Manuel Jiménez, el ‘tiktoker’ que viraliza lo bueno de las Tres Mil Viviendas: “Muestro lo que la gente no sabe”
En sus vídeos enseña con ironía la realidad del barrio más pobre de España a través del día a día de sus vecinos, rompiendo muchos prejuicios, pero sin ocultar el abandono que sufre la zona
La calle Don Juan Tenorio de la barriada sevillana de las Tres Mil Viviendas, la más pobre de toda España, se ha acostumbrado al trajín de cámaras, fotógrafos, micrófonos y periodistas. No es porque estén cubriendo el ...
La calle Don Juan Tenorio de la barriada sevillana de las Tres Mil Viviendas, la más pobre de toda España, se ha acostumbrado al trajín de cámaras, fotógrafos, micrófonos y periodistas. No es porque estén cubriendo el enésimo tiroteo por una venganza de clanes familiares o la última redada policial por narcotráfico. Vienen a “celebrar la vida” con Manuel Jiménez, un gitano de 25 años que ha conseguido viralizar la cara A de este barrio, mostrando en redes sociales que ser feliz allí no es una excepción.
“Desgraciadamente, cada vez que viene un medio de comunicación es para sacar lo malo, lo peor. Hay muchas cosas malas, muchas personas malas, como en cualquier otro sitio, pero también hay cosas buenas, gente buena, que lucha en su día a día por un futuro mejor y por ser alguien el día de mañana”, dice Jiménez a las puertas de su casa. Se refiere al Morcillas, el Zapatilla Muerta o el Muertes, que acaban de regresar de recoger chatarra, o a la Pedroches, Extranjera o Guarra para la Pintura, que están con él de tertulia. Ellos forman parte del clan de los Tobillos Negros, sus vecinos en la barriada y como de la familia para los casi 90.000 usuarios que ven sus publicaciones en TikTok, en las que relata cómo es la vida cotidiana en las Tres Mil, una vida desconocida, pero que ha traspasado fronteras gracias a las redes sociales.
Los apelativos con los que se dirige a sus vecinos son un ejemplo de la naturalidad con la que Jiménez narra la realidad de la barriada. “Soy natural y así me muestro”. Los nombres con los que rebautiza —él lo llama “desbloquear”― a los personajes de las Tres Mil ―la Wele Muertos, la Cuerpo Garrafas, la Pepino de Mar, el Bujeretes…y sus comentarios ―siempre acompañados con el tono de voz de la conductora de Equipo de Investigación, Gloria Serra― le fluyen de manera espontánea. Pero en esa franqueza, que sobre todo implica no renegar de su barrio, nada es gratuito: ni lo que dice y cómo lo dice, ni lo que muestra en sus feeds. “La gente tiene una idea de las Tres Mil y habla desde la ignorancia, sin conocer lo que hay dentro, y yo, que vivo aquí, intento mostrar lo que esa gente no sabe”.
Porque reivindicar lo bueno no implica ocultar el abandono en el que están ancladas las Tres Mil Viviendas, después de años de desidia por parte de las Administraciones, que han ido encadenando planes, iniciativas y proyectos fracasados para sacar al barrio de la marginalidad. “Si aquí hay basura, lo muestro. En muchos vídeos me quejo de que Lipasam [la empresa municipal de limpieza] no viene por aquí o que solo recoge una parte de la acera”, indica. “No pueden decirnos que nosotros generamos la basura, porque no es cierto y además tenemos derecho a ese servicio”. Lo denuncia en vídeos donde los miembros del clan de los Tobillos Negros hacen competiciones de limpieza, escoba en mano. Él mismo se afana por tener impoluta la parte de la calle que ocupa su vivienda y ha puesto por su cuenta papeleras y contenedores ―que brillan por su ausencia en todo el barrio― en su acera.
Junto al contenedor de basura está el recipiente metálico en el que el clan cocina cuando hay cortes de luz. Otra carencia que destapa con ironía en sus vídeos son los problemas que provocan los días de lluvia, cuando “se encuentran atrapados porque todo está inundado”. “Me quejo porque el alcantarillado es otro de los problemas”. El agua estancada también es un clásico de los TikToks de Manuel. Cada vez que va a los Comerciales ―el pasaje en el que están las tiendas y las cafeterías donde van a comprar― pasa por el “Puente de Triana”, dos maderos que utilizan para sortear el agua que se acumula en un socavón perenne, porque aquí ningún operario del Ayuntamiento se adentra para reparar las calles.
Delante de la casa de Manuel pasan varios chavales, son “los jóvenes ingenieros”. Otro calificativo que, detrás de su agudeza, esconde una desalentadora evidencia. “Esos chicos, que en cualquier otro barrio podrían tener todas las oportunidades para ser ingenieros, aquí no tienen ninguna. Dedican su tiempo a las cuatro esquinas de las Tres Mil, no estudian, se buscan la vida…“, puntualiza. Él se considera un referente para ellos. “Les intento ayudar, les animo a que estudien, aunque es complicado, porque son niños a los que les cuesta concentrarse, o no tienen técnicas para estudiar. Les dejo la wifi, pero si no tiran la basura a la papelera se la quito”, cuenta.
‘La sevillana’ de Omar Montes
Y es que una de esas historias desconocidas de las Tres Mil, las que contradicen los estereotipos que se acumulan en las “mentes retrógradas” —como se refiere a quienes mantienen los prejuicios sobre la barriada― y que Manuel ha viralizado en sus vídeos, es la suya. “Siempre tuve claro, desde pequeñito, que lo que quería era trabajar, tener mi propia vida, depender de mí”. Si convertir ese deseo en realidad en las Tres Mil se llama milagro, en su caso las trabas para lograrlo fueron muy dolorosas. A la falta de dinero para comprar libros y la inercia de un barrio en el que se vive en la calle, tuvo que añadir el rechazo de sus vecinos, pero sobre todo de su familia, de su padre ―”el Gitano de Razones”― por ser homosexual. “Me sentí muy rechazado, recibía amenazas, palizas, nadie me quería, me encontraba muy solo”, rememora Manuel en el único momento en que la alegría que inunda su cara y su voz desaparece.
Consiguió terminar el Bachillerato y entró a trabajar en el parque temático de Isla Mágica. “Esa fue mi salvación, pasé de no tener ni cinco céntimos en el bolsillo a tener un sueldo”. Ese verano fue a trabajar a otro parque de atracciones en Holanda. “Después de ese viaje, supe que mi vida ya no sería la misma, que todo sería bueno”. Su corazonada se ha cumplido. Ha hecho módulos y cursos en la universidad, ha estudiado interpretación en Budapest, ha seguido viajando… Y como todos los que han conseguido escapar del patrón que se supone que está fijado para los “jóvenes ingenieros” de las Tres Mil, él también pensó en no regresar nunca más, pero se dio cuenta, sin embargo, de que siempre había querido vivir en las Tres Mil.
Su historia personal es la que aparece reflejada en el videoclip de La sevillana, del cantante Omar Montes, donde él y el clan de los Tobillos Negros son protagonistas. Su amistad con Omar, “desbloqueado” como El Pancetas, ha amplificado una fama que ya disfrutaba y que le llegó de manera inesperada, cuando empezó a grabar los vídeos de su barrio en diciembre. Quiere aprovechar su momento y acaba de sacar junto al músico Dani Gallego el tema Con la Manuela, con integrantes del clan. Cuando no habla, Manuel canta, y si pasa por algún corredor, eleva la voz “porque suena mejor”. “Mi sueño es dedicarme a la música, las cámaras, participar en una película”.
Son nuevos sueños, que se antojan mucho más plausibles que los de querer estudiar cuando era pequeño. Y en todos está presente la barriada. El contrato que ha firmado con una discográfica incluye una cláusula en la que se destina el 10% de sus ingresos para proyectos en las Tres Mil. Él está obsesionado con mejorar la estética y el estado ruinoso de los edificios. También en eso ha hecho ya proselitismo. Cuando regresó hace año y medio, arregló la fachada de su casa. El exterior no tiene nada que ver con el resto de su núcleo, hasta el punto de que se le conoce como el chalet de las Tres Mil. Y eso ha provocado que sus vecinos hayan pintado las paredes de las suyas. “Mi objetivo es que toda la manzana sea como la mía”.
La Wele Muertos sale de su casa y se cruza con la Cuerpo Garrafas, que cocina con la puerta que da a la calle abierta. Saben que son una celebridad en las redes. “Si esto sirve para mejorar el barrio…”, dice la Wele Muertos con una pizca de desparpajo y timidez. Manuel lo tiene claro: “No hubiera conseguido todo lo que he conseguido si me hubiera ido de aquí, ni siquiera la aceptación del barrio, ni la de mi familia. Ahora estoy estupendamente. Celebro la vida, no tengo que esconder cómo hablo, cómo camino… “, afirma. Y quizás de esa catarsis, de esa necesidad de sentirse comprendido por su barrio, surge su capacidad para hacer comprender a los demás cómo es la esencia de las Tres Mil Viviendas.
Cocinar en las Tres Mil Viviendas para Pablo Alborán
Manuel Jiménez no solo le cambia el nombre a las personas, también a los alimentos. Los muslos de pollo son gato tieso; las judías blancas, gusanos de seda; el arroz, liendres; las patatas, piedra de riñones; la salsa de tomate, arteria en estado líquido y el agua, agua de tuberías oxidadas. Con todos estos avíos él prepara recetas con los miembros del clan de los Tobillos Negros, otro éxito de su TikTok. Como todo lo que graba Manuel, nada es casual. “Un día tuve un comentario que decía que los gitanos hacíamos cosas muy raras con la comida y, a raíz de eso, me dio por la sátira”, dice.
Le encantaría poder cocinar para Pablo Alborán. Él se ha convertido en su salvavidas emocional. En el colegio traducía sus canciones y las cantaba en latín, y fue en su música donde encontró el refugio frente a la soledad y la incomprensión de ser diferente. “Pablo, ¡vente a las Tres Mil!”, suplica. La invitación está lanzada.