Isa Campo, el secreto mejor guardado del cine español

La guionista, candidata al Goya por ‘Maixabel’, estrena ‘Black is Beltza 2′ y debuta como directora de series en ‘Apagón’, antes del lanzamiento en octubre de ‘Un año, una noche’, coescrita con su pareja, Isaki Lacuesta

Isa Campo, en el pasado festival de San SebastiánFoto: Javier Hernández

A Isa Campo (Oviedo, 47 años) la llaman. En los últimos tiempos, constantemente. Es uno de los grandes secretos del cine español, una guionista a la que fuera de la industria pocos le ponen cara. “Además de que me dedico a un trabajo que empieza ahora por fin a reconocerse, solo he estado nominada una vez a los Goya [con el libreto, coescrito junto a Icíar Bollaín, de Maixabel]”, apunta. “Es normal que la gente no sepa quién soy”.

Y, sin embargo, ella es culpable de que Isaki Lacuesta se llame Isaki, es la coguionista de sus trabajos (y codirectora de La próxima piel, junt...

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A Isa Campo (Oviedo, 47 años) la llaman. En los últimos tiempos, constantemente. Es uno de los grandes secretos del cine español, una guionista a la que fuera de la industria pocos le ponen cara. “Además de que me dedico a un trabajo que empieza ahora por fin a reconocerse, solo he estado nominada una vez a los Goya [con el libreto, coescrito junto a Icíar Bollaín, de Maixabel]”, apunta. “Es normal que la gente no sepa quién soy”.

Y, sin embargo, ella es culpable de que Isaki Lacuesta se llame Isaki, es la coguionista de sus trabajos (y codirectora de La próxima piel, junto al cineasta, que es también su pareja sentimental); ha coescrito diversos documentales; este viernes se estrena Black Is Beltza 2: Ainhoa, de Fermín Muguruza, en la que ha colaborado en el guion; esta semana llega a Movistar + Apagón, la serie de cinco episodios de la que ha escrito dos entregas y dirigido una; y el 21 de octubre se estrena en salas Un año, una noche, de Lacuesta, sobre el atentado en la sala parisiense de Bataclan. Y toda esta cosecha se pudo ver la semana pasada en el festival de San Sebastián, donde por primera vez pudo ver su nombre en solitario como realizadora, gracias a Confrontación, el cuarto episodio de Apagón. ¿Un deseo cumplido? “Por supuesto. En Apagón he trabajado con un equipo que no conocía, hemos hecho equilibrios con la conciliación familiar [Isaki Lacuesta dirige el otro capítulo escrito por Campo] y ha salido bien. Iba con muchas ganas de disfrutarlo y salió bien. También es un proyecto especial, de cuidado en la producción... Era mi primera serie, lo cual añadía riesgo, y me cuentan que estas no son las condiciones habituales, que hay trabajos realizados de manera más precaria”.

La carrera de Campo está ligada a la de Lacuesta, hasta el punto de que el cineasta —tienen además una hija en común— cambió su Iñaki por Isaki en homenaje a ella. Se conocieron jóvenes en Girona, adonde la familia de Campo llegó por la carrera profesional de su progenitor. Pero hasta que recibió el encargo de escribir con Bollaín Maixabel, aunque hubiera ya hecho otros guiones previos para otras directoras, no todos habían reparado en su escritura. “En el cine acabé por casualidad. Yo soy ingeniera, empecé poco a poco. Primero escribiendo, y por ello mis referentes son siempre literarios; luego entré en los libretos, y como reescribía en los ensayos, acabé dirigiendo a los actores. Y la labor con los intérpretes me apasiona”, rememora. Entonces, ¿no ha vivido cierta frustración? “En absoluto. En las pelis de Isaki también estoy en los rodajes. Las siento muy mías. Por ejemplo, en Un año, una noche me hice cargo de las secuencias del centro de menores, lo que además nos permitió desdoblarnos en sendos equipos trabajando al mismo tiempo...”.

Y aunque considera un objetivo en sí mismo haber dirigido la serie (”Empezamos escribiendo los guiones y solo después se cerraron los nombres de los directores; de hecho, rechacé de primeras la oferta”, apunta), Campo ya ha puesto fecha a su futuro como directora de largos: “En enero comienzo a redactar. Tengo clara la idea, y ahí arrancará mi movimiento”.

Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant, en el inicio de 'Un año, una noche'

A Campo le gusta el método de trabajo con Lacuesta, porque han incorporado en sus dinámicas a Fran Araujo. “Depende de cada proyecto, uno arranca, otro sigue o nos repartimos más el trabajo”, explica. “Además, siendo pareja, nos oxigena que haya un tercero, y como cada uno es más fuerte en distintas cosas funciona de manera fluida. Lo mío son los personajes”. A ese equipo se añadió el productor Ramón Campos en su encargo Un año, una noche, adaptación de la novela de Ramón González, superviviente de la matanza en la sala de conciertos. “Y estuvo estupendo en el arranque, nada intrusivo y todo ayuda”, cuenta sobre el responsable de la productora Bambú. ¿No hay diferencias entre encargos y proyectos propios? “Pues para nosotros, no. Más personal que Los pasos dobles, la primera Concha de Oro de Isaki, no puede haber, y nació así, como un encargo. Si los aceptamos es porque sabemos que los podemos llevar a nuestro terreno. De Un año, una noche daba más vértigo que fuera sobre un atentado reciente contado por alguien que lo vivió, pero yo venía de Maixabel, así que entendía el reto y el respeto a las víctimas”.

En 2021, a Campo le quedó claro que, dice entre risas, “se puede trabajar sin Isaki”. Y explicita: “Desde Maixabel me sentí tranquila en este aspecto. Sigo trabajando con Isaki, igual que ahora mismo estoy escribiendo con Icíar su nueva película, y a la vez con Federico Veiroj... Incluso a veces he estado, como es habitual, en proyectos que luego no han cuajado. En realidad, si no he encarado mi guion como directora es porque me llaman para proyectos muy chulos. Y ahora que también somos productores hemos hecho muchos esfuerzos añadidos”. Como guionista, Campo confiesa, solo tiene un miedo: “Equivocarme de proyecto, meterme en uno que no se acomode a mí. Por ahora, aparte del lógico temor inicial de si seremos capaces de escribirla —por ejemplo, nos costó mucho Un año, una noche, por ser una historia de amor marcada por una tragedia y con un tono muy concreto, y en cambio Maixabel fue superrápida—, nunca me ha pasado. No quiero adelantarme al futuro”. Y con el mismo optimismo con que recibe, se despide.

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