El embajador de EE UU considera positiva la propuesta de paz de la Junta nicaragüense

Para el embajador de Estados Unidos en Managua, Anthony Quainton, la propuesta de paz anunciada por el comandante Daniel Ortega el martes pasado no pudo haber sido hecha en mejor momento. Al día siguiente, el embajador, oficialmente, se encontraba fuera del país, de vacaciones. Después del acto de León, Quainton, amable, había respondido a los periodistas que la propuesta debería ser estudiada detenidamente. No dijo más.

Sin embargo, en privado, no ocultó que el anuncio de los sandinistas le había sorprendido tanto como al personal de su Embajada. "Es interesante", habría dicho el embaj...

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Para el embajador de Estados Unidos en Managua, Anthony Quainton, la propuesta de paz anunciada por el comandante Daniel Ortega el martes pasado no pudo haber sido hecha en mejor momento. Al día siguiente, el embajador, oficialmente, se encontraba fuera del país, de vacaciones. Después del acto de León, Quainton, amable, había respondido a los periodistas que la propuesta debería ser estudiada detenidamente. No dijo más.

Sin embargo, en privado, no ocultó que el anuncio de los sandinistas le había sorprendido tanto como al personal de su Embajada. "Es interesante", habría dicho el embajador a sus colaboradores más cercanos, "es un cambio positivo".Los norteamericanos, en Managua, esperaban, es cierto, una respuesta de los sandinistas a la declaración de Cancún, pero nunca habían imaginado que los nueve comandantes cambiarían radicalmente su posición, al acceder a negociaciones multilaterales para encontrar posibles soluciones al grave conflicto centroamericano.

En la Embajada estadounidense se creía más bien que la intervención de Daniel Ortega estaría dirigida a disminuir la tensión entre Nicaragua y Estados Unidos, haciendo algunas concesiones en cuanto a la política interna. "Las bolas (rumores) iban por el lado de las elecciones", dijo en Managua un diplomático occidental.

En efecto, el 14 de julio, durante una recepción en la Embajada de Francia, el comandante Ballardo Arce le había preguntado a Anthony Quainton si había algún camino para disminuir la tensión entre ambos países. El embajador le respondió que mantener la fecha de las elecciones para 1985 podría ser peligroso, que lo mejor para todos sería adelantarlas. La conversación entre el comandante Bayardo Arce y el embajador dio nacimiento a la bola, pero el martes día 19 Daniel Ortega terminó con las estipulaciones y con los deseos del embajador al decir que sólo serían los nicaragüenses quienes decidirían el tipo de elecciones, y, resaltó, en 1985.

Con la propuesta de paz nació en Managua no ya un rumor, sino un interrogante en los círculos diplomáticos. ¿Es viable?, fue la pregunta.

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Acuerdo de no agresión

No oficialmente, en la Embajada norteamericana se dijo que había puntos que podrían ser solucionados sin necesidad de complicaciones mayores.

Por ejemplo, Estados Unidos podría usar su influencia para que Honduras estuviera dispuesta a firmar un acuerdo de no agresión a Nicaragua, y que también existiría la posibilidad de encontrar un arreglo a lo que Daniel Ortega calificó de "agresiones y discriminaciones económicas".

"Más problemática es la cuestión que se refiere al apoyo militar y al entrenamiento de las llamadas fuerzas adversas", dijo en Managua un diplomático de alto rango. "La referencia a los ex guardias somocistas en Honduras es clara, pero, ¿acaso no se entrenan en Nicaragua los guerrilleros salvadoreños?".

En su discurso del martes, Daniel Ortega dijo que Nicaragua reconocía en su exacto valor los propósitos de la declaración de Cancún, calificándola incluso como un nuevo impulso para la búsqueda de la paz.

Sin embargo, en la propuesta para "evitar una guerra generalizada" no se menciona a la carrera armamentista y a un posible acuerdo de control y reducción de armamentos. Tampoco el comandante Ortega se refirió a un aspecto que sigue preocupando a Estados Unidos: la presencia de asesores cubanos en Nicaragua, unos 2.000, según la inteligencia norteamericana.

Ortega dijo en León que la solución a los puntos de la propuesta de paz nicaragüense podría ayudar a que otros puntos pudieran ser discutidos. Quizá se refería a la carrera armamentista y a la presencia de asesores extranjeros en la zona.

"Tienen buena fe", dijo un funcionario norteamericano al comentar la iniciativa, pero al referirse a uno de los puntos clave -el cese del flujo de armas al Salvador-, adelantó lo que seguramente será la posición final de la Administración Reagan: "No creo que Estados Unidos corte la ayuda militar a El Salvador".

Por otra parte, el Gobierno sandinista denunció ayer diversas violaciones de sus aguas territoriales por fragatas estadounidenses, y de su espacio aérteo por aviones procedentes de Honduras. Un comunicado de la cancillerial denuncia también ataques de guardacostas hondureños contra naves nincaragüenses. Todo ello, asegura, contribuye a "incrementar las tensiones en la región".

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