El rey Lear sobrevive al confinamiento de la pandemia y resucita en el Teatro Real
El coliseo madrileño estrena en España la ópera de Aribert Reimann basada en el drama de Shakespeare
Lear, la ópera de Aribert Reimann basada en la tragedia de William Shakespeare, debía haberse estrenado en España en abril del 2020. Pero la expansión del coronavirus lo hizo imposible. Esta obra, que cuenta con la dirección de escena de Calixto Bieito, se presenta ahora en el Real y parece obra del destino porque, pandemia mediante, cobra un peso considerable una de las grandes cuestiones que plantea: ¿qué hacemos con nuestros mayores? “No son parte de la sociedad, molestan, les encerramos ...
Lear, la ópera de Aribert Reimann basada en la tragedia de William Shakespeare, debía haberse estrenado en España en abril del 2020. Pero la expansión del coronavirus lo hizo imposible. Esta obra, que cuenta con la dirección de escena de Calixto Bieito, se presenta ahora en el Real y parece obra del destino porque, pandemia mediante, cobra un peso considerable una de las grandes cuestiones que plantea: ¿qué hacemos con nuestros mayores? “No son parte de la sociedad, molestan, les encerramos en residencias para no verlos. Antes, se quedaban en la familia y los jóvenes cuidaban de ellos. Ahora no. Para mí, esta es la pregunta más importante que plantea esta ópera”, explica el barítono Bo Skovhus, que encabeza el reparto. Lear se podrá ver en el teatro madrileño del 26 de enero al 7 de febrero.
La historia es la de un rey que, cansado de gobernar, decide repartir su reino entre sus tres hijas. Dos de ellas le engañan para salir ganando en el reparto y la tercera, la más sincera, acaba quedándose sin nada. A partir de aquí empiezan las intrigas... y la sangre. El texto de Shakespeare habla de vanidad, ambición, poder... Pero también del paso del tiempo. “Lear se pregunta: ‘¿Alguien me conoce? Fui rey hace poco. ¿Alguien puede decirme quién soy?’ Todos vamos en esa dirección. Nos hacemos mayores y vemos las cosas que ya no podemos hacer. La cuestión es: ¿cuando te haces mayor ya no sirves para nada? Él lucha contra esto y para mí es un elemento central en la ópera”, cuenta Skovhus.
El barítono danés, que ya ha representado varias veces este papel, asegura que lo primero que hace es abrir la partitura y tirarla al suelo poco después, porque piensa que es imposible cantarla. “Por eso la tengo ya un poco rota”, ríe. Y añade: “Luego ya voy entrando poco a poco en el personaje”. Asher Fisch, a cargo de la dirección musical, sigue el juego de Skovhus: “Yo no he tirado la partitura al suelo porque sabía que tenía que dirigir con ella. Además, la leo en versión digital en la tableta. Eso sí, cuando llegué y vi que me dieron una partitura versión sábana dije: ‘Yo no puedo trabajar con esto, pierdo la visión de los músicos’. Así que me imprimieron una más pequeña. La tiraré al final si la producción sale mal”.
El origen de esta ópera de Reimann fue una propuesta del gran barítono Dietrich Fischer-Dieskau. Fue él quien le pidió al compositor crear una obra basada en El rey Lear y esta, que se estrenó en la Ópera de Múnich en 1978, se acabó convirtiendo en su obra maestra. Muchos han sido los intentos de poner música a las obras de Shakespeare, pero pocos han tenido éxito. De los realizados en el siglo XX, Fisch salva dos: Sueño de una noche de verano y Lear. Y matiza: “Si esta música la interpretamos en versión concierto, creo que perderíamos a la audiencia en 20 segundos. Los actores y el contexto de la escenografía apoyan a la música. Conectas con el público y se convierte en algo maravilloso, con un significado fantástico”. Fisch destaca también de la producción que se presenta ahora en el Teatro Real que todos los músicos entran en el foso. La orquestación que pensó Reimann es muy potente y en otras ocasiones no han cabido todos los intérpretes. “Cuando se estrenó en Múnich no había sitio físico. Los percusionistas se tuvieron que ir a otra sala. Las arpas tampoco entraban. Estoy encantado porque aquí hay espacio para todos”.
De la escenografía ha hablado Yves Lenoir, encargado de la reposición: “Cuando Calixto presentó esta producción en París en 2016, me explicó su enfoque a través de la relación personal que él tenía con la obra. Me habló de la muerte de su padre, que ocurrió siendo él joven, y de que estuvo junto a la cabecera de su cama hasta su último suspiro. Ese recuerdo se había quedado grabado en su memoria: el abandono progresivo del cuerpo que va perdiendo el vínculo con el mundo en el que vivimos”. Para Lenoir es indispensable que todo el mundo vaya a ver esta ópera porque interpela directamente a cada espectador. “Nos encontramos ante una serie de cuadros y existe en todos nosotros una base, un banco de imágenes, que hace que estos cuadros tengan sentido para nosotros, que nos genere un vértigo interior”, añade.
Bieito, que no ha podido acudir a la rueda de prensa, ha dejado algunas palabras grabadas en vídeo: “Pensé en las maderas del teatro donde sucedían todas las obras de Shakespeare y creamos un espacio quemado de maderas, un teatro... un palacio lleno de iconografía, de pintura española, de imágenes de expresionismo alemán. Lleno de neurosis, histeria contemporánea, de necesidad de compasión. Ver esta ópera es como ir al Prado”.
Con el estreno de Lear, el Real tacha de la lista otra de las producciones que le quedaban por presentar tras el parón de la pandemia. La pasajera, que se podrá ver en marzo, será la penúltima de las obras pospuestas. Solo quedará entonces Iris, de Pietro Mascagni. “Todavía os la debemos, pero acabará apareciendo, no os creáis que os vais a librar de ella”, concluye Joan Matabosch, director artístico del Real.