Crítica:TEATRO

Rajatabla y la falsa democracia

Rajatabla declara que su taller de dramaturgia nació para ensayar la integración rigurosa de actores, dramaturgo y director, en una refinada variante del sistema colectivo de creaciones dramáticas. El primer resultado categórico de esa voluntad es El candidato, segunda obra de la trilogía abierta con El señor presidente. Para entendemos sobre este trabajo y situarlo donde debe ser -no, claro está, como una burla de las formas democráticas, pero sí como una denuncia de su corrupción esa que puede, podría, ha podido llevar al poder a El señor presidente-, este esfuerzo d...

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Rajatabla declara que su taller de dramaturgia nació para ensayar la integración rigurosa de actores, dramaturgo y director, en una refinada variante del sistema colectivo de creaciones dramáticas. El primer resultado categórico de esa voluntad es El candidato, segunda obra de la trilogía abierta con El señor presidente. Para entendemos sobre este trabajo y situarlo donde debe ser -no, claro está, como una burla de las formas democráticas, pero sí como una denuncia de su corrupción esa que puede, podría, ha podido llevar al poder a El señor presidente-, este esfuerzo de Rajatabla debe ser colocado en el contexto social y político latinoamericano. Es el gran paisaje, siempre lógicamente proyectado sobre las unas veces heroicas y patéticas, otras veces seguras y admirables creaciones de un teatro apasionado y luchador. En esta ocasión casi todas estas notas se armonizan.. Enrique Buenaventura, influyentísimo en el teatro colombiano y, por ósmosis, en todo el continental, autor de los textos más populares del repertorio latinoamericano -En la diestra de Dios padre-, preparó hace años una serie de dibujos escénicos breves que tituló Los papeles del infierno. Escribió muy libremente y utilizó como motores de su trabajo los temas del miedo y el hambre. Uno de aquellos textos se llamaba La orgía, y el propio Buenaventura lo desarrolló hasta convertirlo en El menú. Así se perfiló el gran tema: la represión y defensa brutal de una democracia de pacotilla. Es, sin duda, el ángulo que ha tentado a Rajatabla. El que permite adivinar que esta brillante investigación teatral está vinculada a la consolidación y seguridad de la identidad venezolana. Por eso la conversión de sustancia literaria en sustancia dramática tiene tantos puntos de contacto con el trabajo anterior sobre el texto de Asturias. Carlos Giménez vuelve a huir aquí de un teatro de púlpito empeñado en sanar desde el escenario los males de los pueblos y en hacerlo desde un maximalismo irreal. Rajatabla, buscando una vía de expresión no imitativa, ya está diciendo muchísimo a los latinoamericanos del teatro y de fuera del teatro. Hay un abismo desde los secos ascetismos de tantos y tantos grupos a la cima de este expresionismo casi barroco, de esta limpidez estética de que Rajatabla hace gala.Esta claridad más bien agrega mordiente a la feroz denuncia de las fuerzas,y riesgos escondidos tras la designación de un candidato presidencial. Por ese espacio escénico tan lúcidamente organizado pasa, en inquietantes y reveladoras imágenes, todo un proceso de lanzamiento que Carlos Giménez y sus actores ascienden a la categoría de rito y misterio. La permanente alteración de ritmos sonoros y visuales, las interpolaciones de notas muy populares, el peso de los oscuros, el chirrido de las voces y la amplificación de elementos y figuras componen un lenguaje duro, preciso, de gran iluminación crítica. El taller trabaja profunda y enérgicamente en lo que quiere decir y en la forma de decirlo. La clara intención depuradora de los significantes limpia tan a fondo los significados que el dolor trasciende con la ira y la denuncia con la burla. Dramaturgia de rompe y rasga.

El candidato, basado en «El menú», de Enrique Buenaventura

Versión de Larry Herrera. Dirección: Carlos Giménez. Máscaras y maquillajes: Miguel Angel y Aurora Casals. Principales intérpretes: Sonia Berah, Oscar Salazar, Daniel López, Carlos Canut, Larry Herrera, José Tejera, Francisco Alfaro, Pedro Pineda. En el Centro Cultural de la Villa de Madrid.

Es curioso, pero se nota mucho que detrás de este grupo hay casi un complejo código cultural. Rajatabla es, en realidad, el taller teatral del Ateneo de Caracas, una institución de actividad y nobleza singulares. Y se nota, de alguna forma, que un alto censo de reflexiones y maduras riquezas de la cultura se proyecta sobre el trabajo de este grupo. Todo tiene en él intención y sentido. Ha sido una gran fiesta tenerles, como muy activos y brillantes huéspedes, en este delicado otoño teatral.

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