16 novelas negras muy recomendables para la Feria del libro
Una selección de ‘thrillers’, novelas policiacas, algunos clásicos recuperados y mucho más, analizado y comentado para poder elegir mejor
El género negro en España tiene una fortaleza envidiable y por eso volvemos a la carga con una serie de novedades leídas y comentadas para la Feria del Libro de Madrid y cuantas se celebren por España estas semanas. Valen para ir y comprar todas las listas que hemos hecho en los últimos meses y que ustedes pueden encontrar en Elemental: para Navidad, ...
El género negro en España tiene una fortaleza envidiable y por eso volvemos a la carga con una serie de novedades leídas y comentadas para la Feria del Libro de Madrid y cuantas se celebren por España estas semanas. Valen para ir y comprar todas las listas que hemos hecho en los últimos meses y que ustedes pueden encontrar en Elemental: para Navidad, para BCNegra, para el frío o la lluvia… pero en esta nos centraremos en libros aparecidos en las últimas semanas. Siempre, menos de los que podríamos recomendar si el tiempo fuera infinito, el suyo y el mío, pero con la idea de apostar por ellos tras una lectura detenida y un análisis fundamentado.
No me ha dado tiempo a leer a algunos autores que recomendaría con los ojos cerrados, que están de estreno este junio (o lo han estado un poco antes) y de los que hablaremos de cara al verano (John Connolly con una nueva historia del amado Charlie Parker, Daniel Silva con otra entrega de su espía Gabriel Allon o un nuevo ejercicio de estilo de Tana French) pero lo que hay merece la pena, y mucho. Pasen y lean.
Golpes duros en el rostro
Las chicas de la cantera, Jess Lourey (Principal Noir, traducción de Iris Mogollón). Esta novela partía de dos presupuestos que me tiraban para atrás. Por un lado, lo de la autora estadounidense súper vendida en Amazon y bla, bla, bla; por otro, lo de novelar un crimen real. ¿Por qué no mejor un true crime profundo y brutal? Pero he aquí que en un rato estaba en la página 50 y ya no quería salir de ese mundo del Medio Oeste americano, poblado de sombras y hombres despiadados e impunes, pero también de jóvenes como las protagonistas por las que rezas y con las que empatizas, sobre todo esa maravillosa Heather con su cara quemada, su desconcierto y sus ganas de ser una mujer libre. Pero, ¿y el crimen? dirán ustedes. Los crímenes, sería mejor decir, en Pantown, esa pequeña ciudad que podría ser tantas ciudades, antes y ahora: uno, el de Beth, camarera secuestrada por una bestia oscura y cuyo cautiverio sufrimos en capítulos aparte; otros, los cometidos contra las protagonistas y los estructurales y todo ello envuelto en un silencio impuesto por los hombres del pueblo. La angustia crece a medida que se consuma el desastre. Aunque la trama no se apoya en el misterio (los responsables están bastante claros desde el principio) conviene no contar mucho más. Adéntrense en la novela y descubran esta historia de resistencia, sororidad y misterio. Merece la pena.
Hierro viejo, Marto Pariente (Siruela). Un wéstern español sobre el peso, enorme, del pasado y sobre las cicatrices, profundas, de las decisiones erróneas. Con un tono muy especial (a veces uno creería estar en una novela de Chuck Palahniuk, otras, en una de Cormac McCarthy) la novela conecta con el lector por la vía de un estilo que agarra y de unos personajes fuera de cualquier estereotipo y extravagantes en su justa medida. Primero, Coveiro, sepulturero; antes asesino a sueldo o similar; hermano de un desgraciado de nombre Richi al que ya ha enterrado y tío del hijo autista que este le dejó. Quiere olvidar su vida anterior, ver cómo transcurren los días, cazar, pero la vida no le va a dejar en paz y el pasado, tampoco. Después, Rubí de Miguel, mujer despiadada con dos hijos calamitosos por castigo. Y, por último, unos secundarios como Los Bobby, asesinos a sueldo salidos de una mente muy perversa o el Duque, con el que Pariente cierra el círculo temporal de una trama bien cosida. El final ajusta cuentas con todos y es justo con el desarrollo de la novela. No se puede pedir mucho más. Con todo esto, Pariente mantiene una apuesta que en Francia le llevó con La cordura del idiota a la Serie Noir de Gallimard. Habrá que seguirlo.
Un mayo funesto, Alan Parks (Tusquets, traducción de Juan Trejo.) Quienes no hayan caído antes en las aventuras de Harry McCoy están de suerte. Pueden ir al primero, Enero sangriento, y conocer al personaje desde las raíces o pueden quedarse en esta excelente quinta entrega de sus aventuras. No se van a arrepentir. Ignoramos cómo va a llegar al duodécimo libro, el que corresponda con diciembre según el plan del autor esocés, este antihéroe metido a policía en el Glasgow de los setenta, pero aquí lo encontramos hecho polvo, recién salido del hospital y con los mismos defectos de siempre: bebe mucho, come mal, duerme peor (a lo que no ayudan nada las anfetaminas) y es muy amigo de uno de los grandes mafiosos de la época. Pero es buen investigador y lo da todo y en torno a él Parks crea un buen policial. En este caso, se trata de la muerte de cuatro personas en el incendio provocado de una peluquería, un misterio (hay unos presuntos culpables, pero ya se sabe) que se mezcla en el trabajo de McCoy y en su mente (dejamos que descubran si también en la trama) con otros casos: ha desaparecido el hijo adolescente de su amigo mafioso y, por otro lado, alguien ha matado a un oscuro pornógrafo. ¿Lo mejor? Cómo se mete todo esto en el tejido social de la época, en las luchas, la hipocresía y la corrupción. Y eso sin dejar de ser un excelente policial de aroma clásico y con un buen plantel de secundarios.
‘Thrillers’ para todos los gustos
El rumor, Ashley Audrain (Alfaguara, traducción de Carlos Jiménez). Thriller psicológico de la autora canadiense de El instinto, todo un best seller mundial con buenas críticas, además. En este caso, un asunto no apto para padres agobiados: una madre se enfada con su hijo de 10 años en una fiesta en su estupenda casa y pierde los estribos delante de todo el mundo; nueve meses después, encuentran al niño inconsciente después de que se ¿cayera? por la ventana. Estos son ingredientes que sirven igual para un desastre que para un thriller en condiciones, pero Audrian sabe lo que hace. A partir de este planteamiento se desarrolla una narración dividida en cuatro voces, las de cuatro mujeres, todas vecinas, todas con opiniones sobre las demás, todas con una relación compleja con la maternidad, y dos tiempos (el de la fiesta y el inmediatamente posterior al desastre). Hay que tener un poco de paciencia, pero merece la pena: las miguitas que va dejando la autora a través de estas cuatro mujeres (distintas, potentes cada una a su manera: ojo a la historia de Mara) nos van descubriendo relaciones cruzadas, conflictos, envidias, pasiones y un sinfín de problemas que van cercando la trama principal. El lector ya no quiere saber solo qué le ha pasado al pobre Xavier, sino por qué encuentra Blair aquella llave en el cajón de la casa de su amiga Whitney, por ejemplo. Es un thriller, hay sorpresas y giros, pero bien medidos. Y un respeto al lector, a quien no se le telegrafían las intenciones de la trama. Y así hasta la última línea.
Anna O, Matthew Blake (Salamandra, traducción de Jofre Homedes). En un mundo en el que un buen montón de novelas son calificadas como thriller en busca de lectores ávidos de emociones, encontrarse con una que responde a todo lo que se pide del género es una gran noticia. El planteamiento es arriesgado: la asesina más mediática del mundo, Anna Ogilvy, permanece en un sueño profundo desde que, cuatro años antes, matara a puñaladas a sus dos mejores amigos. Algunos la condenan, otros creen que no lo hizo. Un joven y atractivo psicólogo, Benedict Prince, con una teoría alternativa sobre el mundo de los sueños, recibe el encargo de las altas esferas de la seguridad británica de tratar de despertarla para que sea juzgada. Su exmujer, Clara, fue la inspectora que llevó el caso. La propia Anna O, como se la conoce, fascinada por un caso real se volcó hasta límites insanos en su investigación, que seguimos con emoción a través de su diario. No conviene contar más, porque una de las grandes claves, mucho más que los giros y las sorpresas en la última línea de un capítulo, es la dosificación de la información y ahí es donde este autor britántico se muestra impecable. Eso, aderezado con la cantidad justa de vida convulsa del protagonista y, aparte de la referencia más obvia a Freud, con un interés documentado y lúdico por la historia del true crime y por usar, al tiempo, sus mecanismos narrativos. Me divierte mucho su homenaje a Hitchcock. Un artefacto perfecto.
Cinco malas acciones, Caz Frear (AdN, traducción de Cristina Martín). La autora tiene una carrera fulgurante en el género en Reino Unido gracias a las novelas de Cat Kinsella, buenos policiales con un ingrediente esencial: la mirada irónica de su protagonista. Así que había curiosidad por ver cómo se manejaba con una trama fuera de la serie y el resultado es bueno, divertido, y conserva un sarcasmo elegante pura marca de la casa. La protagonista es Ellen Walsh, mujer que ha sabido escalar socialmente hasta tener todo lo que desea: casoplón, trabajo prestigioso, un marido perfecto y tres hijos (una adolescente y dos gemelos pequeños que la vuelven loca). Pero su vida cambia cuando alguien que conoce algún secreto suyo empieza a mandarle notas anónimas y a hacer de su vida un infierno. ¿Quién es? ¿Una de sus amigas pijas? ¿Su despechada hija Orla? ¿El policía con pinta de siniestro que patrulla por la urbanización? ¿Qué sabe ese acosador o acosadora? La novela combina entonces la voz de Ellen con las de todo su entorno para que vayamos descubriendo (en una eficaz dosificación de datos y secretos revelados) cómo la ven los demás, el poder criminal de los rumores, qué ha hecho tan mal como para terminar en la cárcel. No se inquieten: eso se ve en el primer capítulo. El resto, dejo que lo descubran.
El año de la langosta, Terry Hayes (Planeta). Que nadie se asuste si llega a la Feria o a su librería de referencia y coge en sus manos este auténtico tocho de 844 páginas: se lee en tres ratos (tres ratos largos, eso sí, o cuatro) porque el inglés Terry Hayes ha tardado 10 años en escribir esta novela tras la impresionante Yo soy Pilgrim pero la espera ha dado resultado. Espionaje de alto nivel, mucha acción (casi no hay una página en la que no ocurra algo) escenarios espectaculares y, de nuevo, un espía solo posible en manos de un buen narrador. Kane, el protagonista, se parece a Pilgrim pero no: se trata de un espía experto en zonas de acceso restringido (Pakistán, Irán, Rusia, Corea del Norte…) con una misión esencial para la seguridad y el futuro de Occidente: frenar a Al Tundra, un terrorista surgido de los escombros del ISIS y que se convierte en el némesis perfecto para nuestro héroe. La trama se resetea en la página 200, luego en la 400 y así y el lector está atrapado en este mundo. Hayes es guionista (Mad Max 3, entre otras); pero no utiliza aquí solo esos recursos para mantenernos en la silla: la novela está bien escrita, los personajes (sobre todo Kane, pero no solo) están bien definidos… y se ha atrevido con algo: Pilgrim era el último gran héroe del espionaje, solitario y casi invencible; Kane es más vulnerable y no quiere estar solo: ahí tiene a su amada Rebecca y a la joven Laleh, cuya historia mejor dejaré que descubran. Y cuando uno cree que la trama no puede dar más vueltas, llegan las 250 últimas páginas. Si han leído la faja promocional y una de las comparaciones que hace, pueden intuir por dónde van los tiros. Es muy arriesgado, un poco suicida, pero dejo que vean si funciona o no. Valiente, desde luego, ha sido.
- Aquí tienen una reciente entrevista con el autor en la que da no pocos titulares
Un par de muy buenos policiales
Pura rabia, Davide Longo (Destino, traducción de Lara Cortés). Me pregunto en qué momento Davide Longo se dio cuenta de que el verdadero tesoro de su serie era Vincenzo Arcadipane, un policía peculiar y un ser humano excepcional. Quienes conozcan las anteriores entregas, sobre todo El caso Bramard, saben de qué hablo; quienes no, lo notarán desde la primera página de esta tercera novela de Los crímenes del Piamonte. ¿Qué nos encontramos aquí? Un policial muy bueno, un humor que no está al alcance de cualquiera (con esa mezcla perfecta de ironía y chispa que tanto frecuenta otro gran italiano, Antonio Manzini y su querido Rocco Schiavonne) y, sobre todo, personajes amasados con paciencia y magia. ¿Cómo, si no, encontrarnos a un fascinante Luigi Normandía en la página 220? ¿Cómo, si no, aguantar los pocos fogonazos que le quedan a un Bramard que nos fascinó en la primera entrega? ¿Y qué me dicen de la joven Isa Mancini y su forma particular de estar en la policía y en el mundo? (le sacó un ojo a un compañero que intentó pasarse con ella) Y no crean que descuida la trama, no: aquí, una caso en apariencia anodino se convierte en un complejo entramado, pero despacio y sin perder en ningún momento el ritmo. Parece uno de los buenos argumentos de Fred Vargas y, lo importante: llega hasta el final en alto mientras resuelve aspectos de la vida de sus personajes, tan queridos por el lector. Novela negra al estilo clásico y de alto nivel. Deseando nada más terminar que llegue ya la cuarta entrega.
Tú bailas y yo disparo, Manu Marlasca (Destino). Una novela de policías, un procedimental sólido y un par de personajes, al menos, llamados a permanecer son algunos de los ingredientes del debut en la ficción de uno de los grandes periodistas de sucesos de España. La trama sigue las andanzas del grupo X de la Policía Nacional (bebe mucho de la realidad esta novela) y la investigación de un crimen brutal que tendrá relación con otro antiguo. Jimmy, el protagonista, es complejo sin ser intenso y forma una excelente pareja con Mangas (más realidad aquí), un personaje que es pura cicatriz. La historia no juega a las sorpresas innecesarias pero se guarda un gran epílogo para poner todo en su sitio y al lector en un lugar más incómodo de lo que podía esperar. También tenemos referencias y citas y conversaciones literaria metidas sin forzar por un autor que es también un gran lector; ah, y pulula por las páginas un gato que se llama Udyco. No se la pierdan.
Clásicos de ayer y hoy
Ciudad en ruinas, Don Winslow (Harper Collins, traducción de Victoria Horrillo). Novela que cierra la trilogía iniciada con Ciudad en llamas y continuada con Ciudad de los sueños, ambas protagonizadas por Danny Ryan, el particular Eneas con el que el autor de El poder del perro ha decidido poner fin a su carrera literaria. El envite, por tanto, era enorme y durante las primeras 100 páginas asistimos a una presentación del estado de la cuestión: sirve para que se pueda leer independientemente de las otras y para que el lector entienda algo: de la mafia no se sale, el pasado siempre vuelve, la ambición desmedida exige decisiones al mismo nivel. Es divertido ver cómo Winslow extiende el catalejo y mira los escombros de las anteriores entregas: familias destrozadas, vidas destrozadas, mafiosos retirados o desorientados, odio a raudales. Pero todo esto tiene que encontrar un sentido y lo hace con la aparición de Regina Moneta, agente del FBI que odia a Ryan, y con razón. Y, sin embargo, el lector va con el antihéroe (el más legal de los malos, el más guapo, el más listo, el más intenso también) y eso es mérito de Winslow. Cuando el desastre inevitable llega el ritmo acelera de forma tan natural… Y ahí todos pagan, casi todos mueren, todos sufren. Es tan bueno, que le podemos perdonar el epílogo consolador y reparador. Una despedida por todo lo alto. Gracias, Mr. Winslow.
La mujer del domingo, Fruttero & Lucentinni (Siruela, traducción de Natalia Zarco). Qué excelente noticia la reedición de este clásico del noir italiano, escrito a cuatro manos por uno de los dúos más peculiares de la literatura europea. Un aviso: no desesperen si el inicio se ralentiza y disfruten del despliegue de ironía y estilo con el que los autores describen la fauna turinesa que poblarán su trama. Son 45 páginas deliciosas. Luego llega el asesinato del arquitecto Garrone (no se alarmen, lo anuncian en la primera página) y aparece el comisario Santamaría (inmenso personaje, navegante improbable del lado oscuro de la ciudad) y el asunto cambia de registro sin perder sus virtudes. Me encanta el sarcasmo que se dedican algunos de sus personajes, me fascinan esas señoras de clase alta saliendo de la peluquería y a las que el crimen no termina de manchar. La trama camina por lugares conocidos dentro del género y de manera sólida. Es cierto que igual queda un poco anticuado (no todos los delitos envejecen igual); pero se lee con gusto.
Inclasificables
La luz del norte, Hideo Yokoyama (Salamandra, traducción de Marina Bornas). “Construya la casa en la que le gustaría vivir”. Con esta frase mágica, el sueño de cualquier arquitecto, mantra primero y maldición después, un joven matrimonio encarga a Minoru Aose, el protagonista de esta extraña novela, que les diseñe la casa de su vida. La residencia Y, como se llamó, recibe la aclamación de todo el mundo y es el asidero de Aose en un momento de crisis personal (divorcio de por medio) y laboral. Conociendo al autor de la espléndida 64, te preguntas desde el primer momento a qué está jugando Yokoyama en esta novela, e intuyes que si la aproximación al misterio es pausada ha de responder a algo. Aose descubre que sus clientes no viven en la casa y que, de hecho, han sido borrados de la faz de la tierra. ¿Dónde están? ¿Qué ha ocurrido con ellos? ¿Tiene que ver con aquel hogar mítico? La investigación no empieza hasta la página 90, y no una investigación cualquiera, pero antes disfrutamos del despliegue de las primeras capas de una novela llena de ellas que nos enganchan irremisiblemente al protagonista, sus pesquisas y su destino; y la belleza de la luz del norte. Es casi una narración intimista de la búsqueda de una verdad y un sentido de la vida por parte del protagonista. La más bella y ancestral de las pesquisas.
- Más información sobre Hideo Yokoyama y su visión del policial de la mano del gran David Peace
Historias de la noche, Laurent Mauvignier, (Anagrama, traducción de Javier Albiñana). Me encontraba inmerso en la complejidad de esta novela cuando el tiempo se me ha echado encima, pero no quería dejar de recomendarla. Posiblemente, el más literario de los libros que aquí se reseñan. Contexto: un pueblo al norte de Francia, uno de esos que se vacían a marchas forzadas. Protagonistas: una pintora ya mayor y una familia de granjeros que lo están pasando mal pero que, aun así, va a celebrar el cumpleaños de la madre, Marion. Elemento disruptor: aparece un coche, y tres hermanos, y un pasado entero lleno de turbulencias. Fiel a su estilo, Mauvignier se lo toma con calma, hay mucho discurrir de la psicología de los personajes, pero la trama fluye con soltura hacia lugares oscuros. Aquí no hay blanco ni negro, los matices mandan. Y cuesta decir de una novela de más de 400 páginas que es precisa, pero ahí está este autor para llevarnos la contraria. No flaquea, bien al contrario, ni cuando el contexto social, el de la Francia convulsa de estos últimos años, domina.
Gadir, Cristina Cerrada (Lumen). Uno siente una bofetada al abrir Gadir y callejear por sus páginas. No es que no hayamos visto antes esto (a veces suena al maestro underground Julián Ibáñez y no deja de recordar a esas historias de perdedores natos y crooks del añorado Alexis Ravelo) es que sientes el hedor de los lugares por los que transita ese desastre humano llamado Suso Corbacho. La trama, que la hay, es lo de menos: la gracia es seguir los andares inciertos de este exadicto reconvertido en abogado de otros perdedores como él. Ritmo punk, frases cortas, pocas explicaciones y mucho ir de un lugar a otro para esta novela negra de atmósfera sucia y potente. Está organizada en torno a unos diálogos llenos de ritmo. Ideal para una tarde de acción antes de pasarse a algo menos sórdido. Aquí tienen para elegir.
Dos apuestas por otro tono
La soga de cristal, Elia Barceló (Roca Editorial). Cierre de la trilogía Muerte en Santa Rita, que empezó con una entrega con ese mismo título y siguió con Amores que matan y que lleva a su culminación las virtudes de la apuesta de su autora (que ya ha navegado con éxito por las aguas de la fantástica y la juvenil, entre otras literaturas) en el género negro: historias clásicas, con resonancias de cozy crime, ambientes cálidos en los que nunca falta el crimen, muchos personajes y una intriga con todas las piezas en su sitio. Para los que no hayan leído las anteriores, se puede empezar por esta (Barceló tiene mucho oficio y enseguida mete al lector en la historia) o disfrutar de la trilogía desde el inicio. En cualquier caso, nos encontramos en Santa Rita, un antiguo balneario convertido ahora en una residencia en la que vive un montón de gente, protagonistas en mayor o menor medida de las historias. La propietaria, Sofía, es una anciana escritora de éxito (tiene más de 90 años y desde luego no es lo habitual) y su voz nos introduce y nos guía por la historia coral, que incluye un gurú de una secta desaparecido y un misterioso invernadero... Del hilo de las intrigas, siempre ancladas en el pasado, tira Greta, sobrina de Sofía, que va desentrañando los misterios. Entre otros personajes, vive en la casa una inspectora Galindo (nada que ver, ojo). ¿Han leído El club del crimen de los jueves de Richard Osmann? Pues algo así: misterio, males del pasado, ambiente, humor… [Este es el único de la selección que he escuchado en audiolibro, en Audible con la narración de Roser Batalla].
Mañas de lagarto, Jon Arretxe (Erein). Décima entrega de uno de los personajes más particulares de la escena negrocriminal española. Y no porque sea un protagonista negro, que también, sino por su idiosincrasia: empezó sus aventuras en 19 cámaras como inmigrante ilegal, un buscavidas instalado en el barrio de San Francisco en Bilbao que se convierte en detective de manera accidental. El ambiente, el humor y la crítica social acompañan en cada novela a este personaje merecedor de un capítulo aparte en la historia del género. En este caso, sin embargo, lo vemos lejos de su barrio bilbaíno, en Las Palmas de Gran Canaria, donde se convertirá en púgil de lucha canaria. Les puede parecer raro, pero no para este investigador que antes fue adivinador y otro montón de trabajos de lo más dispar. Saldrá en breve una serie en TVE de la que he visto el primer capítulo y que adapta muy bien los libros (estupendo el protagonista, Malcolm Treviño Sitté), pero acérquense primero a las páginas.
- Les dejo la guía de detectives literarios que elaboramos para Babelia con más datos sobre Touré.