. Si los próximos tiempos nos trajeran otros como tú, podríamos mirar con confianza el porvenir.

Descansa en paz, Antonio Mairena, cantaor.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En