Paz Gil, librera: “La librería es el hogar de mucha gente”
La santanderina defiende el papel cultural de las librerías frente a Amazon o la autoedición tras recibir el premio a la mejor del año
Paz Gil ha sabido aunar dos méritos en la gestión de la librería que comparte con sus hermanos en Santander: recoger el guante y los valores de sus padres, que abrieron la Librería Gil en 1967, e innovar con un plan hiperactivo de presentaciones, talleres y charlas que ha convertido este espacio en un motor cultural de la ciudad. En cita obligada para quien quiera estar al día. Santanderina de 64 años, acaba de recibir el Premio Boixareu Ginesta que concede la Federación de Gremios de Editore...
Paz Gil ha sabido aunar dos méritos en la gestión de la librería que comparte con sus hermanos en Santander: recoger el guante y los valores de sus padres, que abrieron la Librería Gil en 1967, e innovar con un plan hiperactivo de presentaciones, talleres y charlas que ha convertido este espacio en un motor cultural de la ciudad. En cita obligada para quien quiera estar al día. Santanderina de 64 años, acaba de recibir el Premio Boixareu Ginesta que concede la Federación de Gremios de Editores de España a la mejor librería del año.
Pregunta. ¿Es un milagro ser librera hoy?
Respuesta. Sí y no. Desde que la gente empezó a fotocopiar libros vamos de crisis en crisis. Luego fue el libro digital, las plataformas… Pero siempre estamos ahí porque tenemos algo a nuestro favor: el valor añadido que supone acercar los libros a la gente y no solo venderlos; recomendar, hablar, escuchar, eso es lo importante. Todas las crisis nos han enseñado que podemos seguir. El premio se llama Boixareu, que fue un librero editor cuyo primer texto trató el precio fijo de los libros. Este nos permite competir en servicio, pero no en precios. Es lo mejor que nos ha podido pasar.
P. ¿Cuál de las crisis le dio más miedo?
R. En 2008, cuando en la feria de Fráncfort se planteó todo en base a la desaparición del libro de papel. Aquello me asustó muchísimo. Todos lo daban por hecho. Y, por el contrario, se volvió a reactivar la edición, aparecieron montones de editoriales independientes que han dado un catálogo inmenso al libro español. Lo demás hay que afrontarlo como la competencia: como que abran otra librería al lado.
P. ¿Amazon es como que te abran otra librería al lado?
R. Creo que sí. Es siempre una espada de Damocles. Amazon empezó con los libros, pero ya no le interesan. Le interesan mucho más otros productos porque es una gran empresa y el libro al final no tiene tanto margen. Me preocupa mucho más que las editoriales pequeñas intenten imitar a Amazon puenteando a librerías y distribuidoras y mandando los libros directamente.
P. En la pandemia supieron reinventarse.
R. Veníamos todos los días a la librería obsesionados con la limpieza, limpiábamos la entrada con lejía y uno de esos días un cliente habitual nos llamó por teléfono: “Os estoy viendo por la ventana. ¿Me podéis acercar un libro?”. Y dijimos: hay que hacer esto, coger cada uno un paquete y llevarlo a quien lo pida. En pocos días empezamos a recuperar gente que se había ido al erte y vendimos un montón de libros. Los llevábamos hasta Silió, Potes, andábamos al Sardinero para dejar un solo libro en una casa o a una farmacia donde una clienta quería que lo dejáramos. Llegamos a todas partes. La pandemia fue un momento importante porque la gente volvió a empezar a leer.
P. ¿Ese subidón ha permanecido?
R. Sí. Leer es una herramienta importante para muchísima gente.
P. ¿Qué recuerda de la época de sus padres?
R. Recuerdo a mi madre ver cómo edificaban alrededor y pensar: ya voy a tener más clientes y gente con la que hablar. Recuerdo el olor a papelería, a goma y lápiz. Y les recuerdo a ellos preocupados. Siempre. Todos preocupados. Pero lo mejor es que los cinco hermanos seguimos adelante.
P. ¿Cómo recomienda un libro cuando alguien le pide, por ejemplo, qué puede regalar a su tía?
R. Si conocemos a su tía es muy fácil. Y, si no, preguntamos: ¿cuál es el último que le ha gustado? Por ahí vamos.
P. ¿Cómo se reparten para leer?
R. Ese es el gran problema. Entre todos nos repartimos: mis hermanos, las trabajadoras, también la gente de la oficina. Todo el mundo lee. Y cuando llegan las novedades, el problema es de ansiedad porque lo quieres leer todo: una editorial nueva que quieres descubrir, una portada, un autor que quieres seguir… Y cuando nos gusta mucho lo leemos todas. Y además está el cliente, el prescriptor más importante.
P. ¿A cuántos de sus clientes conoce?
R. Conozco al 80%. Y cuando vienen en verano y repiten el siguiente, también. Se hacen habituales.
P. Eso no lo tiene Amazon.
R. No, no. Ni lo va a tener por mucho que ponga debajo los relacionados. Cuando nos dieron el Premio Nacional en 2013 y ahora este, lo mejor es la cantidad de gente que te dice: ‘¡Hemos ganado!’. Porque saben que la librería es parte de su mundo. La librería es ese lugar que pertenece a muchísima gente. Es el hogar de mucha gente.
P. Su librería se ha caracterizado por los eventos.
R. Ha sido fundamental. Desde los noventa decidimos hacer algo más que vender libros, teníamos que atraer a la gente a un espacio agradable y muchos nos ayudaron. Ahora ya todo el mundo lo hace y es el momento de cambiar, aunque es difícil saber hacia dónde hay que hacerlo.
P. ¿Qué autores recuerda especialmente?
R. Me encantó Cees Nooteboom, tan cercano. Y si hablo de autores tengo que citar a Domingo Villar, nos llamábamos constantemente. Siempre estaba ahí, para cualquier cosa. Aunque no publicara. Y Almudena Grandes, siempre hablábamos de su hija y eso me encantaba.
P. ¿El ego es el peor problema de los autores? ¿No está harta?
R. Sí, me parece que sí. Alguien me decía hace poco que es peor el ego de los escritores que el de los artistas. Cuando llega un escritor siempre se busca encima de las mesas. Todos. Todos lo hacen. Y me parece normal.
P. ¿Y los autoeditados?
R. Es el mayor problema que tiene ahora una librería, muy serio. Primero, cuando un autor se autoedita yo intento que lo haga en alguna editorial de cierto nivel, que hacen una corrección. Pero, por ejemplo, Amazon es terrible, no hay nadie corrigiendo detrás. Si yo escribiera un libro quisiera que alguien lo pudiera encontrar dentro de cien años en la Biblioteca Nacional. Pero estos no van a estar. El libro se convierte en libro, en obra, cuando hay un lector. Es terrible. Además, el editor, el distribuidor y el comercial son fundamentales. Sin estar editado, un libro no tiene ningún sentido.
P. ¿Qué recomienda para este verano?
R. En verano nos juntamos 27 librerías de España y hacemos una mesa conjunta entre todos. Yo estoy leyendo ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, de Lorrie Moore. Los Burnell, de Katherine Masfield. La luz difícil, de Tomás González, Fortuna… Me ha gustado mucho La novela olvidada en la casa del ingeniero, de Soledad Puértolas. Y el nuevo de Richard Ford. Estamos leyendo mucho.