El escritor Pierre Assouline: “Para un judío, no sé si ahora hay sitios seguros en Europa”
El intelectual francés, que también tiene nacionalidad española, inaugura la Feria del Libro, de la que es invitado de honor
Si alguien viste de impecable chaqueta azul y corbata a juego una inclemente tarde de junio en la Feria del Libro del Madrid, seguramente sea Pierre Assouline (Casablanca, 71 años). Elegante, comedido, educado, la voz pausada y la mirada reflexiva del escritor —uno de los más importantes intelectuales franceses— no impedirán, sin embargo, las aceradas críticas a los políticos o a algo que preocupa sobremanera a un judío sefardí como él: el creciente antisemitismo que detecta en el mundo. Se defiende perfectamente en español, pero se...
Si alguien viste de impecable chaqueta azul y corbata a juego una inclemente tarde de junio en la Feria del Libro del Madrid, seguramente sea Pierre Assouline (Casablanca, 71 años). Elegante, comedido, educado, la voz pausada y la mirada reflexiva del escritor —uno de los más importantes intelectuales franceses— no impedirán, sin embargo, las aceradas críticas a los políticos o a algo que preocupa sobremanera a un judío sefardí como él: el creciente antisemitismo que detecta en el mundo. Se defiende perfectamente en español, pero se excusa: prefiere hablar en francés. Da lo mismo, porque lo primero que se le oye decir en francés son piropos: “Soy muy feliz en Madrid, amo este sitio. Otros buscan el mar u otras cosas, pero yo no. Aquí tengo amigos, es mi ciudad”, dice, y se le nota.
Biógrafo, novelista, periodista, analista, profesor… Curiosamente una de las facetas que más impacto tiene de Assouline es la de bloguero: da gusto asomarse a su página, donde cada uno de sus posts acumula cientos de comentarios de usuarios que discuten entre sí sobre cultura y literatura. ¿Tiene Francia una vida cultural más activa que España? “Puede ser, puede ser… la diferencia entre los dos países es que en Francia la vida cultural es fuerte porque está concentrada. Es un país muy centralizado. Claro que hay teatros y museos muy importantes en muchas regiones, pero si hablamos de libros, la edición está concentrada no ya en París, sino en un solo barrio que aglutina el 80% de los libros publicados. Así es fácil organizar y agitar la vida cultural”.
“Francia es un país de tradición literaria”, desgrana. “Los premios literarios son importantes. El Goncourt [él es miembro de la Academia Goncourt] es copiado por todos; es el premio más antiguo y el único independiente. En España, el Planeta, como en Italia el Strega o en Inglaterra el Booker, los dan los editores… En Francia hay 2.000 festivales literarios que dan premios. Existe una efervescencia cultural y literaria”. En España, al menos estos días, está la Feria del Libro de Madrid: Assouline conversó el viernes con Leila Guerriero y el exfutbolista Miguel Pardeza sobre el tema de este año, Lectura y deporte. Una charla en la que el francés esgrimió su propia contribución a ese matrimonio: El nadador, libro que narra la vida de Alfred Nakache, nadador olímpico francés y superviviente del Holocausto.
La de Nakache forma parte de una de las partes más importantes de la obra de Assouline, la biografía. A ella ha dedicado algunas de sus mejores obras, que radiografían a personajes como el editor Gaston Gallimard, el novelista Georges Simenon, el fotógrafo Cartier-Bresson o Hergé, el creador de Tintín. Contrariamente a los biógrafos que se centran en un arte concreto, la variedad que ha tratado Assouline asombra. “Qué voy a decir, soy ecléctico, me temo”, sonríe. “Mi motor es la curiosidad, y todos estos personajes me despertaban una enorme curiosidad”. ¿Qué tienen en común todos esos nombres? “Si algo he encontrado es que los problemas de los artistas son los mismos”, tercia, “toda la cultura forma un miasma que hace que los creadores, aunque la forma en la que realizan su arte sea distinta, se parezcan entre sí. Son de la misma raza”.
Uno de sus biografiados favoritos es Simenon, que en España no ha alcanzado el peso que tiene pasados los Pirineos. “A la hora de, por ejemplo, ganar el Nobel, yo creo que le pesó el hecho de hacer novela negra. No solo hacía novela negra, claro: la mitad de su obra es el comisario Maigret, pero la otra mitad son novelas literarias de enorme calidad”. Echa, en el móvil del entrevistador, un vistazo a las obras de Simenon traducidas al español y se detiene en una recomendación. “Esta. El gato. Es sobre una crisis de pareja, sobre sus discusiones, sobre cómo su relación se desgaja. Maravillosa”.
Judío nacido en Marruecos, el origen sefardí de su familia le hizo poder luchar la ciudadanía que sus antepasados perdieron en 1492. Tras casi seis años consiguió la nacionalidad prometida por el Gobierno español en 2015. “En parte, porque hice mucho ruido”, explica con una mirada resignada. Es cierto, durante ese tiempo, Assouiline denunció las numerosísimas trabas burocráticas que acompañaron la consecución de la nacionalidad y que relató en Regreso a Sefarad (2019). ¿Cómo vive lo que está pasando en Gaza? “Mal”, dice sin dejar terminar la pregunta. “Muy triste”. “Esta guerra es consecuencia de otra guerra, que duró un día y que pasó el 7 de octubre. 1.200 judíos muertos. El equivalente en España hubieran sido decenas de miles muertos”. “Estoy muy triste por la postura del Gobierno español con el conflicto de Gaza. Yo voto a la izquierda, y voté a Pedro Sánchez”, cuenta. “Pero estoy muy decepcionado”. No solo con el presidente Pedro Sánchez, también con las declaraciones de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz sobre que Palestina será libre “desde el río hasta el mar” (“Las declaraciones de la vicepresidenta son irresponsables; eso significa la supresión de Israel”, señala el escritor) o con la Ley de Amnistía. Todo esto lo dice ya como español de pleno derecho que muestra con orgullo su DNI.
Muy serio, clava la mirada en el entrevistador y confiesa ver con preocupación “el creciente antisemitismo desatado en Europa y en Estados Unidos”. ¿Quiénes son los culpables de ese antisemitismo? “Dos. Por una parte, el activismo virulento de extrema izquierda, y luego el activismo de los Hermanos Musulmanes, que están muy bien organizados. Esa conjunción ha creado, por ejemplo, el boicot de la universidad occidental. Estoy muy inquieto con la situación”. Para él, esto revela “la muerte del espíritu crítico”. “El antisionismo ha adoptado por completo la retórica del antisemitismo: el 7 de octubre ha liberado el antisemitismo en el mundo, que estaba agazapado”. ¿Y no cree en la solución de los dos Estados? “Bueno, pero es muy complicado, y no es el momento. Es evidente que no es el momento: ¿Qué pasa con esas mujeres violadas y torturadas? Cuando esto acabe, ya veremos la solución”.
Estoy muy triste por la postura del Gobierno español con el conflicto de Gaza. Yo voto a la izquierda, y voté a Pedro Sánchez
¿Ve Assouiline, que siempre ha declarado que su mayor influencia literaria es Kafka, kafkianos estos tiempos? “Quiero demasiado a Kafka para decir que estos son tiempos kafkianos”, dice, escapándosele la risa. “Es un adjetivo demasiado usado”. Ha hablado de Gaza y España, pero también tiene palabras para Francia. “Ahora son las elecciones europeas, pero en Francia la calidad del debate político está siendo muy pobre, y creo que habrá mucha abstención. El debate sobre Europa ha estado completamente cooptado por la Francia Insumisa, que ha centrado el debate sobre Palestina. ¿Y la política común? ¿Y la defensa europea?”. ¿Y el partido de Marine Le Pen? “El partido de Le Pen, Bardella [Jordan Bardella, candidato de Agrupación Nacional a las europeas], no tiene experiencia. Puede ganar… bueno, en Francia decimos: solo son Europeas, no son tan graves… veremos en las próximas presidenciales. Wait and see”. Veremos. “De todos modos, lo importante es noviembre: Estados Unidos; si gana Trump, será una catástrofe. Los regímenes iliberales crecen. Los países giran a la derecha, y eso puede tener consecuencias también en Ucrania. Si ellos pierden, nosotros perdemos”.
Política, literatura, deporte… ¿Y la vida? Alguna vez dijo que querría venir a vivir a España. ¿Lo sigue manteniendo? “Podría vivir en España, me encanta. Pero para un judío, no sé si ahora hay sitios seguros en Europa”, termina. “De todos modos, amo a Francia. Y amo a España. He estudiado árabe, alemán, podría vivir en otro sitio, pero no dejaría de escribir en Francés”, añade. “Para un escritor, lo importante es su lengua. Y mi patria real es la lengua francesa”. Vive la langue.