Pompeya limita el número de visitantes para proteger su patrimonio

Las entradas serán nominales y se venderán 20.000 diarias como máximo

Turistas en Pompeya, en mayo de 2023.KONTROLAB/LightRocket/Getty

El pasado verano, el yacimiento arqueológico de Pompeya registró un récord de turistas. Más de cuatro millones de personas visitaron los restos de la ciudad arrasada por el Vesubio en el año 79. Algunos días, sobre todo los primeros domingos del mes, en los que la entrada es gratuita, hubo picos de más de 36.000 visitas.

Estas cifras, que han superado todos los registros de la historia del yacimiento, han llevado a la dirección del Parque Arqueológico a tomar medidas para garantizar la seguridad de las personas y la conservación de las excavaciones, que son un tesoro arqueológico de valor incalculable para estudiar la Roma Antigua. A partir del 15 de noviembre se establecerá un límite diario de 20.000 entradas. Además, los boletos serán personalizados, con el nombre de cada visitante. Durante el periodo estival, de abril a octubre, donde la afluencia de turistas es mayor, se fijarán franjas horarias para controlar los ingresos. Desde las 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía podrán entrar un máximo de 15.000 turistas y desde las 12 hasta las 17.30 se habilitarán 5.000 ingresos.

El director del Parque Arqueológico ha explicado que el objetivo de esta medida es limitar los efectos del turismo de masas en un lugar tan particular, la ciudad que quedó congelada en el tiempo sepultaba bajo las cenizas del volcán, que es patrimonio de la humanidad. “Estamos trabajando en una serie de proyectos para mitigar la presión antrópica sobre el yacimiento porque que puede suponer un riesgo tanto para las personas, por ejemplo en caso de terremoto, como para el patrimonio, tan único y frágil”, ha señalado, a través de un comunicado, Gabriel Zuchtriegel.

Este aboga por un turismo “lento, sostenible, agradable y no masivo”. Como parte de la nueva estrategia turística, la dirección pretende también que la afluencia de visitantes esté, además, repartida por toda la zona que rodea el yacimiento, “rica en joyas culturales por descubrir” y que abarca otras excavaciones menos conocidas, como las de Boscoreale, Torre Annunziata, Villa de los Misterios, Civita Giuliana y Stabia, que también quedaron devastadas por la furia del Vesubio.

Un grupo de estudiantes contempla cómo quedaron varios de los habitantes de Pompeya. Arctic-Images (Getty Images)

“La experiencia demuestra que solo quien apuesta por la calidad crece de forma sostenible, y en ello nos centramos, al tiempo que tratamos de ayudar al territorio y a los operadores del sector que trabajan en un contexto que ha cambiado profundamente desde la pandemia y que volverá a cambiar. Estos cambios deben gestionarse de forma compartida y no soportarse pasivamente”, ha apuntado Zuchtriegel. Y ha asegurado que esta novedad se implementará de forma experimental. “En esta fase inicial observaremos de cerca la situación y continuaremos el diálogo con todas las partes interesadas para ajustar el rumbo si es necesario”, ha aclarado.

Esta medida llega en un momento en el que en Italia y en otros países muy turísticos, como España o Grecia, se está avivando el debate sobre cómo frenar los efectos negativos del turismo masivo, incluso con protestas de la población local. El país transalpino ha experimentado una fuerte recuperación del turismo tras el parón de la pandemia. Italia batió en 2023 su récord histórico de turistas, con 134 millones de llegadas y 451 millones de pernoctaciones, un 13% más que el año anterior y un 2,3% más que en 2019, el año precedente a la pandemia.

Las previsiones apuntan a que el número de visitantes seguirá creciendo. Algunas ciudades italianas están poniendo en marcha diferentes proyectos para tratar de controlar una afluencia de turistas tan elevada. Venecia ha ensayado una entrada de pago para los que visitan el centro de la ciudad durante el día, sin quedarse a dormir. Florencia ha limitado el número de alojamientos turísticos en el centro y Roma está estudiando controlar los pisos para turistas y también un sistema de visitas de pago y con reserva a la Fontana de Trevi para evitar las aglomeraciones que se generan en torno al monumento.

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