La guerra entre Universal y TikTok sacude el modelo de consumo de música

El gigante discográfico culminará la semana que viene la eliminación de miles de canciones de la red social, que se ha convertido en el canal fundamental para impulsar a los artistas comerciales

Taylor Swift, actuando en Sídney (Australia), el 23 de febrero.Don Arnold (TAS Rights Mana/ Getty Images)

El éxito del cantante gallego Íñigo Quintero no se entiende sin TikTok. Su balada Si no estás puso banda sonora durante semanas a miles de vídeos románticos de la red social china; a continuación, dio el salto a Spotify, donde con una millonaria base de seguidores en el bolsillo encabezó la lista de las más escuchadas a nivel mundial. El tra...

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El éxito del cantante gallego Íñigo Quintero no se entiende sin TikTok. Su balada Si no estás puso banda sonora durante semanas a miles de vídeos románticos de la red social china; a continuación, dio el salto a Spotify, donde con una millonaria base de seguidores en el bolsillo encabezó la lista de las más escuchadas a nivel mundial. El trampolín de TikTok es también el responsable de impulsar éxitos de grandes estrellas como Rosalía, Taylor Swift, Aitana o Harry Styles. Pero esta forma de triunfar está desapareciendo estos días para muchos artistas. La guerra abierta entre dos grandes de la industria musical —la discográfica más potente, Universal Music, y TikTok, la red social donde prende la mecha de los éxitos actuales— cada vez se endurece más. Hace un mes, la compañía, que posee un tercio de la música mundial, retiró algunas de sus canciones de la red social; ahora, quiere borrarlas todas. Bad Bunny, Taylor Swift o Rosalía son algunos de los afectados. El motivo de la disputa es el porcentaje de dinero por los derechos de autor. Esta guerra está viniendo bien a terceros: parte del éxito de la canción country de Beyoncé, Texas Hold Em’, se debe a que su discográfica, Sony, sí tiene un acuerdo con TikTok, red social que está llena de vídeos con tiktokers bailando la nueva canción de la diva.

Actualmente, las multinacionales discográficas basan su negocio en recibir millones de dólares de plataformas de streaming como Spotify, Apple, YouTube Music o Amazon Music. Las negociaciones de estos contratos son a cara de perro, pero se acaba logrando un pacto. Es la primera vez que Universal llega tan lejos y ordena suprimir su música de una plataforma digital. La decisión sienta un precedente que puede salpicar a las negociaciones de las multinacionales con otras plataformas, sobre todo con Spotify, la más escuchada. Es una vieja lucha por los porcentajes: tanto discográficas como los artistas reclaman mayor trozo de la tarta a Spotify. Por otra parte, ya es un runrún insistente en el sector que dentro de los planes de TikTok está montar una plataforma de streaming para competir con Spotify.

Las reuniones entre TikTok y Universal empezaron hace un año, cuando el contrato expiró. Desde entonces no se han puesto de acuerdo y las tensiones aumentaron cuando, hace un mes, Universal borró parte de su catálogo de TikTok. Para el lunes ha subido la apuesta: también borrará las canciones cuyos derechos de autoría pertenezcan a Universal. Las canciones poseen dos derechos de autor: los de grabación (el disco) y los de autoría (la partitura y letra). Es muy habitual que no coincida el poseedor de ambos. Un ejemplo: Despechá, de Rosalía, está grabada con Sony, pero los derechos editoriales son de Universal, así que el éxito de la catalana será eliminado de TikTok.

Pero no solo afecta a los grandes nombres. Vemos el caso del grupo español Veintiuno. Su discográfica es Warner Music, pero la autoría la firman con la editorial de Universal. En una semana se han silenciado la mitad de sus vídeos y, ante la probabilidad de que la cifra aumente, el grupo ha contraatacado con humor subiendo un cotilleo diario “hasta que nos manden un sicario”.

La información que tienen los toledanos Veintiuno es que la decisión de eliminar sus canciones viene de la red social, entienden que para que los afectados crezcan y empiecen a presionar a la discográfica. Desde TikTok aseguran que siguen la petición de Universal y desmienten estas declaraciones. Al final, Diego Arroyo, su vocalista, lamenta a este periódico: “La guerra entre unas empresas que generan miles de millones de euros de beneficio al año está afectando negativamente a una masa enorme de trabajadores que solo intentan salir adelante en un ecosistema que ya de por sí es hostil”.

Según Financial Times, TikTok puede perder entre el 60% y el 80% de su música. Aunque desde la aplicación aseguran que el porcentaje no es tan alto, sus ejecutivos se han puesto en contacto repetidamente desde que se aplicó la medida con los de Universal para intentar llegar a un acuerdo. TikTok se ha convertido en un canal básico en la estrategia de lanzamiento y crecimiento de las canciones comerciales. Bloody Mary, de Lady Gaga, fue la más escuchada en diciembre de 2022, aunque el tema se publicó en 2011. ¿Por qué la gente volvió a escuchar una canción de hace 11 años? Un usuario de TikTok subió un vídeo de la serie Miércoles, de Netflix, en el que los movimientos de la protagonista en una escena encajaban con la música y eso disparó las reproducciones. Son estos perfiles los que, al crear o replicar la coreografía de otros, establecen unas tendencias para transformarlos en virales.

Se calcula que el 67% de los usuarios de la red social buscan canciones en las plataformas de streaming después de escucharlas en TikTok, según un estudio realizado por la empresa de análisis musical MRC Data; y duplican el número de perfiles activos de Spotify en todo el mundo. Los datos no son suficientes para Universal, que demanda mayor remuneración para sus artistas — afirman que lo que ofrece TikTok es menor al 20% que perciben de otras plataformas—, más protección ante la inteligencia artificial y normas más duras contra el odio en redes. Desde TikTok remiten a un comunicado en el que se han mostrado decepcionados con la decisión de la discográfica, pero que es Universal la que pierde “la promoción gratuita” que brinda la plataforma.

Aunque este periódico no ha recibido ninguna respuesta de Universal, en la carta abierta que publicaron hace un mes, la compañía asegura que los beneficios que obtienen de la red social no superan el 1% de sus ingresos totales. Lo que la discográfica no deja claro es cuáles son los resultados indirectos por la viralidad que proporciona TikTok. Un dato que aporta la consultora Midia Research: el 26% de los jóvenes entre 20 y 24 años acuden a los conciertos de los artistas que han descubierto a través de vídeos virales.

En esta guerra de poder, los daños colaterales tienen nombre: los usuarios, sobre todo aquellos que utilizan las redes como negocio, también llamados tiktokers. Ellos han creado las coreografías que han ayudado a que las canciones den la vuelta al mundo y su único reconocimiento son 14 euros por cada millón de visitas, según sentencia Alejandro Chentsov (Sebastopol, 42 años) a este periódico. Él y su hija Arina (Kiev, 14) viven en Huelva y crearon el baile de la canción Despechá, de Rosalía. La artista estrenó el tema en un concierto antes incluso de sacar la versión de estudio. Al día siguiente del concierto, Alejandro y su hija realizaron una coreografía con la música de Despechá y prendió la viralidad. “Baby, no me llames...”, estas cuatro palabras pusieron a bailar a parte de la comunidad de TikTok y consiguieron incluso saltar de las pantallas a las discotecas, donde los jóvenes recreaban sus pasos. Tras el éxito en TikTok, Rosalía publicó oficialmente Despechá.

“En ese momento nos hubiera valido con conocer a Rosalía en persona, pero ahora, en frío, pensamos que ella ha ganado muchísimo y nosotros no hemos recibido ni un saludo”, se queja Chentsov a este periódico. Chentsov está molesto porque durante todo este tiempo hay artistas que han compartido sus coreografías y han triunfado sin darles créditos y ahora les borran las canciones por la guerra entre TikTok y Universal. “No han pensado en nosotros. Al final lo que hacemos también es un trabajo, que les ayuda, y no nos lo están reconociendo”, explica. Su vídeo de Despechá suma 3,3 millones de visualizaciones.

El único esfuerzo que tienen que hacer las compañías para contar con esta publicidad es añadir el nombre del creador de los pasos en el vídeo que suba el cantante a TikTok para respetar sus derechos de autor. Sin invertir dinero. Así todos ganan: los artistas viralizan su canción; los tiktokers consiguen reconocimiento, visualizaciones y seguidores; y la red social es el intermediario, cuya función es asegurar el cumplimiento de las leyes de derechos de autor y de propiedad intelectual, y se beneficia del esfuerzo de los dos anteriores. Este acuerdo tácito es lo que la abogada especializada en este campo Rocío Colás, parte del bufet Legal&Arts, cree que “no hace saltar la liebre” y que se denuncien. “Todos los actores deben pedirse permiso para utilizar las creaciones artísticas del resto y deben dejar clara su autoría para sacar un rédito económico. Pero como todos ganan un beneficio del resto, ninguno da el primer paso”, dice la abogada. Aunque el tiktoker y coreógrafo Sergio Poveda (Valencia, 21) señala directamente a TikTok: “Puede hacer ilusión que tu ídolo te cite, pero eso no da de comer. La aplicación se lucra con nuestro trabajo y deberían reconocerlo mejor”.

Sergio Poveda (Valencia, 21 años) y dos amigos pusieron ritmo a la sesión de Bizarrap con Shakira. La colombiana subió un vídeo con la coreografía de estos tres amigos y la compartieron miles de usuarios, pero sin darles créditos a los autores. Es lo más habitual: pocos artistas dan reconocimiento a los creadores porque es un trabajo costoso a veces encontrar quién fue el primero que bailó su canción. La tiktoker Nadia Vilaplana (Valencia, 18 años) explica a EL PAÍS una solución que pueden utilizar para que la gente sepa que el baile es tuyo, pero que ahora con la noticia de Universal se convierte en una puerta trasera por donde colar la música de la discográfica: “Se puede subir un vídeo con un audio propio [música de un equipo de música de fondo] y esa canción se convierte en un sonido que puede utilizar todo el mundo y que cada uno puede nombrar como quiera”.

Al salir de TikTok, lo que Universal va a perder es viralidad, pero puede ganar en credibilidad, porque la red social ha cambiado la forma de componer, centrando todos los esfuerzos en conseguir 15 segundos potentes que capten la atención de los usuarios, “aunque luego el resto de la canción sea una mierda”, bromea la cantante vizcaína Paula Mattheus. Para ella, la viralidad es un elemento que los artistas de Universal se pueden permitir perder porque la mayoría ya están consolidados. “Lo que hace peligrosa esta decisión es que sirva de precedente”, indica. Muchos artistas emergentes como ella o Íñigo Quintero han visto crecer exponencialmente su carrera gracias a TikTok. Solo el éxito de Si no estás puso en boca de todos el nombre de su compositor. “No es el fin del mundo, los cantantes emergentes existían antes de TikTok y seguirán creciendo después de TikTok”, concluye Mattheus.

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