En la Edad del Hierro ya se entretenían con juegos de mesa

Un estudio del CSIC interpreta como un objeto lúdico un tablero con fichas hallado en 2021 en un castro de A Coruña

Fichas encontradas en el yacimiento de Castro Curbín.CSIC

En septiembre de 2021, el yacimiento de Castro Curbín (Arzúa, A Coruña) comenzó a ser excavado. Se trataba de un asentamiento fortificado de aproximadamente una hectárea, construido en la Edad del Hierro (primer milenio a. C. ), en el que se localizaron tres estructuras habitacionales, una muralla y numerosas piezas arqueológicas fragmentadas, principalmente cerámicas. De todas ellas, la que llamó extraordinariamente la ate...

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En septiembre de 2021, el yacimiento de Castro Curbín (Arzúa, A Coruña) comenzó a ser excavado. Se trataba de un asentamiento fortificado de aproximadamente una hectárea, construido en la Edad del Hierro (primer milenio a. C. ), en el que se localizaron tres estructuras habitacionales, una muralla y numerosas piezas arqueológicas fragmentadas, principalmente cerámicas. De todas ellas, la que llamó extraordinariamente la atención de los expertos fue un “extraño tablero cerámico sin paralelos en la Edad del Hierro del noroeste, cuya interpretación ha suscitado numerosos interrogantes”. Lo cuenta el reciente estudio El tablero cerámico de Castro Curbín. Reflexiones sobre religiosidad y ¿juegos de mesa? en la Edad del Hierro del noroeste peninsular, que rubrica Samuel Nión-Álvarez, arqueólogo del Instituto de Ciencias del Patrimonio, del CSIC. En él da cuenta de los resultados del análisis de esta pieza: era un objeto lúdico, que fue enterrado y roto por razones de culto desconocidas junto a la muralla del poblado. Es el más antiguo hallado en la península Ibérica.

El asentamiento de Castro Curbín, ocupado entre los siglos IV y I a. C., se sitúa sobre la cima de un pequeño espolón, lo que le confería una gran visibilidad sobre el valle del río Iso y las comarcas de Ordes, Compostela, Arzúa y Melide. Sus viviendas se construyeron con materiales perecederos, por lo que apenas queda rastro de ellas. La más visible es un habitáculo oval de 11,5 metros cuadrados, que contaba con un zócalo pétreo y una zanja exterior que lo delimitaba. Sus ocupantes realizaban actividades de molienda, procesado de productos lácteos e hilado, como demuestran las fusayolas (contrapesos) y pesas de telar desenterradas. En el interior de esta construcción también se han localizado fragmentos de ollas, cerámica romana y ánforas procedentes del valle del Guadalquivir.

En la parte exterior de lo que fue la muralla, se halló un depósito de materiales que incluía restos de carbón y múltiples objetos rotos, entre ellos el juego de mesa, partido en 176 fragmentos, que fue realizado a mano. “El elevado nivel de fragmentación dificulta su análisis morfológico, sin que haya sido posible definir sus dimensiones exactas, a lo que se añade la ausencia de paralelos en contextos de la Edad del Hierro del noroeste”, afirma el investigador en este artículo, publicado en la revista científica Lucentum.

La pieza es completamente plana por ambas superficies. La parte inferior se utilizaba como apoyo y carece de cualquier tipo de decoración. La superior, también lisa, contaba con numerosas oquedades circulares, de un diámetro que oscila entre los 16 y los 18 milímetros. La distancia entre cada hueco varía entre los 2 y los 4 milímetros. Los agujeros estaban en línea.

Reconstrucción del tablero de la Edad del Hierro hallado en Castro Curbín.CSIC

Además del tablero, los expertos hallaron muy próximas 25 fichas hechas con el mismo material. Sus anversos se muestran planos y poligonales, mientras que el reverso de las piezas es circular. Probablemente, fueron realizadas con un molde. Su diámetro coincide exactamente con el de los huecos del tablero.

Finalmente, los arqueólogos encontraron otros múltiples fragmentos cerámicos con los que pudieron reconstruir otro objeto plano, semejante al tablero, con una parte inferior lisa y una superior con el borde ligeramente curvado y carente de cualquier tipo de oquedad. Dudan sobre la utilidad de este objeto, que podría ser la tapa del juego para protegerlo, una pieza independiente o un recipiente para fichas.

Nión-Álvarez descarta que el juego de mesa ―por cuestiones técnicas, de laboratorio y de análisis de microfluorescencia― corresponda a molde de fundición para pequeños objetos de bronce o fuera parte de un horno, como ocurre con las escasas piezas con orificios que se conocen para esta época.

Por el contrario, el tablero cerámico “es bastante semejante a distintos ejemplos de juegos de mesa prehistóricos, como los senet de origen egipcio de Edad del Bronce chipriota, los pente grammai de la Grecia clásica, el tablero del Neolítico hallado en la meseta keniata de Laikipia o los posibles mancala neolíticos de Ain Ghazal (Jordania), quizás las expresiones lúdicas más antiguas conocidas”. Por ello, el estudio del arqueólogo del Instituto de Ciencias del Patrimonio sostiene que “el tablero de Curbín sería, por tanto, una de las expresiones lúdicas más antiguas conocidas en la península Ibérica”.

Nión-Álvarez sospecha que fue depositado fuera de la muralla para remarcar su simbolismo en términos culturales e identitarios. “En los castros del interior, es relativamente habitual que se realizaran depósitos votivos en el entorno de las murallas. La elección de estos espacios no es casual, pues más allá de su valor defensivo, son un verdadero monumento comunitario que encarna la identidad del poblado y representa su cohesión como comunidad. Es lógico que las actividades de índole religiosa se estructuren a su alrededor”. Y añade: “En cierta medida, los juegos de mesa no buscan sino simplificar de forma metafórica las dimensiones de la realidad, siendo representativos de la cosmovisión de la comunidad que los crea, estrecha lazos intracomunitarios y refuerzan las identidades colectivas”.

Esther Rodrigo Requena, del Equipo de Arqueología Clásica de la Universidad Autónoma de Barcelona y estudiosa del juego de mesa romano encontrado en 2019 en Segarra (Lleida), considera que “la cronología del estudio de Nión-Álvarez es correcta, por lo que sería el tablero más antiguo conocido de Hispania”. “Otra cosa es que lo sea. Eso no puedo afirmarlo al cien por cien, pero fichas tiene”.

El proyecto de investigación sigue en activo. En octubre de 2023, se realizó una nueva intervención, financiada por el Concello de Arzúa y que aún no está concluida. En esta campaña, Nión-Álvarez, junto con expertos de la consultora arqueológica Antiga: Arqueoloxía e Patrimonio, han ahondado más en las características de estas piezas. “Hemos hallado 40 fichas más, creemos haber identificado su proceso de fabricación in situ y quizás hayamos encontrado un nuevo tablero de juego. Pero es pronto”, deja en el aire el investigador del CSIC.

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