Crítica:

Sociología y Epistemología

En la sociedad industrial occidental, 1968 es el año de la gran revuelta estudiantil: la explosión del mes de mayo francés, junto con los acontecimientos de Ciudad de México (plaza de las Tres Culturas). Berlín y Madrid; fueron los hitos estratégicos de ese movimiento. En este mismo año, en París, escenario central de una dramática revolución imaginaria, es donde se ha escrito y publicado el libro que nos ocupa en su edición original. El oficio del sociólogo—concebido ahora como un hábito epistemológico profesionalmente internalizado y enseñable se presentaba como el título de una...

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En la sociedad industrial occidental, 1968 es el año de la gran revuelta estudiantil: la explosión del mes de mayo francés, junto con los acontecimientos de Ciudad de México (plaza de las Tres Culturas). Berlín y Madrid; fueron los hitos estratégicos de ese movimiento. En este mismo año, en París, escenario central de una dramática revolución imaginaria, es donde se ha escrito y publicado el libro que nos ocupa en su edición original. El oficio del sociólogo—concebido ahora como un hábito epistemológico profesionalmente internalizado y enseñable se presentaba como el título de una obra que debía comprender tres libros. El primero el que entonces se publicó trataba acerca de los «presupuestos epistemológicos» de todo posible conocimiento científico de «lo social». El segundo debería tratar de la «problemática » teórico-conceptual planteada por el ejercicio del hábito científico del sociólogo. El tercero habría de ocuparse de los «útiles» de tal oficio: de los instrumentos de observación y medida exigidos por la investigación sociológica.

El oficio del sociólogo

Pierre Bourdieu; Jean -Claude Chamboredon; Jean-Claude Passeron

Madrid, 1976.

No se ha publicado ninguno de estos dos enunciados libros y se ha abandonado, por «imposible», ese proyecto inicial que exigía su escritura y publicación. Tal es lo que se anuncia en la segunda edición francesa (1973) de aquel primer libro de Bourdieu, Passeron y Chamboredon. Que es la que ha sido objeto de la versión en castellano que aquí nos ocupa (Siglo XXI, 1975; segunda edición, 1976). El oficio del sociólogo valdrá entonces como una crítica introducción epistemológica a los problemas fundamentales que plantea el ejercicio científico—analítico de la Sociología. Y como un excelente manual para aprendices, enseñantes y profesionales de tal disciplina científica. Para todos los estudiosos en general de las cuestiones epistemológicas que plantean las ciencias sociales, éste es un libro fundamental. Toda la teoría estructuralista de la ruptura epistemológica ideológicamente distorsionada en el «vulgar-marxismus» de Althüsser encuentra aquí uno de sus más lucidos y críticos desarrollos. En el mismo año y en el mismo escenario político urbano en que Althüsser iba a ser víctima de una crisis de identidad, Bourdieu y sus colaboradores se atrevían a publicar este nuevo discurso del método. Frente a la crítica situación epistemológica de la Sociología contemporánea, nada mejor que volver a repetir, ahora, el proyecto durkheiminiamo de «las reglas del método sociológico». Una repetición radicalmente crítica en cuanto realizada desde el riguroso proyecto actual de una epistemología general de las ciencias humanas.

Enunciemos algunos de los postulados fundamentales que vertebran estos presupuestos epistemológicos de toda posible ciencia social. »El hecho se conquista contra la ilusión del saber inmediato». El objeto de la ciencia no es algo ya dado, sino una construcción teórica. «El hecho se construye». «El hecho se conquista, construye y comprueba» Y este es el propio circuito práctico—teórico de toda investigación sociológica capaz de alcanzar descubrimientos científicos en su propio campo. En el campo de lo social, la conquista del hecho exige la ruptura epistemológica con las evidencias del sentido común y con los ilusionados clichés de la propia autoconciencia teórica. El instrumental analítico conceptual del que inicialmente dispone todo sociólogo contemporáneo es esa convergente diversidad de enfoques de «lo social» que constituyen la gran tradición teórica. Pero la propia degradación escolástica de toda tradición académica bloquea la crítica utilización científica de ese complejo y diversificado instrumental analítico. Que así, reconstruido dogmáticamente, da lugar a ese tipo de «sumas teóricas» a lo Talcot Parsons, donde lo que fue herramienta analiticometodológica deviene pura abstracción lógico-conceptual, al margen de todo controlable referente empírico. La función de toda auténtica teoría es la producción de la ruptura metodológica necesaria para la determinación y construcción científica del objeto a investigar. Desde este criterio hay que enfrentarse con la tradición teórica para recuperar y reconstruir su posible validez analítica.

Todo lo anterior no es sino mínima indicación del interés excepcional del presente libro en el campo de las ciencias sociales. En el contexto crítico de la Sociología actual ocupa un lugar bien destacado la obra en francés de Pierre Bourdieu y sus colaboradores. Aludiré, sólo de pasada, a sus decisivas contribuciones a la sociología de la educación, alguna de las cuales fue ya editada en castellano (Los estudiantes y la cultura. Barcelona. 1967), con un sugestivo prólogo de José Luis Aranguren. Y no puedo dejar de mencionar otros tres trabajos fundamentales de Bourdieu: Tres estudios de etnología Klyla (1965-1970- 1972). Genesis y estructura del campo religioso (1971), Esquema de una Teoría de la Práctica (1972).

Vuelvo a subrayar explícitamente la importancia clave de este ambicioso y riguroso libro en el contexto de la crisis contemporánea de las llamadas «ciencias sociales» o «ciencias del hombre». Los estudiantes y profesionales que lo manejen como una herramienta profesional van a comprobar por si mismos su propia eficacia teórico-práctica en el campo científico de la investigación sociológica. Los estudiosos que lo lean van a constatar su notable interés analítico.

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