Tribuna:

Jugársela en Madrid

El Cordobés se ha caído de los carteles de San Isidro. Está lesionado, según parte facultativo enviado desde Córdoba, y, naturalmente, lesionado no va a torear, como hacían los grandes toreros. Pero es el caso que la afición recela y piensa que hay lesionados que se agravan cuando les espera el toro.La abundancia de toros astifinos en la feria ha podido ser tema de meditación de El Cordobés en estos días de reposo. El famoso diestro no ha tenido en toda la etapa de su reapari ción toros ni remotamente parecidos a esos astifinos, y no es de extrañar que haya recitado el clásico monólogo hamleti...

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El Cordobés se ha caído de los carteles de San Isidro. Está lesionado, según parte facultativo enviado desde Córdoba, y, naturalmente, lesionado no va a torear, como hacían los grandes toreros. Pero es el caso que la afición recela y piensa que hay lesionados que se agravan cuando les espera el toro.La abundancia de toros astifinos en la feria ha podido ser tema de meditación de El Cordobés en estos días de reposo. El famoso diestro no ha tenido en toda la etapa de su reapari ción toros ni remotamente parecidos a esos astifinos, y no es de extrañar que haya recitado el clásico monólogo hamletiano, acoplado a su circusntancia: «Jugársela en Madrid o no jugársela en Madrid: esta es la cuestión». Y no debe estar para estos trotes.

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Lo que no ha sabido El Cordobés, o no lo ha sabido a tiempo, es que en todo hay excepciones, y, por supuesto, también en el mundillo taurino, y que un torero no tan cotizado ni tan afortunado como él -se llama José María Dols y le apodan Manzanares- ha tenido la suerte de que le tocaran, por casualidad, dos toros romos, y uno tanto que parecía afeitado. De llegarle esta noticia a tiempo seguramente se le habría reanimado el cuerpo. No importa que le cambiaran la corrida de Ibán ni la de Sayalero, que tenía preaparadas. Su buena estrella siempre supera estos inconvenientes. El Cordobés ha podido sufrir una crisis de fe en sí mismo, y lo sentimos hasta el llanto.

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