Cartas al director

La corrupción que nos rodea

Que España es un país económicamente débil y que depende de muchas importaciones es cosa que no extraña a nadie. Además, la desastrosa administración que sufrimos los ciudadanos trabajadores pobres demuestra estos términos a diario.Lo que ya no está tan claro -y esto va por el ministro de Sanidad-, es que además de ser un país pobre tengamos que ser un país en el que nos vamos debilitando físicamente, día tras día. Que estemos ingiriendo -los pobres trabajadores- cantidades ingentes de productos tóxicos en todos los alimentos ¿comestibles? es algo desesperante. De seguir esto así, l...

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Que España es un país económicamente débil y que depende de muchas importaciones es cosa que no extraña a nadie. Además, la desastrosa administración que sufrimos los ciudadanos trabajadores pobres demuestra estos términos a diario.Lo que ya no está tan claro -y esto va por el ministro de Sanidad-, es que además de ser un país pobre tengamos que ser un país en el que nos vamos debilitando físicamente, día tras día. Que estemos ingiriendo -los pobres trabajadores- cantidades ingentes de productos tóxicos en todos los alimentos ¿comestibles? es algo desesperante. De seguir esto así, llegará un buen día en que España será una nación de hombres y mujeres arruinados físicamente. En otros países, la sanidad juega un papel tadimportante -que creo es lo justo-, que cualquier error como los que se están detectando ahora en España le costaría la cabeza al Gobierno entero. Pero, al parecer, aquí se limita el ministro de Sanidad -que cualquier día lo puede. ser de Hacienda, de Defensa o del Interior- a salir en la televisión y recomendar mucha calma y a decir que los distintos departamentos siguen la pista de los productos tóxicos y adulterados, y, mientras tanto, con mucha calma, el personal se va muriendo lentamente y se les va enterrando lentamente. Todo por la desidia de la gente, en este caso, el ministro de Sanidad. Yo, cuando era chico, siempre presumía de que los tomates, el aceite, los chorizos, etcétera, que comíamos aquí, en estas tierras, eran cosa delicada al paladar, alimenticios a tope, y ahora, un buen día, cosa que yo ya venía sospechando, resulta que no es esto cierto, resulta que somos un país productor de aceite bueno y muchos estamos comiendo mierda.

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Bueno, yo soy un gran aficionado al vino, pero estoy pensando en tomarme la última copa a la salud del ministro de Sanidad si es capaz de evitar que este producto, por ejemplo, deje de adulterarse./

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