Argelia acusa de terrorismo a uno de sus principales escritores, que puede ser condenado a cadena perpetua
La detención del francoargelino Boualem Sansal en su país de origen coincide con una denuncia en los tribunales al novelista Daoud, reciente premio Goncourt
Desaparecido desde el pasado día 16, poco después de haber aterrizado en el aeropuerto de Argel procedente de París, el silencio, primero, y la indignación, después, han rodeado la misteriosa detención del escritor argelino Boualem Sansal, de 75 años, que acababa de adquirir la nacionalidad francesa. Autor ampliamente reconocido en Europa, su voz crítica con el integrismo islámico y el régimen autocrático de Argelia parecía ser tolerada a regañadientes en su país natal y de residencia habitual, donde sus obras siguen estando prohibidas. La Fiscalía argelina le ha imputado este martes por la acusación de “atentado contra la integridad nacional”, delito incluido bajo el capítulo de terrorismo, que puede llevar acarreada la pena de muerte, aunque el país magrebí solo aplica una condena máxima a perpetuidad desde hace tres décadas.
Las autoridades solo confirmaron indirectamente su arresto una semana después —en un artículo editorial difundido por la agencia estatal APS—, cuando el clamor para exigir su liberación ya se extendía en Francia desde las oficinas de Gallimard, su editorial, hasta el palacio presidencial de El Elíseo. Han pasado 15 días hasta que Sansal ha comparecido ante la Fiscalía, según denuncia su abogado francés, para conocer los cargos que se le imputan. Las acusaciones presentadas son muy graves para un caso que tiene todos los elementos de los delitos de opinión. Tras haber permanecido internado en una prisión de Argel, Sansal ha sido finalmente ingresado en un hospital. “Se encuentra en buen estado de salud”, aseguran fuentes judiciales citadas por el diario Le Monde.
Su detención, y el acoso en los tribunales que sufre el también novelista Kamel Daoud, ganador del Goncourt a comienzos de este mes, es reflejo de los malos tiempos por los que atraviesa la narrativa franco-argelina. Como la diplomacia y la economía, la tensión entre Argel y París tras el giro dado por el presidente Emmanuel Macron sobre el Sáhara Occidental, oficializado en una visita oficial de Marruecos a finales de octubre, también ha sacudido el mundo de la cultura.
El ministro de Asuntos Exteriores francés, Bruno Retailleau, ha reconocido este martes en un canal de televisión que el Gobierno de París está llevando a cabo acciones discretas para “ofrecer protección” a Sansal. Su detención se ha producido de forma inesperada, poco después del gesto de reconciliación del presidente argelino, Abdelmayid Tebún, al indultar el pasado día 1, en el 70º aniversario del inicio de la guerra de liberación nacional contra Francia, a una docena de disidentes políticos encarcelados. Entre ellos figuraban el periodista Ihsane el Kali, en prisión desde hacía dos años, y varios activistas vinculados al Hirak, el movimiento popular que forzó en 2019 la salida del poder del presidente Abdelaziz Buteflika, cuando aspiraba a un quinto mandato después de dos décadas en el cargo.
Galardonado con el premio de novela de la Academia Francesa, el autor de La aldea del alemán (El Aleph), ha sido acusado desde la agencia pública de noticias APS de actuar como “un títere del revisionismo antiargelino” y de “pseudo intelectual venerado por la extrema derecha francesa (...) que cuestiona la soberanía argelina”. Unas declaraciones de Sansal a la revista ultraderechista gala Frontières, en las que cuestionaba las fronteras coloniales fijadas por Francia en el Magreb y que fueron reproducidas en la prensa marroquí, parecen estar detrás de esas acusaciones.
“Ha sido una excusa del régimen”, asegura el periodista y editor Manuel Florentín, que publicó en Alianza las primeras obras de Sansal traducidas al español. Le recuerda como un intelectual que “siempre ha sido crítico con cualquier tipo de totalitarismo y de ideología intolerante, sea política o religiosa: de ahí han venido todos sus males”, detalla en una conversación telefónica. “Hace varios años que no le veo [el autor franco-argelino ha vuelto a ser editado español —2084. El fin del mundo (Seix Barral), entre otros], pero hablé muchas veces con él en Madrid, Barcelona, Fráncfort… y considero que no es una persona de extrema derecha; todo lo contrario, es alguien en contra de cualquier idea intolerante”, remacha.
Junto con Yasmina Khadra
De la mano de Florentín, Sansal irrumpió en las librerías españolas con El juramento de los bárbaros, casi al mismo tiempo que Lo que sueñan los lobos, de Yasmina Khadra. “Ambas novelas negras atacaban la corrupción del régimen argelino y el integrismo islámico, pero mientras el segundo autor [pseudónimo femenino que ampara al exmilitar argelino Mohammed Moulessehou] permaneció en la clandestinidad, el primero publicó con su propio nombre y acabó perdiendo su puesto de alto funcionario”, precisa el que fue su editor. “Además de ver truncada su carrera profesional, su vida personal se vio afectada, y acabó separándose de su esposa checa cuando su familia se refugió en Praga ante las amenazas integristas”, rememora Florentín, quien también lanzó en Alianza Rue Darwin.
“Espíritu libre, llegó simultáneamente a la literatura y a la disidencia contra un régimen argelino acusado de todas las bajezas y contra el oscurantismo religioso”, ha definido el diario Le Monde al novelista en un editorial en el que cuestiona su detención en Argelia. Los responsables de la editorial Gallimard, en la que ha publicado sus obras en Francia, han mostrado su “inquietud” sobre la situación del novelista, con quien perdieron el contacto desde que regresó a Argel tras una corta estancia en Francia.
Hace casi una década, reconocía a EL PAÍS que se puso a “escribir compulsivamente para matar el tiempo” en la etapa de violencia que agitó al país magrebí en la última década del siglo anterior. Boualem Samsal fue uno de los primeros autores en romper el tabú de la prohibición, en aras de la “reconciliación nacional”, de publicar libros sobre la guerra civil argelina, el decenio negro (1992-2002) que enfrentó al Ejército con grupos integristas armados, que se cobró más de 100.000 muertes y miles de desapariciones forzosas. A pesar de estar sometido al ostracismo desde que perdió hace 25 años su puesto como director general en el Ministerio de Industria, ha seguido viviendo en Boumerdés, en la región metropolitana de Argel, y no ha marchado hacia un exilio voluntario.
Último premio Goncourt
Este fue el caso de Kamel Daoud, de 54 años y nacionalizado francés desde 2020, que comenzó una carrera profesional como periodista del diario en francés Le Quotidien d’Oran, antes de dedicarse a la literatura y trasladarse a Francia para dar clases de Ciencias Políticas. A comienzos de este mes, este escritor argelino ganó el premio Goncourt, el más prestigioso de las letras en francés, por su tercera novela, Houris, un relato sobre las secuelas para una mujer de la guerra civil en Argelia en los años noventa.
El tabú de la ley del silencio sobre el decenio negro le ha perseguido también. Una superviviente de una matanza terrorista le denunció ante la justicia la semana pasada en Argel, tras acusarle de “desvelar su historial médico” en la novela, informa Efe. La esposa de Daoud, psiquiatra, atendió a Saada Arbane, de 31 años, y que cuando era niña estuvo a punto de ser degollada en un atentado integrista en el que perdieron la vida todos sus familiares. Arbane les acusa ahora a ambos de violar el “secreto médico”, al describir en la novela detalles personales, como la máquina que utiliza para respirar y un tatuaje, que la identifican. La editorial Gallimard ha negado los cargos al asegurar que los personajes de la Houris son fruto de la ficción y resumen las vivencias de cientos de víctimas de la guerra civil argelina.