Descubiertas dos novelas inéditas de Ignacio Aldecoa en el centenario del escritor
El investigador Álex Alonso Nogueira localiza las obras del escritor, y una de ellas se mostrará próximamente en la Biblioteca Nacional
Figura medular de la generación de los cincuenta, Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925- Madrid, 1969) se había formado en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca junto a Carmen Martín Gaite, y ya instalado en Madrid frecuentó las tertulias del Café Gijón y del Lion, donde entabló amistad con Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos, Alfonso Sastre, José María de Quinto y ...
Figura medular de la generación de los cincuenta, Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925- Madrid, 1969) se había formado en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca junto a Carmen Martín Gaite, y ya instalado en Madrid frecuentó las tertulias del Café Gijón y del Lion, donde entabló amistad con Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos, Alfonso Sastre, José María de Quinto y Josefina Rodríguez. Se casaría en 1952 con esta última —escritora también y fundadora más adelante del colegio Estilo—, pero para entonces el carismático y aventurero Aldecoa ya había publicado dos poemarios y varios cuentos. “Era una voz diferente de las demás”, escribió Martín Gaite en el precioso texto que le dedicó.
El mismo año de su matrimonio, el autor remitió a la censura una novela, Ciudad de tarde, que el investigador y profesor de Brooklyn College de la City University de Nueva York Álex Alonso Nogueira encontró este verano en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares. Aldecoa presentó esa novela de 66 páginas al premio Café Gijón, un galardón que puso en marcha Fernando Fernán Gómez en 1949 y que, a pesar de su prestigio, no siempre implicaba la publicación. La obra de Aldecoa en cualquier caso quedó finalista, no ganó y no se conocía una copia de la misma hasta este verano.
La investigación de Alonso trataba de explorar la relación de Aldecoa con la censura con motivo del centenario del escritor y la exposición prevista en la sede de la Biblioteca Nacional en Madrid. Además de ese mecanoscrito inédito de 1952 de Ciudad de tarde, su búsqueda resultó en otro hallazgo inesperado de fondos de Aldecoa: una novela de 306 páginas titulada El gran mercado y de la que no se tenía ninguna noticia.
“Es una gran sorpresa”, explica al teléfono Susana Aldecoa, hija del escritor, que contaba con 15 años cuando él falleció en 1969. “Mi madre fue la gran custodia del legado de mi padre y jamás le oí referencia alguna a esta obra. Este es un descubrimiento insólito y maravilloso”.
La muestra Ignacio Aldecoa, el oficio de escribir, organizada por la Biblioteca Nacional, Acción Cultural Española y la Diputación Foral de Navarra y comisariada por el profesor José Ramón González, mostrará desde el próximo 18 de diciembre hasta el 14 de junio esa copia rescatada de la novela inédita El gran mercado hallada por Alonso en los archivos de la censura. La otra obra, Ciudad de tarde, está siendo tratada por expertos en conservación de manuscritos.
Ninguna de las dos fue publicada por Aldecoa, ni tampoco póstumamente por su familia. El autor, eso sí, empleó algunos extractos de esas obras en otros cuentos. “Ciudad de tarde es una novela corta de 66 folios y uno de sus capítulos, de 15 páginas, lo publicó en Correo literario ese mismo 1952”, explica el comisario de la muestra en conversación telefónica. “La copia ahora encontrada por Alonso, en proceso de restauración, tiene correcciones a mano del propio Aldecoa y recibió un informe favorable para su publicación de la censura, pero el escritor nunca la sacó”.
El caso de la segunda obra hallada por el profesor de Brooklyn College en Alcalá de Henares es más enigmático. No había constancia de su existencia. Sin embargo, el 16 de junio de 1953, como aparece en el archivo, Aldecoa la remitió a las autoridades para que la aprobaran. “Según se desprende de la documentación, iba a publicarla Lara en Planeta. Joaquín Úbeda, jefe de los censores, escribe el 26 de junio que está autorizada su salida, pero esto nunca ocurre”, apunta José Ramón González. Ese mecanoscrito nunca fue recogido. Cuando lo reclamó a los censores, eso fue lo que le respondieron al escritor, según consta en el expediente y recuerda Álex Alonso al teléfono desde Nueva York.
Cabe suponer que Aldecoa obtuvo una copia de su novela, ya que a los censores se les enviaban varias copias, y en 1954, el año en que nació la hija de Aldecoa, salió un fragmento de El gran mercado en una colección de novela corta de Ediciones Cid, donde también publicaron Santos Zunzunegui o Carmen Laforet. Ese extracto publicado por separado se tituló El mercado. Un año después, en 1955 el cuento Vísperas del silencio, que daba título a una antología de relatos que sacó Taurus, rescataba otro fragmento de esa larga novela inédita y desconocida hasta ahora. “Los dos extractos, publicados como novela corta y cuento, son como un 30% del total de la obra. Es un misterio por qué no llegó a publicar la novela entera”, afirma González.
La acción de El gran mercado transcurre a finales de 1945 y principios de 1946 en Madrid, explica el profesor, y hay referencias a los juicios de Núremberg. “En la trama se cruzan varias historias. Están los sectores más desfavorecidos: un pocero y su familia, unos basureros y también dos familias de la burguesía que Aldecoa trata con ironía”. Álex Alonso añade que ese estilo fragmentario de la novela superpone escenas en Lavapiés, la plaza de la Cebada y la zona del río Manzanares.
El académico de la Universidad de Valladolid sostiene que en estas páginas recién descubiertas de El gran mercado se encuentra “el germen de todo el proyecto narrativo” de Aldecoa. El realismo social y el realismo objetivo que le marcarían a él y a los autores de su círculo está en sus páginas: los personajes característicos de sus cuentos, esa España triste de posguerra y también la burguesía que hacía negocios en esos años. “Esta novela descubierta de Aldecoa se suma a Calle de Echegaray de Marcial Suárez y La Colmena de Cela, en esa corriente de narrativa urbana y ese momento neorrealista”, subraya Álex Alonso.
“Ignacio Aldecoa es un milagro, algo excepcional”, señala la escritora Elvira Navarro, quien participa, junto a otros autores, esta semana en las jornadas La hora del cuento. En el centenario de Ignacio Aldecoa, organizadas por la Fundación Carlos Edmundo de Ory en Cádiz. La autora destaca el importante papel del autor vasco en un género que en España no ha recibido la misma atención que en la tradición Latinoamericana. Al fin, Aldecoa destaca principalmente como cuentista en unos años en una España en la que la novela primaba y aún prima. También resulta anómalo e interesante su trabajo y conexión con el cine, que también será presentada en la muestra de diciembre. La exposición coincidirá con la que en la misma sede se dedica a la gran amiga de Aldecoa, Carmen Martín Gaite, y las dos estarán conectadas por un espacio dedicado a esa generación de los cincuenta, de la que Aldecoa fue un miembro fundamental a pesar de su temprana muerte, a los 44 años, en 1969.
En el texto que Martín Gaite dedicó a su gran amigo Un aviso: ha muerto Ignacio Aldecoa, describe el potencial creativo que quedó entonces truncado: “Tantas historias de bandoleros, de piratas, de gitanos, de toreros, de guardias civiles, de pescadores, de gánsteres, de mozos muertos en riña, de guerrilleros; tantas como conocía, contaba, leía e imaginaba, tantas como escribió y se le quedaron por escribir”.