De Vinçon a Ikea: una exposición celebra la democratización del diseño
El Disseny Hub de Barcelona homenajea los artículos de casa y muebles de las dos cadenas de tiendas en la exposición ‘100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en Vinçon’
Hay que ser muy generoso para ser el dueño y alma de la mítica tienda Vinçon de Barcelona y rendirle homenaje con objetos de Ikea. Es lo que hace la exposición 100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en Vinçon, inaugurada este miércoles en el museo del diseño de Barcelona, el DHUB, comisariada por Juli Capella. Cuando le propusieron el tributo a Fer...
Hay que ser muy generoso para ser el dueño y alma de la mítica tienda Vinçon de Barcelona y rendirle homenaje con objetos de Ikea. Es lo que hace la exposición 100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en Vinçon, inaugurada este miércoles en el museo del diseño de Barcelona, el DHUB, comisariada por Juli Capella. Cuando le propusieron el tributo a Fernando Amat, jefe de la añorada tienda del paseo de Gràcia de Barcelona que cerró en 2015 (la de Madrid había cerrado cuatro años antes), pensó en Ikea: “Fernando no tuvo el ego de la pandilla de los [diseñadores] que pensamos que somos la hostia”, celebraba en la presentación Capella sobre alguien que “mientras todo el sector escribía cartas de queja y sugería hacer boicot, él vio que Ikea era el camino”. Dos años han pasado desde la idea hasta la exposición, una gozada para cualquiera a quien le guste el diseño. Y más si lo puede pagar y llevárselo a casa.
Por primera vez, el público puede ver en un museo la tabla de bambú con la que prepara la verdura de la cena, los cubos de reciclaje que tiene bajo el fregadero, la cuna de sus hijas, la cocinita en la que jugaban, la mesa en la que desayuna y cena, o el taburete de plástico blanco a topos que tiene en el baño. Todo con la etiqueta del precio colgando. No poner el precio de lo expuesto es una de las reglas no escritas de la museología que rompe la muestra. Otras, que habla de marcas o que expone en un museo público objetos que se pueden comprar a 200 metros, en el centro comercial donde hay una tienda Ikea de las pequeñas.
Vinçon era un templo de tal calibre que ganó el Premio Nacional de Diseño (1995) cuando no lo había ganado ninguna tienda. Los Amat, con Fernando a la cabeza, se dedicaron durante décadas a comprar y vender objetos que les gustaría tener en casa: muebles, complementos, libretas, lámparas, vajillas, juguetes o cortinas de ducha. Y además de una catedral de la funcionalidad y el diseño, fue muchas más cosas: “Una tienda, el lugar donde pasar un rato si llovía, un atajo en trayectos caminando [tenía puerta en paseo de Gràcia y en Pau Claris], una sala de exposiciones, una escuela o un lugar donde los niños podían jugar”, en palabras de Juli Capella. También era el único baño público y gratuito del paseo de Gràcia. Siempre limpio. “Aquello no fue David contra Goliat, fue David y Goliat”, sentencia Capella.
Los 100 objetos de Ikea que nos hubiera gustado tener en Vinçon ocupan el centro de la exposición, donde cuelgan de un muro blanco y circular. Las seleccionaron Fernando Amat y su sobrino Sergio. El primero viajó al Museo de Ikea en Suecia y luego los dos visitaron varias veces la tienda de L’Hospitalet (Barcelona) y consultaron catálogos. ¿El criterio? El mismo que aplicaban en Vinçon: preferencia estética, funcional, precio “y, sobre todo, instinto, pensando en qué les gustaría tener en casa”.
Envolviendo el cilindro con los 100 objetos elegidos, y en un ingenioso ejercicio, se comparan 14 aspectos que comparten los proyectos empresariales de Vinçon e Ikea. Que sus promotores comenzaron muy jóvenes (tanto Juan y Fernando Amat como Ingvar Kamprad tomaron las riendas del negocio de chavales siendo chavales), que Amat es daltónico y Kamprad era disléxico (de ahí que los objetos de Ikea no tengan una referencia numérica sino una palabra) o que ambas tiendas ofrecían 10.000 referencias. La imagen más allá del logo es otra cuestión análoga: “Ambas comenzaron con logotipos dubitativos con mucho texto explicativo, pero con el tiempo adquirieron personalidad”, explica la muestra. Por cierto, que si el nombre Vinçon deriva del apellido de uno de los fundadores de la empresa, Ikea es un acrónimo del nombre del fundador (Ingvar Kamprad) y la granja y su población de nacimiento (Elmtaryd y Agunnaryd).
El diseño gráfico y la comunicación de ambas empresas también está presente en esta parte que las contextualiza. Vinçon tuvo una especial “sensibilidad comunicativa, con diseñadores mediterráneos, propuestas icónicas y diversas”, celebra la muestra. En Ikea cada proyecto “tiene una identidad gráfica propia, pero fácil de identificar y permite la comunicación a escala global”. Ambos tratan a los clientes de tú. Y también los dos hacen una publicidad “atípica”, a ojos del comisario.
Y otras tres cuestiones en las que las dos empresas coinciden: el producto estrella, la bolsa y que son “laberintos de seducción”: uno en el Eixample y otro en cubos reconocibles en la periferia de las ciudades. Sobre el producto estrella, hablamos del calendario de Vinçon, que se sigue editando pese al cierre de las tiendas; y la estantería Billy, de la que se vende una unidad cada cinco segundos. Y las bolsas, archirreconocibles: Vinçon hacía dos diseños al año; y Frakta, la bolsa azul de Ikea, convertida en símbolo de la globalización y presente en lavanderías y mudanzas de medio mundo. La muestra termina con un debate sobre para qué sirve el diseño entre personalidades del mundo creativo y cultural plasmado en dos audiovisuales.
En la presentación, tanto Fernando Amat como el jefe de diseño global de Ikea, Johan Ejdemo, se han mostrado abrumados. Fernando ha delegado en Juli Capella las explicaciones y agradecimientos. Y Ejdemo, que no paraba de reírse con la expresividad del comisario, ha celebrado la exposición “como reconocimiento de nuestro diseño democrático”. “En Ikea somos curiosos y nos encanta explorar nuevos territorios, especialmente aquellos en los que el diseño tiene un lugar protagonista. Esta exposición nos ofrece la oportunidad de profundizar sobre el significado que tiene hoy en día el diseño y como está presente en la vida cotidiana. Es muy interesante entablar este debate sobre diseño con una marca de Barcelona como Vinçon que también buscaba el bienestar de las personas en sus hogares”. Entre los 100 objetos elegidos hay tres de la diseñadora valenciana Inma Bermúdez: el florero Gradvis, el perchero Ekrar y la escobilla Ennuden. Feliz, celebra tras 15 años de trabajo en la empresa Sueca “el reconocimiento al esfuerzo y dedicación que ponemos en cada diseño”. “Ver cómo nuestras creaciones conectan con la gente y encuentran su lugar en eventos tan importantes es muy especial. Espero que esta exposición inspire a muchos y muestre el valor del diseño en nuestra vida cotidiana”, añade.