Pilar Palomero: “Un hombre podría hacer una película sobre los embarazos no deseados, es cuestión de sensibilidad no de género”
La directora zaragozana regresa a las pantallas con ‘La Maternal’, que aborda el drama de los embarazos de adolescentes en situaciones marginales
Después de Las niñas, una historia de maduración personal en la que exploraba los recuerdos de su adolescencia en un colegio de monjas en la España del 92 (y que le valió dos Goyas), Pilar Palomero (Zaragoza, 42 años) regresa con La Maternal, una película sobre la maternidad indeseada en la adolescencia. Gira en torno a mujeres que vivieron en la vida real un ...
Después de Las niñas, una historia de maduración personal en la que exploraba los recuerdos de su adolescencia en un colegio de monjas en la España del 92 (y que le valió dos Goyas), Pilar Palomero (Zaragoza, 42 años) regresa con La Maternal, una película sobre la maternidad indeseada en la adolescencia. Gira en torno a mujeres que vivieron en la vida real un embarazo no deseado cuando aún eran menores y que protagoniza una actriz de 14 años, la enorme Carla Quílez. Un proyecto que nació por la fascinación que las protagonistas despertaron en Palomera y gracias al vínculo ya irrompible que se generó entre ellas: “Me encontré con estas mujeres y sus historias, que me hicieron mirar hacia fuera y darme cuenta de que yo misma tenía muchos prejuicios de cómo se llega hasta ahí. Me enamoré de ellas”.
Pregunta. En el cine social a veces ocurre que los directores fetichizan realidades en las que no tienen experiencia o de las que no forman parte. ¿Cómo huye de eso?
Respuesta. Creo que con la forma de rodar. Yo no he cogido una historia y he dicho: voy a recrear lo que me imagino que es ser madre y adolescente a la vez. Intenté hacer sentir en la película lo que yo sentí hablando con estas mujeres en la fase de documentación. No creo que haya ningún tema del que no se pueda hablar, ni que el hecho de no haberlo vivido te deslegitime para hacerlo, siempre que se haga desde un lugar honesto.
P. ¿Cómo se consigue esa honestidad?
R. En mi caso, plasmando lo que he visto y sentido sin juzgar. La moralina me da alergia. No creo que nadie tenga la solución para los temas que plantea la película.
P. ¿Cómo se enamoró de las protagonistas?
R. Me cuesta mucho explicarlo porque fue una aproximación un poco mística [risas]. No es que yo dijera: quiero hacer esta película y necesito tantos casos. Es que cuando hice las entrevistas se generó una relación muy bonita entre nosotras. Y dentro de la gravedad de todas las cosas que habían vivido, había una fuerza y un arrojo, unas ganas de tirar para delante que me parecían admirables y que no veo tan comúnmente a mi alrededor con personas que igual no venimos de circunstancias tan complicadas.
P. ¿Esa valentía con qué está relacionada? ¿Qué tienen en común ellas para poseerla?
R. Es que no es valentía. Lo llamo arrojo porque estas mujeres no es que decidan ser madres: es que tienen que ser madres porque ya no pueden abortar cuando se enteran. No es que tomen una decisión y tiren para delante. Es que tienen que hacerlo lo mejor posible con las circunstancias que les han tocado.
P. La actriz que conduce la historia es la única que no ha vivido un embarazo indeseado en la realidad. ¿Por qué?
R. Por una cuestión de verosimilitud yo quería que la protagonista tuviera 14 años, pero no quería preguntarle a una chica de 14 años que acababa de ser madre si quería hacer una película. Además de que por cuestiones de protección no podía, pero tampoco quería hurgar.
P. Carla es muy joven en cualquier caso. ¿Cómo gestionó la relación con ella para que asimilase un papel tan duro?
R. En el casting les expliqué a su madre y a ella que la película iba de una niña que se queda embarazada y las puse en ese supuesto. Una vez aceptaron, rodé todo de la forma más cronológica posible de manera que cuando Carla llegase a La Maternal y conociese a las demás chicas, escuchase de verdad por primera vez todas sus historias. Creo que cuando una niña de 14 años se queda embarazada por dentro le sucede algo muy similar a lo que experimentó Carla: no entiende nada de lo que le está pasando. Fue mi forma de hacerle vivir lo que ellas habían vivido.
P. ¿Y cambió mucho Carla a lo largo del rodaje?
R. Muchísimo. Seis meses en la vida de una persona de 14 son una eternidad. Cambió en todo: los gestos, los movimientos… Ella tiene muchísima imaginación y se nota que vive las cosas como si le estuvieran pasando. Cuando interpretó el ataque de ansiedad lloró de verdad, estaba agobiadísima. Le dije: Carla, no quiero que sufras. Esto es una película.
P. ¿Y a usted la película le ha cambiado en su postura con respecto al aborto?
R. Ya tenía bastante claro que la educación sexual debería ser obligatoria, pero ahora estoy convencida de que hace falta educación sexual y emocional, que no se limita únicamente a explorar métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual. Hay que dar herramientas para pensar.
P. ¿Le preocupa que la ultraderecha pueda interpretar que esta película es un canto provida?
R. No debería interpretarse así porque no lo es. En ese caso, la protagonista sería una adolescente que se queda embarazada y tiene la posibilidad de decidir. Desafortunadamente, cuando Carla se entera de que está embarazada, ya está de cinco meses y solo puede seguir adelante.
P. ¿Cree que la mirada de un hombre podría abordar un tema como este?
R. Totalmente sí. Es una cuestión de sensibilidad y no de género. Hay tantos ejemplos a lo largo de la historia del arte, la literatura o el cine de hombres con sensibilidades maravillosas… Lo que pasa es que este tema quizá a mí me sobrecogió de una manera diferente precisamente por ser mujer. A mí me podría haber pasado con 14 años, nos podría haber pasado a cualquiera. Lo que ocurre es que igual tienes la suerte de que tu familia puede hacerse cargo contigo de ese bebé o puedes abortar. Y obviamente eso un hombre lo vive de manera diferente. Igual ni siquiera se entera.
P. Los hombres aparecen muy en segundo plano en la película. ¿Hay una intención en eso?
R. La historia de Carla está muy inspirada en una chica que conocí, a la que le he dedicado la película. Es la de un niño y una niña, muy amigos, que desde la inocencia y la desinformación tienen un desliz. No quería una historia dura, que las hay, de abusos o sordidez. Quería la historia de dos amigos que no saben lo que están haciendo y al final el peso lo carga ella. Porque a día de hoy ese peso lo seguimos cargando nosotras.