Una imagen de la película de 1922 'Häxan'.

A la hoguera con ellas: la feminización de la brujería empezó antes en Cataluña que en el resto de Europa

Un congreso sobre los orígenes de la caza de brujas reúne en Barcelona y Esterri (Lleida) a grandes expertos internacionales del fenómeno con motivo del sexto centenario de las terribles ‘Ordinacions d’Aneu’, de 1424

Una presencia extraña sobrevuela estos días Barcelona entre el reciente despliegue de los rutilantes bólidos de la Fórmula 1 y el próximo de los hermosos veleros de la Copa del América. Son las brujas, convocadas al aquelarre científico del congreso internacional Los orígenes de la caza de brujas en Europa, que se celebra del 4 al 6 de julio con motivo del sexto centenario de las Ordinacions d’Àneu de 1424, un texto normativo fundamental para entender el inicio de la persecución. Consideradas una de las primeras plasmaciones legales del nuevo “crimen de brujería”, las ignominiosa...

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Una presencia extraña sobrevuela estos días Barcelona entre el reciente despliegue de los rutilantes bólidos de la Fórmula 1 y el próximo de los hermosos veleros de la Copa del América. Son las brujas, convocadas al aquelarre científico del congreso internacional Los orígenes de la caza de brujas en Europa, que se celebra del 4 al 6 de julio con motivo del sexto centenario de las Ordinacions d’Àneu de 1424, un texto normativo fundamental para entender el inicio de la persecución. Consideradas una de las primeras plasmaciones legales del nuevo “crimen de brujería”, las ignominiosas ordenaciones, instrucciones prácticas sobre cómo actuar contra las brujas, constituyen hoy, en fase de retroceso de los derechos humanos, se ha señalado en el encuentro, una oportuna advertencia contra la intolerancia.

En el congreso, organizado por el Instituto de investigación en culturas medievales (Ircum) de la Universidad de Barcelona (UB) con el apoyo del Consejo Cultural de los Valls d’Àneu (Lleida), participan prestigiosos especialistas como Michael D. Bailey, de la Universidad de Iowa; Martine Ostorero (Lausana), Marina Montesano (Messina) y Constanza Cavallero (Buenos Aires), además de los expertos catalanes Pau Castell (director del congreso y abanderado de los estudios de brujería en Cataluña), Meritxell Simó, Josep Capdeferro, Teresa Vinyoles y Agustí Alcoberro (comisario de la exposición de 2007 Por bruja y envenenadora, que marcó época).

“El objetivo es poner la lupa sobre los orígenes del fenómeno de la caza de brujas, tratar de averiguar por qué empieza cuando lo hace y en esos territorios, con los mejores investigadores actuales y con la excusa del aniversario de las Ordinacions”, señala Castell en un descanso de las sesiones en la UB, que presentará en la clausura el sábado (en Esterri d’Àneu, para pisar los escenarios de las primeras persecuciones) el libro La cacera de bruixes a les Valls d’Àneu, su edición crítica de los documentos originales, que son absolutamente terroríficos. Las Ordinacions establecen cómo se ha de proceder en cada caso de brujería, incluyendo el uso de la tortura, el escarnio público y la ejecución. Si el delito era solo impedir con maleficio el buen sexo entre una pareja la pena era que te cortaran media lengua.

Castell (Tremp, 40 años) destaca que el congreso, interdisciplinar, pone el precoz caso catalán en el marco europeo de la caza y lo sitúa innovadoramente como uno de los focos fundamentales, junto la zona francoalpina y el centro de Italia, del fenómeno en sus inicios, ciertamente “un dudoso privilegio”. Entre la especificidad catalana, el que la feminización de la brujería se produjo antes: mientras que en otras persecuciones primerizas había un reparto más equitativo entre sexos, con igual número de acusados de brujería hombres y mujeres e incluso mayoría de brujos, en la zona catalana las brujas eran más del 90% ya en el siglo XV. “En tanto que en la Europa central la feminización de la brujería es un proceso gradual, en esta área, el crimen de brujería presenta un carácter predominantemente femenino desde sus inicios, con alguna excepción puntual”, recalca.

El demonio con una bruja, en un grabado antiguo

La perspectiva feminista es importante en el congreso, con paridad entre los conferenciantes y mayoría de mujeres entre los asistentes, aunque su director advierte contra los estereotipos y de que hay que diferenciar entre las frecuentes reivindicaciones de las brujas desde el activismo, “fuera del debate histórico” —cita concretamente a Silvia Federici—, y “la historiografía feminista rigurosa, desde la academia, que ha hecho muy buen trabajo estos últimos años”.

Castell subraya cómo la misoginia estuvo muy presente siempre en la caza de brujas. Pese a que el delito de brujería de entrada no se atribuía específicamente a un género, recuerda, la visión patriarcal y machista hacía aparecer a las mujeres como más inclinadas a la brujería, por su maldad esencial como hijas de Eva, su debilidad y su consecuente capacidad de ser tentadas por el diablo. También, y este es un tema que ha surgido en el congreso, por su estrecha relación con los niños. El infanticidio era uno de los crímenes que más se asociaban con la brujería, especialmente en Cataluña, y había una verdadera psicosis con la muerte repentina de los niños y la creencia de que era producto de maleficio. Dado que las que estaban cerca de los niños eran las mujeres, resultaba fácil culparlas. Y probablemente eso mismo explica en parte que en los casos de brujería la mayoría de los que acusaban —lo que puede parecer paradójico— fueran mujeres.

Castell apunta que el terror del fenómeno de la brujería no se limitaba a la persecución sino que empapaba a toda la sociedad: “La gente creía sinceramente en las brujas y en el mal que podían hacer, aunque no fuera real, y no hay que desdeñar ese horror aunque hoy nos parezca absurdo”.

'Brujas yendo al Sabbath', por Luis Ricardo Falero (1878).

El congreso se inauguró el jueves con una conferencia magistral de Bailey, que situó históricamente el ascenso de la caza de brujas en Europa. Tras subrayar Alcoberro que la persecución nos sigue “impactando e interpelando”, el estudioso estadounidense se remontó al código de Hamurabi, que especificaba cómo probar si alguien era bruja (kassaptu) lanzándola al Éufrates a ver si flotaba, a lo Monty Python, para explicar que prácticamente no ha habido sociedad humana sin brujería, excepto la Siberia chamánica. Recalcó que no ha existido nada en la historia como la gran caza de brujas de Europa occidental, algo excepcional, dijo. Bailey resiguió la formación de la tormenta perfecta que fue ese fenómeno en el que se fueron uniendo perversa e inexorablemente elementos muy distintos.

Fue decisiva para que se desatara la caza, argumentó, la evolución de la idea de herejía colectiva, la teoría de una gran conspiración, “un mal cósmico”, un complot de tintes diabólicos contra la cristiandad. Esa dimensión colectiva de lo que anteriormente era un crimen individual, sumada a la sumisión al demonio y la incorporación de actos contra la naturaleza como el infanticidio, el canibalismo y prácticas sexuales obscenas, junto con el añadido del vuelo nocturno —procedente del folclore— y la noción del Sabbat o junta de brujas, constituyeron una “terrible amalgama” que, tras avances y retrocesos, se materializó de manera especialmente peligrosa en el siglo XV. En ese contexto nacieron las ordenanzas d’Àneu de 1424, aunque, dijo, podían estar desarrollándose ya juicios desde 1370. Bailey puntualizó que algunos elementos del nuevo crimen de brujería eran vistos con escepticismo por parte de la sociedad, pero eso no restringió la caza. Durante trescientos años, dicha caza se relajó e intensificó, incluso se descontroló, desatándose especialmente en la Europa de habla alemana (2.000 brujas quemadas en Colonia entre 1626 y 1635). El estudioso añadió el caso de Salem —como estadounidense no iba a saltárselo—, y lo contrapuso a otro de brujería cercano, en Stamford, Connecticut, que se resolvió sin muertes. Lo que le sirvió para ejemplificar la gran variabilidad del fenómeno. “Variado pero todo horrible”, concluyó.

Imagen de 'El crisol', una película basada en la obra de teatro 'Las brujas de Salen' de Arthur Miller.

En su conferencia el viernes, Pau Castell señaló que los fondos medievales de diversos tribunales del sur de Europa muestran de qué manera se empieza a juzgar y condenar a muerte el nuevo crimen (imaginario) de brujería. Abundó en cómo —tras un proceso de reformulación y fusión de elementos como los que citó Bailey— se toma conciencia en la época de la existencia de una secta demoniaca e idolátrica, que adora al diablo, presenta corruptas actitudes “gastronómico-sexuales” y puede hacer el mal (provocar enfermedad y muerte) por medios ocultos. En la nueva imagen que aparece de esa secta “confabulatoria” surge la misteriosa figura del cabrón, personaje diabólico al que se someten las brujas. Castell indicó sobre un mapa los tres focos de lucha primeriza contra las brujas, con acusaciones y legislaciones: el arco francoalpino, Borgoña, Saboya, Piamonte, Delfinado; el foco italiano, con la Toscana, Umbría y Lazio, y el espacio catalano-aragonés-gascón-languedociano (una zona que comprende Cataluña, sur de Francia, norte de Aragón y Navarra histórica).

Hizo un zum sobre el valle de Àneu en 1424, cuando el conde de Pallars Arnau Roger IV reúne en su castillo a los prohombres del lugar, autoridades civiles y ecleciásticas, y promulga una serie de nueve capítulos legales, las Ordinacions (medio siglo anteriores al célebre Malleus Maleficarum, el martillo de las brujas). Estas especifican que las bruxes, las brujas (ya un sujeto femenino y colectivo) se reúnen en el Boc de Biterna, reniegan de Dios, rinden culto al diablo como macho cabrío (referido también como boc de Biterna, Castell ha seguido la denominación en una amplia zona geográfica). Entre sus crímenes, provocar enfermedades, envenenar, arrancar a los bebés del lado de sus madres y matarlos. Y se explicita el castigo: pena de muerte (”perdra lo cors”) y confiscación de bienes. A la bruja se la atará a una sarria y la sarria a la cola de una bestia y será arrastrada con escarnio público hasta el lugar de la ejecución donde se la quemará (en Cataluña a las brujas se las ha condenado a la hoguera y a la horca según la época de la persecución), y sus restos se reducirán a polvo.

Veronika Lake en 'Me casé con una bruja'.

Las Ordinacions prevén el castigo específico para cada tipología de delito, desde el kit completo que te lleva en volandas a la hoguera a si únicamente has hecho un encantamiento (lligadures) que impida a un hombre tener “cópula carnal” con su mujer, en cuyo caso pagarás con escarnio público y la mitad de la lengua. No se conservan documentos de los juicios en los que se aplicaron las Ordinacions (un incendio destruyó los archivos), pero Castell detalló actuaciones similares en otros lugares de Cataluña, incluso anteriores a las Ordinacions: contra Samça de Camins, en Barcelona en 1419, por matar a un niño, hacer rituales con placentas y pomejar infants (matar con pomadas mágicas); Caterina Yvona en Andorra en1430, ahorcada (ab corda scanyada), también por matar niños; Sancha de Canals, en Lleida en 1453; Antónia Pentinada, en Tarragona el mismo año… El estudioso fue ampliando el foco: mujeres condenadas por brujas en Valencia en 1428, en Millau en 1444 —Guerine, Gamade, Taverniere y Aigline, todas “femmes fantomieres”, “sorcières et poisonnières” acusadas del registro completo incluido le besié au cul del diablo. “Las Ordinacions no salen como una seta aislada, son parte de un contexto”.

Por su parte, Martine Ostorero habló de la Legislación de la represión de la brujería en el ducado de Saboya entre 1428 y 1434, señalando las muchas similitudes con las Ordinacions, aunque mostrando una mayor dimensión política y económica en las distintas normativa, en las que se atiende especialmente a las confiscaciones y reparto de los bienes de los procesados y condenados.

Entre las ponentes figura también una historiadora argentina, Constanza Cavallero, que abordó el tema de La brujería en la literatura hispana del siglo XV. A la pregunta de este diario sobre si hubo procesos de brujería allá en el período colonial respondió que no y que no se dio nada semejante a una caza aunque sí algunos casos de hechicería e idolatría. “Sea como sea, nosotros tenemos una visión desde fuera, más general, sobre el fenómeno”, apuntó para recalcar también ella la importancia de un enfoque feminista sobre la brujería pero exento de tópicos y estrictamente histórico.

El congreso incluye una jornada académica hoy, sábado, en Esterri d’Àneu, y la representación como clausura en Borén (Alt Àneu) del espectáculo coreográfico con alusión a las brujas Supermedium, de Núria Guiu y Ingri Fiksdal, producción del Mercat de les Flors y que se enmarca en el festival Dansàneu.

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