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Cela, el censor censurado: una primera versión de ‘La colmena’ abre una ventana a un mundo literario cautivo de una dictadura pacata

El hallazgo del mecanoscrito íntegro de la novela enviado a los censores descubre el enrevesado camino del autor, quien siguió ampliando y peleando por su libro hasta editarlo en España

La colmena se convirtió en una obsesión para su autor, Camilo José Cela (1916-2002). Trabajó en esa obra, hoy canónica, sobre aquel Madrid miserable de posguerra seis años, “corrigiendo, puliendo y sobando, quitando aquí, poniendo allá y sufriendo siempre”, según explicó en el prólogo de 1965. Peleó en muchos frentes hasta que finalmente logró que llegara a la imprenta, e insistió con ahínco en que las autoridades franquistas permitieran su p...

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La colmena se convirtió en una obsesión para su autor, Camilo José Cela (1916-2002). Trabajó en esa obra, hoy canónica, sobre aquel Madrid miserable de posguerra seis años, “corrigiendo, puliendo y sobando, quitando aquí, poniendo allá y sufriendo siempre”, según explicó en el prólogo de 1965. Peleó en muchos frentes hasta que finalmente logró que llegara a la imprenta, e insistió con ahínco en que las autoridades franquistas permitieran su publicación y distribución en España. Lo logró primero en Argentina en 1951 y, finalmente, en una edición española en 1963, casi 20 años después de haber remitido una primera versión del libro a los censores. Ahora, el hallazgo azaroso, confirmado por el Ministerio de Cultura esta semana, de una primera versión completa de 1946 revisada por la censura añade una nueva pieza al complejo puzle que rodea la historia de la obra.

Los personajes históricos en esta enrevesada intriga literaria y filológica incluyen desde un censor civil cercano a Cela (Leopoldo Panero) y otro católico (padre Andrés de Lucas Casla) hasta censores peronistas argentinos. También a un hispanista francés miembro del Partido Comunista y estudioso del Siglo de Oro (Noël Salomon), y a un editor barcelonés (Carlos F. Maristany), quien acabó quebrando en 1949, pero que dio en la diana con la primera novela de Cela (La familia de Pascual Duarte) y decidió apostar fuerte por esta nueva obra, pagó adelantos y planeaba una importante tirada.

El profesor de Brooklyn College de la City University de Nueva York Álex Alonso encontró este verano en el Archivo General de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares (Madrid) el mecanoscrito que Cela presentó el 7 de enero de 1946 a la censura franquista para que autorizaran la salida de La colmena en ediciones Zodiaco de Carlos F. Maristany. Diez días después, en 1946, nació el único hijo del escritor. “Sin necesidad de forzar las cosas puede decirse, pues, que la novela y yo fuimos mellizos creciendo de la mano”, escribe Camilo José Cela Conde en un texto incluido en la edición conmemorativa de la novela de la RAE en 2016. El mismo enero las autoridades respondieron con un rotundo no a la publicación de la obra: el censor civil no mostraba grandes objeciones, pero el católico consideró que era “francamente inmoral y a veces pornográfica y en ocasiones irreverente”.

Apenas un mes después, en febrero de 1946, Cela volvió a insistir al Gobierno con su nueva novela, al tratar de que se autorizara una edición de lujo de La colmena, es decir, de menos ejemplares. El gallego también hizo algunas lecturas públicas y seguía trabajando el texto. Tras haber publicado Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes, críticos y autores amigos le animaron a clavar la mirada en el Madrid de aquel momento. Pensó en una trilogía, Caminos inciertos, de la que La colmena sería la primera entrega. Hubo varios títulos para el libro, trabas de los censores aquí y en Argentina, penurias económicas. El mismo Cela trabajó a su vez como censor de revistas en ese tiempo, pero aquello no impidió que su novela fuese rechazada tajantemente. Así, en la historia de ese libro se adivina el retrato de un mundo literario cautivo por una dictadura pacata y cruel.

Este verano el profesor Alonso halló la novela de 1946 en una caja que supuestamente contenía el informe de 1953 de los censores sobre la versión de La Colmena que había sido publicada en Argentina y Cela trataba de que autorizaran en España. Se trata de la novela de 100 páginas con tachones de los censores y anotaciones, según adelantó Eldiario.es, y explicó en otro artículo en ese medio el propio Alonso. “Se presentaban dos o tres copias y las revisaba un censor civil y otro católico”, explica el profesor, en conversación telefónica desde Nueva York.

Uno de esos mecanoscritos de Cela remitidos a la censura en 1946 fue donado en 2014 a la Biblioteca Nacional por la hija de Noël Solomon, un hispanista francés que estudió la censura en el teatro del Siglo de Oro. Parece que quería ver algunos ejemplos de la censura franquista para comparar y por eso terminó en sus manos aquella primera copia de La colmena. En los papeles que su hija donó faltaban páginas y había añadidos posteriores de Cela, como explica el catedrático emérito Adolfo Sotelo, el mayor especialista en el trabajo del Nobel español, quien incluyó esa peculiar versión de La colmena en la edición de la RAE en 2016, publicada con motivo del centenario del autor. Sotelo apunta a las incógnitas que aún rodean a esa copia de la novela (¿Cómo acabó ese mecanoscrito incompleto en manos de Salomon? ¿Por qué Cela nunca se lo reclamó? ¿Incluyó escenas que sabía que los censores tirarían atrás confiando en que así el tronco de la obra podría ser publicada?). Sotelo sostiene que ahora el descubrimiento de la versión íntegra de 1946 permitirá entender “cómo procedía la censura” y entender que el franquismo “no era monolítico”.

El profesor Alonso, por su parte, subraya que la copia descubierta abre interrogantes sobre por qué estaba guardada en una caja de 1953. “La censura era un pequeño caos, no era una máquina bien engrasada y quizá, en algún momento, se sacaron todos los informes y copias de La Colmena y los reordenaron mal”, propone.

Sea como fuere, el nuevo hallazgo en Alcalá se suma al estudio de cómo trabajó Cela en su “novela de ciudad”, un libro fuertemente influido por la técnica narrativa de John Dos Passos y Manhattan Transfer. “La colmena es un retrato despiadado de posguerra, muy moderna; un libro en el que se adelanta el realismo testimonial, el estilo que seguirá desarrollando Cela en esa visión de la sociedad como hormiguero con miles de voces”, destaca el crítico Ignacio Echevarría, responsable de la edición de las novelas de Cela en el sello Debolsillo que están en circulación.

La versión que el autor dio por buena y que es la que está en las librerías es la de 1962 incluida en el primer tomo de sus Obras Completas y que un año después se publicó exenta. “Este descubrimiento es una curiosidad, tiene un valor filológico, es un nuevo estrato, pero no es primordial. Pensar que no hemos leído la auténtica novela sería absurdo, Cela estuvo muy atento a su obra y era consciente de su propio valor, en él no cabe sospechar olvidos”, señala Echevarría.

Sobre el papel de Cela como censor de revistas para el Ministerio de Información y Turismo, el crítico sostiene que no era algo que realmente marcara su carrera y su figura. “En los años cuarenta uno se ganaba la vida en España como podía, y esto era algo como funcionarial. Cela era un hombre sin escrúpulos, un buscavidas, pero la censura en España se ha inflado mucho. Lo más grave de todo es lo que se dejó de escribir, no lo que tacharon”, asegura Echevarría, quien añade que en las traducciones de literatura extranjera sí que han pervivido cambios de los censores que aún no han sido expurgados.

Alonso advierte, pese a todo, que en el archivo en Alcalá hay que escapar a “la seducción del lápiz rojo”, y aclara que la intervención de la censura en la versión de La colmena de 1946 no resultó en la pérdida de ningún material sustantivo de la obra. Al fin, dice el descubridor de la primera versión íntegra de La colmena, lo importante es la riqueza del fondo de ese archivo que custodia obras que muchos autores no conservaron. Aún queda mucho por rescatar. “Es la historia cultural de aquel tiempo”, concluye.

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