Una sentencia anula el reparto de 64 millones de euros por la SGAE a unos 40.000 autores
El juez considera que el dinero entregado a los creadores entre 2015 y 2018 por la música emitida en televisión se basó en criterios que los tribunales invalidaron. El fallo, que la entidad pretende recurrir, añade un nuevo capítulo al llamado caso rueda
Cualquiera entiende la principal misión de la SGAE: recaudar el dinero que corresponde a los autores y entregárselo. La entidad debe identificar cuánto y cómo se usan las obras de sus socios, cobrar por ello y adjudicar la recaudación a sus legítimos dueños: los creadores. Así lo hace desde siempre, cada seis meses. Y así lo hizo, también, entre 2015 y 2018. Mal, sin embargo, según el juez: el pasado 10 de julio anuló todos los repartos efectuados en esos cuatro años referidos a la música en televisión, en una sentencia a la que ha tenido acceso EL PAÍS, al considerar que se basaban en criteri...
Cualquiera entiende la principal misión de la SGAE: recaudar el dinero que corresponde a los autores y entregárselo. La entidad debe identificar cuánto y cómo se usan las obras de sus socios, cobrar por ello y adjudicar la recaudación a sus legítimos dueños: los creadores. Así lo hace desde siempre, cada seis meses. Y así lo hizo, también, entre 2015 y 2018. Mal, sin embargo, según el juez: el pasado 10 de julio anuló todos los repartos efectuados en esos cuatro años referidos a la música en televisión, en una sentencia a la que ha tenido acceso EL PAÍS, al considerar que se basaban en criterios ya declarados a su vez nulos por los tribunales. El monto que habrá que recalcular y volver a dividir asciende a 64 millones de euros y afecta a unos 40.000 autores, según calcula Miguel Ángel Ramos Jiménez, abogado de Atresmedia y Mediaset, las empresas demandantes. Otro aspecto complica el problema: puede que los fondos, a estas alturas, ya estén más que gastados.
“El presente procedimiento no es sino el colofón de una larga lista de demandas y contiendas judiciales entre las entidades demandantes y la SGAE, que en esencia pivotan sobre el reparto de los derechos por la difusión de obras protegidas en emisiones televisivas”, se lee en el fallo emitido por el Juzgado de lo Mercantil número 16 de Madrid y contra el que cabe recurso. Traducido del lenguaje del derecho, se trata del enésimo capítulo del enredo conocido como caso rueda, que agitó y dificultó durante años la gestión de la entidad, casi más pendiente de los banquillos que de lo que decidiera su junta directiva. Tan complejo pasado remueve cada cierto tiempo las aguas últimamente tranquilas en la SGAE. “No es una sentencia firme, vamos a preparar el recurso de apelación y tratándose de una cuestión sub iudice no vamos a hacer más comentarios”, relatan desde la entidad.
Fue bautizada como rueda una presunta trama por la que directivos de varias emisoras y socios de la SGAE lograron embolsarse millones de euros por la música que sonaba de madrugada, sin apenas audiencia. Por poner un ejemplo, en el primer semestre de 2018, la franja nocturna recaudó el 40% de los ingresos que la SGAE obtuvo de temas interpretados en televisión, su principal fuente de recaudación. Hasta la fecha, el caso ha conllevado una operación policial, años de escándalos mediáticos, repetidas peleas con el Ministerio de Cultura, le costó el puesto a varios presidentes de la entidad y, más en general, desvió la atención de la SGAE de su principal misión, además de manchar gravemente su imagen. El propio Congreso de los Diputados tuvo que intervenir para cambiar la ley y poner freno al lío, estableciendo que ninguna horquilla horaria podía suponer más del 20% del total.
El nombre del caso se refería al movimiento circular del dinero. Porque varias cadenas, aparte de pagar a la SGAE por usar la música de sus autores, concibieron una estratagema para recuperar parte de ese pago. Las canciones generan recaudación en función de tiempo y espacio de emisión: el prime time vale mucho más que la noche profunda. Sin embargo, durante años, la diferencia no resultó abismal. Y ahí es donde empezó a girar la rueda: varios creadores generaban cientos de temas al año, a veces únicamente cambiando un par de notas de una melodía de dominio público y atribuyéndose su autoría. Y las cadenas llenaban la programación con estas obras, cuyos derechos habían sido cedidos a sus propias editoriales musicales. Y así parte del dinero que pagaban a la SGAE por el uso de su catálogo les llegaba de vuelta, en calidad de dueños de esos temas. Por eso, entre otras razones, Atresmedia y Mediaset figuraban entre las 14 cadenas que el juez Ismael Moreno decidió imputar hace tres años por presunta corrupción en los negocios.
Uno de los frentes del caso —que sigue abierto judicialmente— tuvo su cierre hace más de un año: el 9 de febrero de 2022 la Asamblea General de los socios aceptó un cambio de reglamento que estableció que las canciones retrasmitidas en cada franja horaria de televisión recauden en función de publicidad y audiencia. Desde entonces, ya resulta imposible enriquecerse gracias a temas que nadie escucha. Pero ¿y antes?
He aquí la clave de la reciente sentencia. Porque la junta directiva de la SGAE modificó el 5 de febrero de 2015 su reglamento, en pleno escándalo, para reducir el porcentaje de ingresos para la franja nocturna. Y empezó, desde entonces, a aplicar ese cambio en su reparto, a partir del siguiente, en junio de 2015. Sin embargo, la reforma había sido mientras tanto impugnada. Y, sucesivamente, declarada nula por la justicia, en una de las primeras victorias legales de Mediaset y Atresmedia, entre las principales damnificadas del cambio reglamentario.
Algo prácticamente idéntico volvió a suceder más tarde: el gobierno de la entidad aprobó otro retoque en el mismo sentido en 2016 y lo dio por bueno en sus repartos, pese a que, de nuevo, fue puesto en duda, primero, y tumbado, después, en los tribunales. La validación de la reforma por parte de la Asamblea General (algo así como el poder legislativo de la SGAE) ya la hizo firme. Todo lo anterior, sin embargo, se apoya sobre un terreno pantanoso, donde la SGAE sigue tropezando de vez en cuando.
“La entidad tendrá que rehacer los repartos de miles de asociados efectuados entre 2015 y 2018, a fin de aplicarles la normativa que existía antes de enero de 2015″, argumenta el abogado Ramos Jiménez. “Estas anomalías en la música nocturna en la televisión han supuesto un enorme problema para el funcionamiento de SGAE durante muchos años y para la inmensa mayoría de sus autores. Esta situación provocó, entre otras dificultades, la expulsión de la CISAC, máximo órgano de entidades de gestión internacional, y el apercibimiento del Ministerio de Cultura para retirar la licencia a SGAE. Desde abril de 2020, la nueva Junta Directiva y la Dirección General han conseguido acabar con este problema que vulneraba el bien común de las socias y socios y seguirá trabajando para que exista un reparto justo y proporcional”, responden desde la entidad. Todo dependerá, en realidad, del recurso. Lo cierto es que la SGAE acoge todo tipo de melodía. Y, sin embargo, hay un sonido que no ve la hora de dejar atrás: los ecos del pasado.