Tribuna:

"El fin de una pesadilla"

«Para mí es el fin de una pesadilla. Llevo ya 45 años con ese asunto y al Fin ha terminado». En estos términos se expresa el pintor Josep Renau sobre el regreso del Guernica, de Picasso, a España. Renau, que fue director ,general de Bellas Artes durante la guerra civil española, llegó ayer a Madrid, invitado por el Ministerio de Cultura, para estar presente en la instalación del cuadro en el Casón del Buen Retiro. Horas antes de viajar a Madrid, el pintor conversó con EL PAIS en su domicilio de Valencia.«Voy a estar allí», decía Renau, «para hacer acto de presencia y ayudar, si puedo, e...

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«Para mí es el fin de una pesadilla. Llevo ya 45 años con ese asunto y al Fin ha terminado». En estos términos se expresa el pintor Josep Renau sobre el regreso del Guernica, de Picasso, a España. Renau, que fue director ,general de Bellas Artes durante la guerra civil española, llegó ayer a Madrid, invitado por el Ministerio de Cultura, para estar presente en la instalación del cuadro en el Casón del Buen Retiro. Horas antes de viajar a Madrid, el pintor conversó con EL PAIS en su domicilio de Valencia.«Voy a estar allí», decía Renau, «para hacer acto de presencia y ayudar, si puedo, en lo que sea. Cosas así no pasan dos veces en la vida. Cuadros se cuelgan todos los días, pero eso es algo más que un cuadro. Se trata de un fenómeno histórico, un fenómeno único en la historia universal del arte. y tiene una universalidad Y una españolidad casi imposibles de conciliar. No es, como se ha dicho, la mejor pintura de nuestro siglo, sino mucho más».

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Renau estuvo presente, tinto a Picasso, cuando éste pintó el Guernica. Puntualiza que no es cierto, como se ha dicho, que él le encargase el cuadro al pintor malagueño. En realidad, en dicíembre de 1936 viajó como director general de Bellas Artes a Francia para invitar a los artistas españoles de la llamada Escuela de París a participar en el Pabellón de la República Española dentro de la Exposition des arts et des techniques que se iba a celebrar en 1937.

En abril de ese año se produce el bombardeo de Guernica, y este acontecimiento saca a Picasso de una depresión que padecía desde meses antes y se pone a trabajar intensamente en el cuairo. «Lo pintó en cuatro semanas, y a ello se debe en parte el mal estado del Guernica. Empezó con color y luego fue cubriendo con grises, negros y blancos. Eso que la pintura apareciese resquebrajada en la parte superior del cuadro cuando fue expuesto, debido a que Picasso no dejó secar suficientemente las primeras capas de pintura antes de pintar sobre ellas. La inaguración del pabellón de la República se retrasó doce días sobre la de la exposición, esperando a que estuviese acabado el Guernica».

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