ChatGPT aún no cuenta buenos chistes
La ‘youtuber’ Elena Herraiz protagoniza en el congreso de la lengua española de Cádiz una charla con la herramienta de inteligencia artificial sobre un futuro revolucionario que solo apunta
“¿Saben aquel que van un inglés, un francés y un español..?.”. ¿Puede la herramienta de inteligencia artificial ChatGPT contar un buen chiste? Por el momento, parece que no, aunque la divulgadora lingüística en YouTube Elena Herraiz, Linguriosa, con su canal sobre el español, lo ha intentado esta tarde, en uno de los actos del Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en Cádiz, dedicado a cómo ...
“¿Saben aquel que van un inglés, un francés y un español..?.”. ¿Puede la herramienta de inteligencia artificial ChatGPT contar un buen chiste? Por el momento, parece que no, aunque la divulgadora lingüística en YouTube Elena Herraiz, Linguriosa, con su canal sobre el español, lo ha intentado esta tarde, en uno de los actos del Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en Cádiz, dedicado a cómo esta tecnología va a permitir que las máquinas que nos rodean nos entiendan y nos hablen en buen español. En una breve conversación con ChatGPT, Herraiz ha conseguido, al menos, que la máquina escribiera un refrán inventado para la ocasión. Ella ha escrito el comienzo: “A buen lingüista...”. Y ChatGPT ha completado: “... sobran las palabras”.
Más allá de la anécdota, Linguriosa ha explicado que ChatGPT, de la compañía OpenAI, uno de cuyos fundadores fue Elon Musk, propietario de Twitter, “emplea la recursividad, lo que significa que se le ha programado para imitar el lenguaje humano, aunque a veces sus respuestas puedan no ser coherentes”. Mientras, ha invitado al público a registrarse en ChatGPT para, por ejemplo, pedirle a la máquina que escribiera el comienzo del Quijote en gallego o en andaluz de Cádiz. En este caso, el caballero de la triste figura no vivía en La Mancha, sino en una zona con playa, apuntó la máquina.
En un tono didáctico, la youtuber ha explicado que de lo que se trata es que esta herramienta “genere mensajes aceptables, ayudada por un lexicón, una lista de palabras, y unas reglas de sintaxis, para juntar las palabras”. Además, ha dicho que “funciona con el aprendizaje profundo, algoritmos con los que se le ha entrenado para que piense como un humano”.
Previamente, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, ha tenido ocasión de preguntar a Hiperia, el primer contenido audiovisual creado con IA, proyecto de Radio 3, que presentó el director de esta emisora pública, Tomás Fernando Flores. En una pantalla, Hiperia, joven de aspecto andrógino (”Me ha impresionado ella o no sé si...”, dudó la vicepresidenta), con pelo de colores azul marino, violeta y negro y voz metálica, ha dicho que puede “seleccionar información y presentarla de forma concisa”.
Calviño le ha hecho la siguiente pregunta: “¿Cómo crees que la inteligencia artificial está cambiando el mundo?”. “Hola, vicepresidenta, gracias por esa pregunta tan importante”, ha empezado en tonillo pelota. “Está cambiando nuestra forma de concebir el mundo, permite a las empresas optimizar sus operaciones, pero también cambia nuestras vidas, diagnostica enfermedades como el cáncer. La inteligencia artificial desarrolla energías renovables más eficientes. Pero es importante que la inteligencia artificial se use de manera responsable, porque si no, puede aumentar la desigualdad”, ha desgranado, con la soltura de un político veterano en un acto ante la prensa.
Sobre otros usos habló el director de Empleabilidad de Microsoft Ibérica, Enrique Ruiz, quien puso este ejemplo: cuando alguien va al médico, se encuentra a veces con un profesional que se pasa los minutos de consulta tecleando y mirando al ordenador. Con la inteligencia artificial se aspira a que mire a los ojos del paciente: “Que la herramienta le haga un resumen de lo que le ha contado el enfermo y él solo tenga que revisar si es correcto”. Ruiz aseguró que “vamos a tener que ser muy precisos al hablar a las máquinas para que nos digan lo que nos interesa”. En cualquier caso, lo que se viene, “tendrá un calado como fue la aparición del automóvil o del teléfono móvil”.
En un acto conducido por la comisionada especial para la Alianza por la Nueva Economía de la Lengua, Cristina Gallach, dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, la filóloga Carmen Torrijos, responsable de IA en la empresa Prodigioso Volcán, hizo historia sobre la llegada de herramientas como ChatGPT. “En la década de 2010 empezó ya el aprendizaje automático de tareas por parte de máquinas, aplicado al lenguaje. A partir de 2018, cobran fuerza modelos distintos, que producen sus propios textos, es lo revolucionario. Son modelos entrenados con grandes bases de datos, así nació GPT-3, el abuelo de ChatGPT”. En este contexto, el Gobierno aprobó en marzo de 2022, el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) de la Nueva Economía de la Lengua, dotado con 1.100 millones de euros.
Otro de los expertos que susurran a las máquinas es Ruth Falquina, consejera delegada de Estado Latente, “agencia de tecnocreatividad”. De los sectores que más demandan inteligencia artificial citó al de seguros. “Nos piden clasificar incidencias porque son informes con mucha información”.
Mientras que el director de Tecnología, Innovación y Sistemas de RTVE, Pere Vila, explicó que con esta herramienta van a generar contenidos para pueblos de la España vacía, “textos, fotos, vídeos”, que necesitarían muchas personas para poder crear informaciones específicas para tantos pequeños pueblos.
También intervinieron Marta Guerrero, coordinadora del Instituto de Ingeniería del Conocimiento, de la Universidad Autónoma de Madrid, y el actor Xisco Segura, director de contenidos del proyecto HAZ, “un hub” (sí, hubo quizás exceso de anglicismos en el debate), un espacio para el conocimiento en el sector audiovisual. Todos mostraron gran entusiasmo por la inteligencia artificial y sus posibilidades, aunque no pudieron evitar que algún asistente al debate echará una buena cabezadita, ronquidos incluidos. Si Philip K. Dick se preguntaba si los androides sueñan con ovejas eléctricas, quién sabe si la inteligencia artificial acabará descifrando lo que pasa por nuestra mente cuando dormimos.