Resuelto el enigma de Tenório Jr., el pianista brasileño asesinado por la dictadura argentina y desaparecido durante casi medio siglo
El Equipo Argentino de Antropología Forense identifica el cuerpo del músico en una fosa común en Buenos Aires. Militares argentinos le secuestraron en la calle tras tocar con Vinícius de Moraes y Toquinho
“Voy a salir a comer un bocadillo y a comprar medicamentos en la farmacia. Vuelvo pronto”. Corrían las tres de la madrugada del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires y Tenório Jr. escribió a mano esta frase en una nota que dejó en la habitación. El pianista brasileño se encontraba en el hotel Normandie, ubicado en Rodríguez Peña 320, a pocos metros de la avenida Corrientes, eje central de la zona de bares y espectáculos porteños, cuando salió a la calle sin preocupaciones y orgulloso: la noche anterior había deslizado sus dedos con frenesí y elegancia por las teclas de su piano para tocar en el ...
“Voy a salir a comer un bocadillo y a comprar medicamentos en la farmacia. Vuelvo pronto”. Corrían las tres de la madrugada del 18 de marzo de 1976 en Buenos Aires y Tenório Jr. escribió a mano esta frase en una nota que dejó en la habitación. El pianista brasileño se encontraba en el hotel Normandie, ubicado en Rodríguez Peña 320, a pocos metros de la avenida Corrientes, eje central de la zona de bares y espectáculos porteños, cuando salió a la calle sin preocupaciones y orgulloso: la noche anterior había deslizado sus dedos con frenesí y elegancia por las teclas de su piano para tocar en el teatro Gran Rex con Vinícius de Moraes y Toquinho, dos de las figuras más importantes de la música de su país. Un concierto de primer nivel en una sala de primer nivel, que daba buena cuenta de su talento, reconocido desde hacía tiempo en el jazz brasileño por saber incluir en la bossa nova el nervio del bebop. Ritmo, clase y modernidad. Tenório Jr. era un hombre que representaba los nuevos tiempos en la cultura de todo el continente americano. Sin embargo, aquella nota fue lo último que se supo de él. Nunca más volvió. Fue secuestrado y asesinado por militares argentinos. Durante décadas, nadie supo dónde estaba su cuerpo.
Casi medio siglo después de su desaparición, el cuerpo de Tenório Jr. ha sido identificado gracias al cotejo de huellas dactilares. Según ha anunciado el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), una institución científica, no gubernamental y encargada de la búsqueda, recuperación e identificación de personas desaparecidas, el suyo forma parte de un conjunto de cinco personas enterradas como NN -no identificadas y conocidas así en el ámbito médico al provenir del latín Nomen Nescio que se traduce como ‘sin ningún nombre’-. Los investigadores han concluido que Tenório fue enterrado en el cementerio de Benavídez, partido de Tigre, donde fueron trasladados muchos cadáveres encontrados en la vía pública durante la represión militar argentina. Gracias a la información documental, se sabe que la mayoría de los casos de NN pasaron a osario, es decir, acabaron en fosas comunes del cementerio. Sin embargo, su cuerpo no ha podido ser recuperado, porque se cree que desde octubre de 1982 esa sepultura fue ocupada por los restos de otras personas.
Durante más de una década, esta identificación ha supuesto un largo y paciente proceso de arqueología de la documentación. El EAAF trabaja con dos tipos de identificaciones: la que se hace a través del adn, que es posible extraer de los restos hallados en sepulturas o cementerios, y otra más compleja que se logra con un software especial a través del cotejo de huellas dactilares que obran en registros públicos. Con este último sistema, se han conseguido identificar a más de 140 víctimas del terrorismo de Estado argentino. “Este trabajo implicaba revisar archivos históricos judiciales para seleccionar aquellas causas que cumplan con ciertas características que sabemos que son coincidentes con las formas que utilizaba el sistema represivo para disponer de sus víctimas”, explica Natalia Federman, procuradora de crímenes de lesa humanidad para EAAF y abogada especializada en derechos humanos. “Luego, las estudiamos para ver si hay pistas que permitan la identificación de la víctima. En el caso de Tenorio, había un juego de huellas dactilares que pudo ser comparado y así lograr su identificación”. Las pistas de Tenório fueron más difíciles de encontrar de lo normal porque sus huellas dactilares no figuraban en registros públicos argentinos por ser brasileño. Por tanto, se tuvo que acudir a expedientes de contexto y tirar de la experiencia acumulada tras décadas de búsqueda de personas desaparecidas. “En 1976, su cadáver apareció en la vía pública. Acudieron las fuerzas de seguridad y abrieron un expediente donde el cuerpo fue trasladado a una morgue. Se le realizó una autopsia, se le tomaron fotografías e impresiones dactilares de ambas manos. El problema fue que, a pesar de haber realizado un procedimiento de rutina pertinente, no se intentó o no se hizo absolutamente nada por identificar ese cuerpo”, cuenta Mariella Fumagalli, directora para Argentina del EAAF. Su causa, por tanto, estaba guardaba en un expediente judicial de San Isidro, al norte de Buenos Aires, en la que se hablaba del hallazgo de un cuerpo sin identificar dos días después de la desaparición del pianista. Ese cuerpo era el de Tenório Jr., un mago de las teclas, acribillado a balazos y tirado en la calle como basura.
¿Qué pasó en 1976 entre la noche del 18 de marzo, cuando el músico salió a dar una vuelta, y el 20 del mismo mes, cuando su cuerpo fue recogido por la policía en un descampado en la ruta Panamericana, esquina con la avenida Belgrano? Resolver este misterio fue casi imposible durante años porque la desaparición nunca se investigó por culpa de la confabulación entre las dictaduras argentina y brasileña. Si bien es cierto que el golpe de Estado en Argentina se produjo el 24 de marzo de 1976, cuando la dictadura brasileña llevaba imponiendo su puño de hierro desde hacía más de una década, los militares ya operaban con violencia por Buenos Aires para la madrugada del 18 de marzo. El pianista debió ser asaltado por un grupo de uniformados que se sabía impune al albor de la proclamación de la dictadura. De hecho, ya con Videla y sus generales en el poder, la embajada de Brasil en Argentina elevó el 5 de abril de 1976 la petición de la sociedad musical brasileña Sombrás, a la que pertenecía el músico, para que se iniciase su búsqueda. Nunca se hizo. Mientras tanto, Vinícius de Moraes se dedicó a la incansable tarea de dar con su paradero y recurrió a distintos llamamientos diplomáticos que nunca tuvieron resultado.
Desde el primer día de la desaparición surgió otra pregunta, quizá la más dolorosa de resolver: ¿por qué el pianista fue detenido y asesinado? Con su largo pelo, poblada barba y gafas negras de pasta, al más puro estilo Bill Evans, el influyente pianista norteamericano al que pudo ver un año antes durante un concierto en Río de Janeiro, Tenório Jr. no pasaba desapercibido: tenía el aspecto de un bon vivant del jazz. Una hipótesis es que este hijo de policía sin inclinaciones políticas destacadas pudo ser confundido con otra persona, tal y como sostuvo en alguna ocasión el guitarrista Toquinho. Otra, sin embargo, es que los militares sabían perfectamente quién era el pianista y lo veían como un enemigo. A fin de cuentas, el jazzman brasileño, con su música que apelaba a una prodigiosa libertad creativa y a una liberación mental y espiritual, simbolizaba todo con lo que los golpistas querían acabar. En este sentido, Claudio Vallejos, cabo y miembro del servicio secreto de la Armada Argentina, dio información en 1986. Según dijo en una entrevista a la prensa brasileña, el músico había sido llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Allí, fue torturado por militares argentinos e incluso brasileños y, finalmente, ejecutado con varios disparos de bala por Alfredo Astiz, uno de los represores más famosos del terrorismo de la dictadura argentina, conocido como El Ángel de la Muerte. Fuera como fuere, su desaparición, tal y como aseguran desde EAAF, fue una de las tantas acciones de terrorismo de Estado que se encuadró en el conocido Plan Cóndor, la campaña de represión que las dictaduras latinoamericanas llevaron a cabo por medio continente con el respaldo de Estados Unidos.
La desaparición de Tenório Jr., nacido en Río de Janeiro, fue motivo de un cortometraje y un documental televisivo en Brasil, sin mucha trascendencia fuera del país. Más relevante fue la película animada que en 2023 estrenó Fernando Trueba en colaboración con el diseñador Javier Mariscal. Dispararon al pianista, también convertida en novela gráfica (Penguin Random House), fue el resultado de una investigación periodística de muchos años sobre la desaparición. El director español, ganador de un Oscar por Belle Époque, habló con su mujer e hijos e hizo varias entrevistas con la idea de rodar un documental que, finalmente, se convirtió en película de animación. Para Trueba, el músico brasileño se convirtió en una obsesión. “Hubo una época en la que no me interesaba nada hablar de otra cosa que no fuera Tenório Jr.”, confesó en una entrevista en El País Semanal con motivo del estreno de Dispararon al pianista.
El nombre de Tenório Jr., apenas conocido fuera de los círculos melómanos de la bossa nova, es sinónimo de grandeza musical. Un artista interesantísimo que sobresalió desde joven en Brasil. “Formaba parte de lo que se llamó samba jazz. Un nuevo lenguaje de jazz brasileño fomentado también por Edison Machado, Zimbo Trio o Tamba Trio. De ese movimiento salió hasta Eumir Deodato, que vendió millones de discos en Estados Unidos”, explica Carlos Galilea, experto en música brasileña y presentador del programa Cuando los elefantes sueñan con la música de Radio 3. “Cuando Ella Fitzgerald cantaba en el Copacabana, no hacía bises porque se iba antes, cruzaba la calle y se iba a ver a los clubs a estos músicos, entre los que incluía Tenório”, añade Galilea.
Según cuenta Ruy Castro, musicólogo y autor del imprescindible ensayo Bossa nova (Turner), Tenório fue uno de los abanderados de la hard bossa nova, variante de la samba jazz, reconocida por un sonido más pesado que el género original que puso en el mapa a Brasil como fascinante cuna de la creación musical mundial. En palabras de Castro, si João Gilberto se hubiera pasado por Beco, el local bohemio de Río de Janeiro donde Tenório Jr. tocaba desde 1961 con su Quinteto Bottle’s, se habría “quedado horrorizado” de cómo reinterpretaban sus canciones, más contundentes y dándole buena tralla a las baquetas de unas baterías que apenas sonaban por entonces. En el fondo, Tenório llevaba los preceptos del bebop de los cincuenta a la bossa nova. Bien lo demostró en el único disco que grabó con tan solo 22 años, una joya oculta llamada Embalo (1964) en la que planea la influencia de su admirado Bill Evans, pero también toda esa forma expresionista del hard bop, que ya por entonces estaba en plena eclosión. El pianista brasileño suena como si Horace Silver o Herbie Hancock se quedasen engatusados con los atardeceres de Río de Janeiro. “Nunca sabremos que podría haber pasado con él. Era talentoso y le quedaban 50 años por delante”, apunta Galilea.
Cuando Tenório Jr. fue secuestrado y asesinado en Buenos Aires tenía 34 años. En Brasil, le esperaban su mujer Carmen Cerqueira, que estaba embarazada, y sus cuatro hijos. El quinto de los niños, Leonardo, nació tan solo un mes después de su desaparición. Carmen dijo a Fernando Trueba que ella seguía casada con Tenório hasta que apareciese. Desde 2011, se le recuerda en Buenos Aires con una placa en la fachada del hotel Normandie, el último sitio donde fue visto y dejó aquella nota. “Vuelvo pronto”, escribió. No lo hizo.
Hoy, al fin, como si fuera la historia de la más trágica canción de jazz, se sabe por qué no regresó.