Entrevista:

"Que España recupere su iniciativa y dinamismo en América Latina"

Una revista chilena acaba de hacer una selección de los «cincuenta hombres más influyentes en el futuro del país». Entre ello figura Hernán Cubillos, ministro de Relaciones Exteriores desde hace poco más de cinco meses. La inclusión del canciller chileno en esa lista no responde a ningún tipo de capricho. Dentro y fuera de Chile hay coincidencia en afirmar que Hernán Cubillos es, sin duda, la figura civil más atractiva de la presente situación y la persona que puede conseguir un cambio notable en la consideración internacional de Chile. Es una persona joven, empeñado en mejorar la imagen inter...

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Una revista chilena acaba de hacer una selección de los «cincuenta hombres más influyentes en el futuro del país». Entre ello figura Hernán Cubillos, ministro de Relaciones Exteriores desde hace poco más de cinco meses. La inclusión del canciller chileno en esa lista no responde a ningún tipo de capricho. Dentro y fuera de Chile hay coincidencia en afirmar que Hernán Cubillos es, sin duda, la figura civil más atractiva de la presente situación y la persona que puede conseguir un cambio notable en la consideración internacional de Chile. Es una persona joven, empeñado en mejorar la imagen internacional de la dictadura militarista chilena. Hernán Cubillos recibió a Ángel Luis de la Calle, corresponsal de EL PAÍS en América Latina y analizó en una entrevista puntos claves de la política de su departamento.

«España ha dejado de tener una presencia activa de empresarios, avanzadas culturales y técnicos en América Latina». dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Chile, Hernán Cubillos, a Ángel Luis de la Calle, corresponsal de EL PAÍS en América Latina.El ministro chileno, que es considerado como una de las personas civiles del régimen del general Pinochet más aceptables internacional mente y por los diplomáticos extranjeros en Santiago, recibió recientemente a una Comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas, un hecho que para Cubillos es «un paso histórico y una acción sin precedentes en el mundo».

En su extensa entrevista con el corresponsal de EL PAÍS el ministro Cubillos indicó que él cree que esta visita, «a la cual se le ha asegurado la objetividad de su acción, debería despejar para el mundo la realidad de Chile en materia de derechos humanos, y servir de precedente para aquellas naciones que hasta ahora han tratado de ser nuestros severos jueces, pero que se niegan a que otros grupos similares de la ONU les visiten, en particular las de la órbita soviética».

Después de declararse partidario para Chile de una democracia que continúe los valores humanistas. Cubillos afirmaba a EL PAÍS: «Confío en que la nueva institucionalidad española permita que España recupere la iniciativa en América Latina que admirábamos a pesar de su preocupación natural por ingresar y participar activamente en la Comunidad Económica Europea.»

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"Chile comienza a superar el traumatismo de la casi guerra civil que ha sufrido"

El nombramiento de Hernán Cubillos para la cartera de Relaciones Exteriores, en sustitución del almirante Carvajal, fue recibido con regocijo en las embajadas acreditadas en Santiago. Los hechos parecen haber confirmado las optimistas expectativas: más cordialidad y pragmatismo en las relaciones, menos posturas dogmáticas y un indudable alivio en áreas tradicionales de tensión.

P.: ¿Cuáles son, a su juicio, las razones por las que el presidente decidió encomendar a un civil la cartera de Relaciones Exteriores?

R.: Después de haber vivido mi país un estado de cuasi guerra civil y de violentos enfrentamientos armados, pasamos por un prolongado tiempo bajo normas del estado de sitio que contempla nuestro ordenamiento legal. Ya superadas esas etapas y habiendo alcanzado el país un grado evidente de normalización, el Gobierno militar ha decidido, según los planes que habla anunciado oportunamente al país, pasar de esa etapa de emergencia a una de mayor normalización conducente a la transición hacia la nueva institucionalidad que quiere darse al país. Es en este contexto que hay que entender la designación, por primera vez, de un civil en la cartera de Relaciones Exteriores, formando parte de este período de la mayor participación de los civiles en la cosa pública, período que coincidirá con el estudio, discusión y decisión final sobre la nueva constitución que habrá de regir a esta nación en su futuro.

P.: Desde su llegada al ministerio se ha observado un claro interés por mejorar la imagen exterior de Chile ¿Es ése un objetivo básico de su política?

R.: Se habla mucho de la imagen exterior de Chile y, especialmente, en Europa ella ha estado profundamente distorsionada. Creo que el pensar que puedan tenerse planes que tengan por propósito exclusivo mejorar imágenes, son ilusiones. Las imágenes se cambian por la superposición de imágenes. Cuando una imagen es falsa, como la que honestamente creo, es a que tienen algunos sectores sobre mi país, una de las soluciones adecuadas es darle tiempo al tiempo y esperar que nuestra verdadera imagen aflore por encima de los prejuicios y de las ideas preconcebidas, a fin de mostrar al país en su exacta y actual realidad. En ese sentido, sí, tengo una clara política de apertura al mundo exterior y he hecho especiales esfuerzos por lograr que nuestro país sea visitado por personas de diferentes naciones. La distancia tan larga que nos separa de ustedes, por ejemplo, hace difícil que muchos europeos lleguen a Chile. Cuando la gente nos visita con los ojos abiertos ve la realidad, un país civilizado, que emerge vigoroso después de haber vivido una experiencia traumática.

P.: ¿Cuál es su programa a medio y largo plazo?

R.: Relacionado con el mismo tema anterior, mi política en la conducción del Ministerio de Relaciones Exteriores es acentuar lo que ha sido la política exterior tradicional de mi país, cual es la de una total apertura y pragmatismo en sus relaciones internacionales. abierta al mundo en su totalidad. No tengo más limitaciones en cuanto a la relación entre Estados, que aquella que impone la no interferencia en los asuntos internos de cada nación.

P.: ¿Tiene alguna influencia la política latinoamericana del presidente Carter en la actual circunstancia política de Chile?

R.: La política latinoamericana del presidente Carter no nos aparece enunciada con claridad y por tanto, no me atrevería yo a juzgarla, porque podría caer en confusiones. Esa indefinición determina que precisar si tiene alguna influencia en las circunstancias políticas de Chile, sería entrar al campo de las especulaciones. Sin embargo. dentro de algunas cosas que aparecen claras en la enunciación de política del presidente Carter, está su buena intención en tratar el terna de los derechos humanos, intención que, a veces, se ha visto entorpecida por consideraciones estratégicas y de intereses de Esados Unidos, que han limitado la buena intención moral de la medida. Sin embargo, como en nuestra área del mundo las consideraciones estratégicas parecen no ser tan importantes, la política de derechos humanos ha sido aplicada con un rigor moral que indudablemente ha influenciado el curso de acción de muchos asuntos relacionados por los países de Iberoamérica. Lo que sí resulta negativo es la forma discriminatoria de cómo se ha llevado esa política.

P.: Personalmente, ¿es usted partidario del retorno de Chile a un sistema democrático? ¿Considera que los plazos inicialmente previstos para ese objetivo deberían acelerarse?

'Democracia, pero humana'

R.: Personalmente, soy partidario del retorno de Chile a un sistema democrático que, por lo demás, es la voluntad del actual Gobierno militar, claramente expresada. El camino que se seguirá es una evolución ordenada, a través de la discusión de un nuevo texto constitucional, lo que ya está en marcha. Sin embargo, al hablar de «democracia» hay que hacer una clara distinción entre las distintas formas de gobierno que se agrupan bajo el valor algo diluido hoy de esta palabra o concepto. Es bien sabido por ustedes, los europeos, que bajo el apelativo de sistema democrático se alberga un amplio espectro de formas de gobierno que encubre desde algunos absolutamente toalitarios hasta otros auténticamente libertarios. Chile estará ubicado en el espectro de los regímenes que por democracia entienden la verdadera libertad del hombre, su dignidad como persona humana, conceptos que generalmente se involucran dentro de la llamada civilización cristiana occidental.

P.: En su opinión, ¿ha superado la sociedad chilena los traumas sufridos en los últimos años?

R.: Nuestra sociedad comienza lentamente a superar la traumática situación de cuasi gerra civil que sufrió con la experiencla marxista. También comienza a superar otra experiencia más larga y también igualmente traumática, que es la de sucesivos gobiernos que bajo distintos esquemas políticos o con distintas interpretaciones ideológicas prometieron grandes logros e ilusionaron con recetas simples que aparecían como panacea para resolver todos nuestros problemas. Creo que la sociedad actual chilena, al recuperarse de esas experiencias, será una sociedad menos dispuesta a creer en la ilusión fácil y más convencida de que el único camino de lograr el desarrollo, el bienestar y la felicidad, es a través del trabajo duro, dedicado y persistente. Ello, por lo demás, está resultando comprobado por el extraordinario desarrollo económico que Chile ha podido lograr bajo sus nuevos planteamientos económicos, que acentúan aquellos aspectos de trabajo que yo menciono. Esto resulta evidente para quien visita el país y más sorprendente para los teóricos de la economía cuando tal desarrollo y éxito se produce bajo condiciones muy deprimidas del precio del cobre, que era nuestro principal producto exportador.

La incomprensión que, por imagen ha existido para apreciar el proceso chileno, lo que nos ha provocado una forma de aislamiento tremendo, la ausencia de ayuda, la depresión mundial que ha afectado el precio del cobre, nuestro producto básico, nos ha obligado a dejar de lado las ilusiones y a enfrentar la dura realidad del que tiene que luchar solo. Hemos logrado éxito, el mundo ha abierto los ojos.

P.: ¿Qué opina usted sobre los chilenos que actualmente residen fuera del país?. ¿Qué papel adjudica usted a esos compatriotas en el futuro de Chile?

R.: El chileno tiene, por configuración de su geografía, una mentalidad algo isleña. El país está aislado hacia el norte por un inmenso desierto; hacia el Este por la cordillera más alta en el hemisferio occidental; hacia el Oeste por el más grande de los océanos, y hacia el Sur por la soledad de la Antártida. El carácter de este isleño es hospitalario y tiende, por naturaleza, a tratar de tener buen contacto con el resto del mundo. A ello obedece una tradición viajera del chileno, que lo hace movilizarse a través del mundo con mucha facilidad de las distancias que nos separan de otros países.

Entre los chilenos que actualmente residen fuera de Chile hay muchos que lo hacen por este espíritu que señalo. Sin duda, hay otra gran cantidad que han partido por razones políticas. A otros les es más fácil desenvolverse fuera en el mundo de los esquemas ideológicos políticos y vivir del pago generoso que hacen países europeos a personas que consideran exiladas, que volver al trabajo diario que en Chile todos debemos hacer. Sin embargo, creo que en el futuro la mayoría irá volviendo, porque las raíces de la tierra son fuertes y cada uno quiere su patria. Aquellos que vuelvan con espíritu generoso, sin odios y dispuestos a colaborar en la gran tarea nacional, tendrán un rol que jugar. Los que vuelvan animados por un espíritu de revancha o de odio, no tienen hoy lugar en nuestra sociedad y son los que forman aquellos grupos desquiciados que recorren el mundo bajo la identidad del anarquismo y terrorismo.

'Por una mayor presencia española'

P.: ¿Cuál es su opinión sobre el rol de España en América Latina?

R.: Al hablarme usted de España, me toca un punto débil, ya que mi cariño por esa tierra es profundo y muy sincero. Tengo allí muchísimos amigos. Es un país que he visitado con frecuencia y en el cual, como les consta a quienes allí me conocen, me siento a gusto y, como decimos nosotros «muy en mi casa». Es por ello que yo quisiera ver a España jugando un rol en América atina aún más importante que el que hasta ahora ha jugado. España debe ser parte de América, como decía un gran intelectual español a quien mucho admiro. España no debe ser el puente de América en Europa a través del cual los latinoamericanos pasemos a ese continente, sino la base avanzada de América en el mismo. Sin embargo, con realismo, hay que señalar que como producto de la situación actual de consolidación democrática que vive España y de los períodos de ajuste que ello implica, el español ha debdo, en este último tiempo, estar más centrado en su propio problema.

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