Un museo para contar cómo la inmigración dio forma a la Francia de hoy

La nueva muestra del Museo de la Inmigración de París, que reabrió en junio, busca alimentar la reflexión sobre la identidad francesa y derribar los prejuicios en un contexto de auge de la extrema derecha

Varias personas observan la exposición permanente del Museo nacional de la inmigración de París en su reapertura.Cyril ZANNETTACCI (Cyril Zannettacci / VU')

La historia de Francia es también la historia de todos los que llegaron a vivir a su territorio. No solo en los últimos años, sino incluso desde el siglo XVII. Al menos ese es uno de los mensajes que busca difundir el Museo de la Inmigración de París, que reabrió sus puertas este verano después de una remodelación de tres años. A través de un recorrido cronológico, la nueva colección apuesta por contar cómo el país se ha ido construyendo a partir de la aportación de sus millones de inmigrant...

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La historia de Francia es también la historia de todos los que llegaron a vivir a su territorio. No solo en los últimos años, sino incluso desde el siglo XVII. Al menos ese es uno de los mensajes que busca difundir el Museo de la Inmigración de París, que reabrió sus puertas este verano después de una remodelación de tres años. A través de un recorrido cronológico, la nueva colección apuesta por contar cómo el país se ha ido construyendo a partir de la aportación de sus millones de inmigrantes. Una historia común y a veces tumultuosa que, según la institución, ayuda a comprender una parte esencial de la identidad francesa y a derribar los prejuicios en un contexto de auge de la extrema derecha.

“Francia no puede entenderse sin la inmigración. Un tercio de los franceses es de origen inmigrante. Es parte de nuestra historia e incluso de la construcción del proyecto y del espíritu francés”, explica a este diario Constance Rivière, directora general del Palacio de la Porte Dorée, que alberga el museo. El imponente edificio art déco, en el sureste de París, es significativo. Fue construido en 1931 con motivo de la Exposición colonial internacional y su fachada presenta una impresionante galería de bajorrelieves, que buscaba exaltar la potencia colonial que era Francia en esa época.

El palacio de la Porte Dorée, en París. Pascal Lemaître

La muestra habla justamente de ese pasado, aunque empieza más de 200 años atrás, en 1685. En esa fecha, el rey Louis XIV promulgó el llamado Código Negro, un decreto que reglamenta la trata de esclavos en las Antillas francesas y los define como objetos, no como personas. En la pared de la primera sala, un dato sobresale: más de 1,4 millones de africanos fueron deportados por Francia hacia sus colonias entre 1642 y 1848. La exposición entra después en otros detalles, como la prohibición establecida en 1777 para las “personas de color” de entrar en el territorio salvo si trabajaban para una persona blanca. Y poco a poco, la manera en la que se fueron definiendo y redefiniendo los requisitos para ser ciudadano francés.

Varias personas observan la parte de la exposición dedicada a trata de esclavos en Francia y sus colonias. © EPPPD, 2023Anne Volery

“Hay muchas personas que hoy son inmigrantes, pero que en una determinada época eran consideradas como nacionales franceses. Pienso en particular en los argelinos”, señala Rivière, quien sucedió en el cargo al exministro francés de Educación Pap Ndiaye y trabajó en el gabinete del expresidente socialista François Hollande. Argelia, colonia francesa de 1830 hasta 1962, ocupa un lugar clave en la exposición. Sus ciudadanos no eran considerados ni franceses ni extranjeros, sino “indígenas”, “sujetos franceses” y luego “franceses musulmanes de Argelia”.

El viaje de las empleadas de hogar españolas

El recorrido mezcla historia y experiencias personales. Habla de los tirailleurs (tiradores) senegaleses reclutados por Francia para luchar en la Segunda Guerra Mundial y de los extranjeros que participaron en la resistencia. Entre 1947 y 1975, después del conflicto, el número de extranjeros en Francia se duplicó hasta llegar a los 3,4 millones. Es la época en la que la mano de obra barata participó en la reconstrucción del país. Los migrantes ocuparon los trabajos que los franceses no querían, como las empleadas de hogar españolas, retratadas en fotos y en un documental grabado en 1969.

En El largo viaje de Esperanza, una joven emigrante gallega describe su trabajo y sus condiciones de vida como empleada de una rica familia en París. Lo hace durante el viaje en tren de regreso a Francia, tras visitar España en las vacaciones. “Vivimos en una familia, pero no nos sentimos en familia. Cuando todo el mundo está reunido a la hora de la comida, estamos solas en la cocina. Este ambiente familiar nos está prohibido”, cuenta. “Aquí no contamos como ser humano”, añade, mientras se van sucediendo las imágenes del amplio departamento donde trabaja.

Fotografía 'Les bonnes espagnoles' ('Las criadas españolas') de Jean-Philippe Charbonnier expuesta en el museo.© Jean-Philippe CHARBONNIER / RAPHO-TOP

Entre 1964 y 1979, el país acogió también a 15.000 exiliados políticos de América Latina, principalmente brasileños, argentinos, uruguayos y chilenos. Luego llegaron cerca de 13.000 boat people, los refugiados que huyeron de Vietnam por mar después de la guerra. Pero las condiciones de acogida, resalta la exposición, no fueron siempre ideales, al igual que los lugares muchas veces insalubres en los que se alojaban los trabajadores migrantes. Estas situaciones motivaron importantes movilizaciones sociales en defensa de los derechos de los trabajadores migrantes y después, en contra de las agresiones y crímenes racistas, en pleno aumento.

En una pared se suceden los carteles de la época. “El racismo divide, el racismo mata”, reza uno de ellos. Las nuevas luchas coinciden con un endurecimiento de las políticas migratorias en un contexto de crisis económica.

“Entre 1945 y 1980, no había ninguna ley sobre la inmigración. Entre 1980 y hoy, hay una nueva ley casi cada dos años. Se ha convertido en un hecho político y el museo tiene que dar cuenta de ello. Forma parte de la relación que mantiene Francia con la inmigración”, explica Rivière, la directora.

La emergencia de las ‘banlieues’

El museo pone también el foco en dos momentos clave del mismo año. En 1983, el partido de ultraderecha Frente Nacional —ahora Reagrupamiento Nacional— logró sus primeras victorias en las elecciones municipales con un discurso abiertamente antiinmigrante.

Y en la ciudad de Marsella, en el sur del país, un grupo de 32 personas empezó una marcha por la igualdad y en contra del racismo que terminó semanas después en París con una manifestación de 100.000 personas. La protesta sacudió a la sociedad francesa y constituyó la primera irrupción política de los hijos e hijas de inmigrantes.

Una sala de la exposición con carteles antirracistas. © EPPPDAnne Volery

La muestra dedica también un espacio a la emergencia de las banlieues y cómo estas empezaron a insertarse en los debates políticos de los años ochenta. Estos barrios periféricos, poblados principalmente por los hijos y nietos de inmigrantes del Magreb y África, conocen sus primeros estallidos de violencia y choques con las fuerzas policiales. Hace casi dos meses ardieron nuevamente, tras la muerte del joven Nahel, de 17 años, disparado y matado por un policía.

Para inaugurar su reapertura, el museo lanzó una campaña publicitaria con carteles que decían: “Es increíble la cantidad de extranjeros que han hecho historia de Francia”. Uno de ellos retrataba al monarca Luis XIV. En letras pequeñas y entre paréntesis añadía: “Madre española, abuela austriaca”. La imagen dio la vuelta a las redes y en algunos casos, creó polémica.

Fotografía de Kader Attia, 'La machine à rêve' ('La máquina de sueños'), 2008, incluida en la exposición.Kader Attia

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