La producción agropecuaria madrileña está por encima de la media nacional

Madrid agrícola existe. Madrid no es sólo el monstruo urbano de la capital, del área metropolitana y de las urbanizaciones incontroladas. Madrid no es sólo el irracional y centralista Madrid industrial. Madrid sigue siendo agrícola. Su importancia agropecuaria y forestal sitúa a esta provincia por encima de la media nacional. Pero la agricultura madrileña presenta unos problemas muy complejos que la amenazan gravemente. El delegado provincial de Agricultura, José Antonio Canals, habla de este tema a Jesús de las Heras.

De madrugada, el ganado baja por la cañada real. Llega a la plaza de...

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Madrid agrícola existe. Madrid no es sólo el monstruo urbano de la capital, del área metropolitana y de las urbanizaciones incontroladas. Madrid no es sólo el irracional y centralista Madrid industrial. Madrid sigue siendo agrícola. Su importancia agropecuaria y forestal sitúa a esta provincia por encima de la media nacional. Pero la agricultura madrileña presenta unos problemas muy complejos que la amenazan gravemente. El delegado provincial de Agricultura, José Antonio Canals, habla de este tema a Jesús de las Heras.

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De madrugada, el ganado baja por la cañada real. Llega a la plaza de España, que todavía no se llama así, y la cruza. Ya se acerca al palacio de Oriente, y dice el viejo ganadero al zagal que lo acompaña: «Juanillo, toca la esquila, que nos oiga el rey. »Es una anécdota que le contaron un día al que hoy es delegado provincial de Agricultura de Madrid, José Antonio Canals Navarrete.

Los campesinos han visto llover mucho desde entonces, desde que la Gran Vía y la calle de Alcalá eran una vía pecuaria. La agricultura madrileña ha cambiado mucho también. Hay viejos que aún dicen a sus hijos y a sus nietos: «¿Ves esa urbanización? Pues aquí había una huerta y comprábamos lechugas.» En Madrid capital todavía quedan algunos vestigios de las huertas de otros tiempos. Aún se siembran y aún se venden hortalizas frescas, por ejemplo, en una pequeña huerta debajo de la carretera de la Playa (hoy avenida del Cardenal Herrera Oria), que es como un pequeño islote verde entre bloques de hormigón.

El delegado de Agricultura reconoce que en Madrid «parece que se ignora la existencia de lo agrario. Se habla mucho, en efecto, de tráfico, de urbanismo, de industria, y da la impresión de que la agricultura madrileña no existe». Y añade: « Es un tema desconocido. »

El pasado 6 de febrero, en el área urbana de Cuatro Caminos, tuvo lugar una manifestación de campesinos. Era un hecho casi insólito por lo infrecuente de las movilizaciones campesinas, y especialmente en Madrid. Aunque la manifestación congregaba a agricultores y ganaderos de toda España, su localización recordaba inevitablemente que también en Madrid hay campesinos.

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Nadie duda que Madrid es una provincia industrial y de servicios y que su carácter agrario ha quedado en un plano lejano. Pero ¿cuál es la importancia, la trascendencia actual del Madrid agrario?

Por encima de la media nacional

«Madrid, como provincia agrícola, en razón de su producción, está por el número veintiuno o veintidós, es decir, por encima de la media nacional. Así es que no podemos olvidar la importancia agrícola madrileña, aunque frecuentemente parece que sí se olvida», dice el delegado provincial de Agricultura. «Hay que poner freno a las urbanizaciones, hay que mejorar el medio rural y salvar y potenciar la agricultura madrileña, porque si se deja abandonar acabaríamos con la Naturaleza; pero todo esto no puede hacerlo sólo el Ministerio de Agricultura.»Según los datos referidos a 1977, la producción total agraria de Madrid fue de 18.894,7 millones de pesetas, de los cuales, 11.366,9 millones de pesetas fueron el montante de la producción pecuaria, y 7.527,8 millones de pesetas, de la producción agroforestal.

La producción de 1978 ha sido algo superior en millones de pesetas, pero aún no se dispone de los datos estadísticamente sistematizados.

No obstante, la potencia agraria madrileña no ha experimentado prácticamente ningún aumento, sino más bien un decrecimiento, desde hace quince años. Comparando las cifras actuales con las de 1974 (6.914,5 millones de pesetas en ganadería y 5.560,7 millones de pesetas en agricultura), vemos que el aumento económico es tan sólo un indicador ficticio, por cuanto no se debe al incremento real de producción, sino al alza de los precios.

La población activa agraria madrileña se cifra, según la Delegación Provincial de Agricultura, en 8.856 trabajadores por cuenta ajena y 4.777 trabajadores por cuenta propia. Suman 13.633 productores. «Si se dividen los casi 19.000 millones de pesetas anuales producidos entre los casi 14.000 trabajadores, resultaría una media de más de un millón de pesetas anual por trabajador, lo cual no es un índice precisamente bajo», comenta el delegado provincial de Agricultura, pero precisa: «Claro está que esta media no es real en cuanto a reflejar un nivel medio de vida. »

En Madrid lo que más abunda es el minifundio. «Explotaciones de entre dos y diez hectáreas, con lo que, indudablemente, una familia no puede vivir. Pero en Madrid es inviable la concentración parcelaria por los diferentes valores de las tierras, en base a la especulación del suelo. Una tierra de mala calidad junto a una carretera se cotiza mucho más que una tierra fértil en un punto lejano a un núcleo urbano.

Aquélla es, potencialmente, un solar para construir. Este es el resultado del urbanismo desordenado.»

Más de la mitad del suelo provincial es rústico

La extensión de la provincia de Madrid es de 799.499 hectáreas. De ellas se dedican a la explotación agraria unas 500.000 hectáreas. «Todavía más de la mitad del suelo de la provincia de Madrid es agrario. No compensaría dejar arrasar la agricultura madrileña, a pesar de que hoy día sólo sean 14.000 personas quienes se dediquen a ella, porque perderíamos la esencia provincial. Madrid sería entonces un gigantesco continuo urbano, como Los Angeles, por el que habríamos sacrificado vegas y bosques, ríos y montañas. La agricultura madrileña tiene que persistir; pero ello exige dar dignidad a los pueblos», manifiesta el señor Canals Navarrete.Las hectáreas agrarias madrileñas, según datos de 1978, se distribuyen para los siguientes fines:

Trigo: 56.300; cebada: 34.500; avena: 3.167; maíz: 4.500, y otras 100.000 hectáreas, aproximadamente, de barbecho. «En Madrid, el secano, con el cereal, se suele trabajar así: una parte se siembra un año y se deja para barbecho al siguiente.» Patatas: 3.600; girasol: 1.600; regadío: 30.000 (la remolacha ha descendido a 166 hectáreas, cuando hubo un tiempo en que absorbía unas 10.000, tiempo y razón por los que nació la azucarera de Aranjuez, pero actualmente ha sido desplazada por otros productos). En cultivos leñosos:: viñedos, 3 1.306 hectáreas; olivar, 20.880, y frutales, 1.5130, y hectáreas de forestal, 200.000.

«El mayor problema de la agricultura madrileña es la subsistencia, amenazada por las urbanizaciones. Nosotros vamos a intentar poner freno en las zonas forestales donde la propiedad es municipal, pero Coplaco debe defender otras comarcas donde la propiedad es privada», dice Canals Navarrete.

La defensa forestal a que se refiere entronca con el plan de Icona, de reciente creación, y que trata de la economía de montaña. Es un plan que teóricamente se inició el año pasado y que debe durar diez años. Para él se destinan 1.500 millones de pesetas, y su objetivo radica en crear y mejorar los pastizales para potenciar la ganadería en la cota madrileña superior a los mil metros de altitud. Afecta, por tanto, principalmente, a una pequeña franja de la sierra rica y gran parte de la sierra pobre. «Aquí -señala el delegado de Agricultura sobre el mapa provincial-, en esta parte -indica la sierra de Guadarrama-, ya sólo se puede hacer muy poco, únicamente en esta estrecha franja por encima de San Lorenzo de El Escorial, Guadarrama y Navacerrada. Donde más campo nos queda es en la parte norte de la provincia.»

El plan de economía de montaña pretende declarar montes de utilidad pública, administrados por Icona, las partes altas de la sierra, y, a cambio, dotar a los municipios de pastizales naturales nuevos y mejorar los existentes, cerca de los pueblos, para que a los ganaderos les sea más fácil y rentable atender el ganado.

El 42 % de la provincia madrileña es forestal. De su extensión, 142.000 hectáreas se hallan por encima de los mil metros de altitud y suponen el 17,76% de la provincia. Por encima de los 2.000 metros de altitud sólo hay 32.500 hectáreas, que constituyen el 4,07% provincial, y que son la reserva de nieve.

Una comisión especial

«Pero los problemas de la agricultura no van a resolverse con acciones aisladas. Sirve de poco el turismo de las casas de labranza o el crédito a jóvenes agricultores, por sí solos, y por poner unos ejemplos. El abandono, el hecho de que los hombres del campo superen la media de los cincuenta años sólo se puede evitar con una acción programada y coordinada. En este sentido, la Delegación Provincial de Agricultura propuso hace tres meses al Gobierno Civil una reunión para estudiar este tema. De ahí nació la creación de una comisión especial integrada, además de por agricultores, por Industria, Educación y Ciencia y Obras Públicas y Urbanismo. La comisión está presidida por el subgobernador civil de Madrid, y en una de las reuniones ya se ha perfilado un plan de electrificación que debe resultar muy positivo.»El delegado provincial añade: «La forma de retener la población agraria y que crezca es dotar a los pueblos de elementos atractivos. Pequeñas industrias. Crear alrededor de la capital un cinturón de preabastecimiento. Algunas empresas ya tienen sus almacenes fuera de la capital. En Cadalso de los Vidrios, por ejemplo, una pequeña industria de géneros de punto ha salvado al pueblo de la total emigración.»

La provincia de Madrid, tan industrializada, ha relegado la industrialización agraria, «prácticamente inexistente y reducida a unas cuantas almazaras, granjas avícolas y algunas cooperativas vitivinícolas».

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