Tribuna

Del romancero a "Caddie"

La historia de los bandidos generosos o justicieros corre paralela en la literatura a una serie de motivaciones sociales y económicas similares en todos los países y en determinados momentos de su desarrollo. Uno de éstos es el siglo XIX. En España es la época del bandolérismo andaluz, llevado a nuestro cine con mejor o peor fortuna, y en Hungría, los años en que Farkos Csapo, protagonista de El viento corrió bajo tus pies, toma partido por los pastores de la estepa en contra del canal que los grandes terratenientes construyen para mejorar sus tierras a costa de los intereses de sus...

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La historia de los bandidos generosos o justicieros corre paralela en la literatura a una serie de motivaciones sociales y económicas similares en todos los países y en determinados momentos de su desarrollo. Uno de éstos es el siglo XIX. En España es la época del bandolérismo andaluz, llevado a nuestro cine con mejor o peor fortuna, y en Hungría, los años en que Farkos Csapo, protagonista de El viento corrió bajo tus pies, toma partido por los pastores de la estepa en contra del canal que los grandes terratenientes construyen para mejorar sus tierras a costa de los intereses de sus antiguos moradores. Si el tema es en sí un canto o, por mejor decirlo, un adiós a un modo de vivir rural, cuyo final se evidencia inexorable y cuyos símbolos máximos son el bandido en sí y sus amigos, en su estructura aparece construido como un western clásico con su héroe solitario, amigo del comisario al que la vida puso al otro lado de la Ley y al que no guarda rencor a pesar de que le encarcelara uridía.Los habituales conflictos entre ganaderos y agricultores, son aquí luchas entre peones y pastores, uno de los cuales traicionará a su vez al héroe alzándole a la categoría de mito en las tierras que tiempo atrás conocieron sus hazañas. El progreso viene con aquellos a los que el héroe se enfreta. Al cabo de los años se volverá en su contra, pero el héroe no puede saberlo, es un hombre acabado como el modo de vida que representa, tal como se nos muestra a. lo largo de una serie de bellas imágenes donde la llanura húngara, su folklore y sus can ciones van contando en viejos romances la historia de Gjurka, componiendo un fresco memorable aunque a veces demasiado lento, para lo que nuestro cine acostumbra. Los actores demasiado hieráticos dan los tipos correctamente. La dirección evidencia la experiencia técnica de Gyorgy Szomjas, autor ya de numerosos cortos y un interés acusado por el folklore de su país, que en este caso enriquece una historia más o menos conocida de antemano. Caddie es otro caso de ambientación perfecta. Mucho más difícil de lograr por tratarse de los años 20-30, época de transición difícil de evocar sin caer en lo pintoresco. Maquillaje, ropa, bailes, muebles, todo cuanto supuso el paso breve de unos años decisivos se halla en este filme, enmarcando a un pue blo de aluvión, a medias anglo sajón y en parte latino, como los dos protagonistas de su historia. Esta vida de Caddie, personaje que existió en la realidad y que no tiene en sí mayor ímpetu heroico que el de otras muchas mujeres que de bieron nacer, amar o morir en la Sidney de entonces, se parece mu cho a la de la protagonista de Alicia ya no vive aquí. Sólo cambia en su itinerario a lo largo de su país, sus gentes y sus años, cuyo paso una serie de rótulos nos va apuntando, la sociedad en torno y el tono del filme cuya dureza es menos agresi va, aunque más sórdida a veces y más sincera en definitiva. También es diferente la actitud de su protagonista, siempre dispuesta, a enfrentarse a la desgracia, a defender sus derechos sobre sus hijos en busca de una independencia que preludia los actuales movimientos feministas, una de cuyas organiza ciones ha contribuido a financiar la película. No hay en ésta, en contra de lo que pudiera temerse, ningún tipo de alegato, símbolo, actitud heroica o demagogia, lo que le da mayor validez si cabe junto al trabajo impecable,de Helen Morse.Narrada también con cierta premiosidad por Anthony Buckley en un estilo clásico, viene a ser, ante todo, documento de un país, de una actitud ante la vida y una época, y a la vez muestra de un cine evidentemente maduro aun dentro de un estilo ya superado.

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