Karla Sofía Gascón, la actriz española que ha revolucionado Cannes: “Tengo una espinita clavada con nuestro país”
La intérprete protagoniza el musical ‘Emilia Pérez’, de Jacques Audiard, en el que da vida al líder de un cartel del narcotráfico mexicano que transiciona para convertirse en mujer
El cuento de la Cenicienta en el presente festival de Cannes lo protagoniza una actriz trans española llamada Karla Sofía Gascón (Alcobendas, Madrid, 52 años). Ella da vida a Manitas del Monte, brutal líder de un cartel mexicano del narcotráfico que lo único que desea es proteger a su familia y ser la mujer que siempre se sintió. ...
El cuento de la Cenicienta en el presente festival de Cannes lo protagoniza una actriz trans española llamada Karla Sofía Gascón (Alcobendas, Madrid, 52 años). Ella da vida a Manitas del Monte, brutal líder de un cartel mexicano del narcotráfico que lo único que desea es proteger a su familia y ser la mujer que siempre se sintió. Sobre él/ella gira el musical Emilia Pérez, otra muestra del talento y de la valentía de Jacques Audiard, al que la actriz no para de echar flores, hasta que en un momento dado asegura: “Él también tuvo la inmensa suerte de encontrarme, ¿eh?”. Porque más allá de su talento interpretativo, Gascón igualmente transicionó en 2018, y también tiene mujer e hijo (en caso de Gascón, una hija adolescente). “Hay bastantes elementos comunes entre Emilia Pérez y yo, y como cualquier actriz busqué y construí desde esas conexiones. Aunque hablemos de Manitas y Emilia por separado, para mí son uno, y yo les he dado el alma”, comenta.
Lo que sigue es un intento de condensar una larga charla con Gascón, un torbellino arrebatador, una máquina de reír con una labia incontinente. Ella sabe que es su momento, que Cannes se ha rendido ante su trabajo, y ya ansía el siguiente paso: el estreno en España de Emilia Pérez. Gascón se emociona y se le escapan las lágrimas cuando lo confiesa: “Con España tengo una espinita clavada. He luchado toda mi puta vida, al igual que miles de amigos míos, actores y actrices, por hacer lo que nos gusta y hacerlo con amor. Para llegar a proyectos así necesitas pasar antes por 400 gilipollas”.
Antes de la transición, Karla Sofía era Carlos Gascón. Apareció en series como El súper, El pasado es mañana o Calle nueva, antes de comenzar una nueva carrera en México, donde participó en el taquillazo Nosotros los nobles (2013), y ya como Karla Sofía en la serie Rebelde y en una edición del concurso MasterChef Celebrity. El equipo de Audiard contactó con Gascón allí, cuando Emilia Pérez se iba a rodar en México (pasada la pandemia, se filmó en un estudio en París). “Al final, todos los países son iguales, machacan a sus compatriotas que triunfan. Fíjate en España con Penélope [Cruz]. De cani yo iba en el autobús con ella. Mira dónde está y cómo a veces la tratan. Así que sí, tengo ganas de volver, de decir ‘aquí estoy yo’. Claro que sabía lo que iba a pasar. Adivinas que va a ser la bomba. Emilia Pérez es un regalazo. Lo que ocurre es que yo filmé una película con más momentos de comedia, y Jacques Audiard ha montado y montado.... y ha entregado otra”.
Gascón pide perdón entre risas: “Yo te voy soltando datos a tope y luego tú ya...”. Habla del largo proceso de casting, de las idas y venidas entre México, España y París, de su trabajo con las canciones y el coreógrafo, “el de Madonna”, del difícil rodaje con Selena Gomez por el choque entre sus personajes (Gomez encarna a la esposa de Manitas), y del cariño y la amistad que ahora se profesan, de cómo estuvo meses para que Audiard confiara en ella para encarnar a Manitas. “Al principio la propuesta era un físico como el de Edgar Ramírez [secundario en el filme], luego variaron más hacia un Jared Leto. Iban a usar a un actor para esa parte. Y yo, mientras, con la matraca a Jacques: ‘Yo puedo, yo puedo hacer los dos’. Hasta que dio su brazo a torcer. Estoy orgullosa de haber creado las voces: la de Manitas, cercana a la de John Rambo y a la de Kurtz de Apocalypse Now; para Emilia me fui hasta la cantante Samantha Fox”. El timbre natural de Gascón se encuentra a mitad de camino.
La actriz habla de sus puntos fuertes y de sus debilidades: “A ver, en lo del baile, ¡si soy como Robocop! Mi fuerte ahora mismo es la interpretación y la libertad que tengo para trabajar. Afortunadamente me encontré con Jacques, que me dio libertad absoluta. Era y es su película, pero hablábamos, improvisábamos, construimos juntos”.
Igual que Manitas, Gascón era padre y ahora madre. “Yo tengo una hija y una esposa, y nos queremos con locura. Obviamente, hemos afrontado muchísimos problemas. No con mi hija, pero sí con el resto del mundo, porque sientes que te quieren matar. Y eso lo trasladé a mi interpretación y hubo un momento en que ya no supe cuál era la línea que me separaba de Manitas y Emilia. Hemos trabajado hasta hace un mes en el doblaje y ahí sentí que mi cuerpo se resistía a volver a los personajes, porque tras el rodaje tuve que hacer todo un exorcismo para alejarme de ellos”.
La actriz ha dirigido la charla hasta su propia transición. “Con Jacques quise dejar claro que Manitas no se hace mujer por huir de la justicia, algo que en el guion era confuso, sino porque en él hay una mujer. Una de las primeras secuencias que filmamos fue la de mi despertar tras la operación de reconstrucción, y fue duro, me llevó a aquellos recuerdos. Además, Audiard me rodó desnuda, en la camilla, abierta de piernas, y pensé: ‘Ay, mira que va a filmar una de esas imágenes míticas del cine y es con mi...’. Al final, ni la montó, porque no tenía sentido, no encajaba”.
Gascón ha escrito tres libros y en dos de ellos ficciona sobre su viaje de hombre a mujer: “Karsia [2018] fue una despedida de Carlos, y con ellos he plasmado todo mi sufrimiento”. Porque siempre fue mujer: “Desde los cuatro años sabía que lo quería, pero era absurdo que me planteara hacer algo. Es como desear ir a la Luna: nunca vas a llegar, hasta que alguien un día construye un cohete, y piensas: anda, pues se puede. Por eso transicioné cuando supe que por fin teníamos un sitio donde hacerlo y una dignidad... aunque siempre con la incertidumbre de qué va a pasar contigo”. Ahonda en la parte más dolorosa: “Tú pones en internet la palabra trans y nada más que sale pornografía, insultos. A mí me han dicho de todo y más. En México, hasta me amenazaron con descuartizarme y meterme en una bolsa de basura. Ya te contaré en otro momento. Sin embargo... hay que cambiar las cosas, y quizá mi responsabilidad está ahí: en defender que las personas somos personas y podemos hacer lo que nos dé la gana”.
La actriz aclara que como Carlos tuvo una buena vida: “Me lo he pasado que te cagas, pero no me quedaba otra”. Describe también sus problemas en el registro civil de la localidad madrileña en la que vive para “que su hija tuviera dos madres” o al cambiar las escrituras de alguna casa. “Tú eres de mi edad: ¿te acuerdas de lo que suponía llevar un niki rosa al instituto? ¿A qué referentes podía yo acercarme? Para algunas familias, tener una persona trans es peor que ser un delincuente”.
La conversación acaba con los cambios legislativos en España y el enconado debate entre dos facciones del feminismo sobre esa legislación. “Nadie tiene que decidir sobre lo que yo soy, ni lo que quiero hacer con mi cuerpo. Somos personas. También es cierto que ser trans o pertenecer al colectivo LGBTI no te quita que seas imbécil ni te hace más inteligente. Hay que escuchar”, desgrana. “Nos preocupamos a veces por cosas absolutamente subjetivas, que no deberían importar a otros. Yo también tengo mis dudas, me pregunto si esto puede parecer una moda y restar valor al proceso. Doy las gracias a nuestra seguridad social porque hay una unidad de identidad de género donde yo transicioné, y allí pregunté hace poco por todo este debate. Y me quedó clara una reflexión: nadie te puede decir a ti lo que tú eres ni lo que no eres”.