Los Voluble, la magia de mezclar el flamenco con la electrónica
El dúo formado por los hermanos Benito y Pedro Jiménez presenta en la Bienal de Sevilla su nuevo trabajo, ‘Jaleo is a crime’, una propuesta radical contra la ortodoxia en la que se reafirman como “remezcladores”
Los hermanos Benito y Pedro Jiménez (45 y 41 años) pasean con guasa por el barrio que les vio nacer, el polígono San Pablo de la ciudad de Sevilla, un entorno hoy integrado en el casco urbano gracias a su cercanía con la estación de tren de Santa Justa, lo mismo que ocurrió con Las Tres Mil Viviendas, cuyas moles de hormigón emergieron hace poco más de 50 años para reubicar a las familias humildes desalojadas entonces de las chozas y corrales de vecinos en las que se hacinaban en Triana. Es, por tanto, un barrio nuevo, mestizo y flamenco, con un callejero nombrado casi al completo con palos de...
Los hermanos Benito y Pedro Jiménez (45 y 41 años) pasean con guasa por el barrio que les vio nacer, el polígono San Pablo de la ciudad de Sevilla, un entorno hoy integrado en el casco urbano gracias a su cercanía con la estación de tren de Santa Justa, lo mismo que ocurrió con Las Tres Mil Viviendas, cuyas moles de hormigón emergieron hace poco más de 50 años para reubicar a las familias humildes desalojadas entonces de las chozas y corrales de vecinos en las que se hacinaban en Triana. Es, por tanto, un barrio nuevo, mestizo y flamenco, con un callejero nombrado casi al completo con palos del cante. “Quedamos en la esquina de la avenida de la Soleá, pero podemos seguir por Tanguillos, parar en la Toná y continuar hacia la plaza de los Tarantos”, bromea Benito en lo que parece un juego de palabras, pero que no es más que el fiel reflejo del entorno vital y creativo en el que se han forjado Los Voluble, nombre artístico de estos dos hermanos que se han propuesto, desde las raíces, dinamitar “la mal entendida pureza” del flamenco y conducirlo hacia propuestas radicales de experimentación con la música electrónica y lo que ellos llaman el political remix vídeo.
“No somos músicos, no somos realizadores audiovisuales, no somos artistas digitales”. En esta triple negación se definen Los Voluble, que realmente dicen considerarse “remezcladores”. “Nos podríamos llamar visualistas. Trabajamos con música, textos escritos específicamente para nuestros espectáculos, con imágenes del telediario, Facebook, Instagram, incluso archivos de la Biblioteca Nacional en los que se puede escuchar a la Niña de los Peines con todo el ruido de las grabaciones de esa época. No ocultamos la remezcla, es más, buscamos precisamente no embellecer nada”, explica Pedro, el menor de Los Voluble. Ambos reconocen una suerte de síndrome de Diógenes audiovisual: “No seríamos nada sin internet”. Empezaron compartiendo archivos, relaciones humanas y artísticas por la red desde la Sevilla obrera y acabaron por entrar en el circuito internacional de la electrónica gracias a las nuevas tecnologías, cuando en 1999 actuaron virtualmente en un festival de nuevas músicas en San Diego (Estados Unidos) desde el salón de su casa.
Con este punto de partida, resulta llamativo que el nuevo trabajo de Los Voluble sea una de las propuestas de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Un estreno absoluto (el 16 de septiembre en el Teatro Alameda) que viene a partir en dos la programación del que siempre se ha definido como el festival flamenco más importante del mundo y que se debate, desde sus inicios, entre el apego a la tradición y la inclusión de nuevos lenguajes, lo que divide por tanto también a los aficionados más puristas y a los nuevos públicos: “Si nos fuéramos ahora a dar un paseo a Las Tres Mil Viviendas, nos daríamos cuenta de que en este momento allí no están escuchando a Tomás Pavón, están escuchando a C. Tangana”. “El público es mucho más impuro que los próceres del flamenco, y ahí es donde nos enganchamos nosotros”, reflexiona Benito.
Su nuevo espectáculo se titula Jaleo is a crime y sigue la senda marcada por el aplaudido Flamenco is not a crime, con el que Los Voluble llenaron su calendario de 2018 de fechas en los mejores festivales internacionales de música electrónica (fue uno de los platos fuertes del Sónar de esa edición) e incluso de flamenco (se estrenó en el de Nîmes el mismo año). En Jaleo dan continuidad a su buceo en archivos, ya no solo de internet, y construyen un nuevo live cinema que sigue utilizando de manera singular los diferentes palos del flamenco procesados por su mirada y su atenta escucha a los ritmos contemporáneos. El trabajo de Los Voluble, pues, deriva hacia lo performático ―”nuestro disco, para entendernos, es el directo”, reconoce Benito―, donde practican sin complejos el apropiacionismo de obras ajenas y disuelven fronteras entre géneros difíciles de remezclar, como los pregones cofrades, el cante jondo o la electrónica ruidosa.
Todo ello, acompañados de una mesa de mezclas de cuatro metros y una pantalla por donde desfila toda su cacharrería audiovisual, con la que pretenden poner fin a mitos como “que el flamenco tiene detrás una historia sólida”. “No hay nada más voluble ni poco claro que el nacimiento del flamenco. Es más, la parte más experimental de este arte está en sus propios orígenes”, reflexiona Pedro Jiménez. Y remata con un impactante símil audiovisual: “Como el flamenco es mentira, al igual que el cine, y Antonio Mairena sería su Orson Welles, el gran manipulador de la historia del flamenco, nosotros también vamos a seguir haciéndolo”.
Esta osadía, plasmada en sesiones eclécticas y, sobre todo, muy bailables, cabe tanto en festivales de música electrónica como en muestras de arte jondo. Sin embargo, los hermanos Jiménez suelen sentirse unos outsiders en cualquier lugar que se les coloque: “Nuestros posicionamientos no sólo chocan en una cita como la Bienal de Flamenco. En la música electrónica también sufrimos el tema de la pureza y a los programadores les cuesta encajar nuestras propuestas. Tenemos un discurso que rompe con su estructura y discurso cerrado. Chocamos con todas las purezas”. Tanto es así que en Jaleo is a crime pretenden levantar alguna que otra ampolla: “Va a ser una afrenta abierta a los templarios del flamenco”, como denominan a la crítica defensora de la tradición.
Habituales compañeros de viaje de otros grandes heterodoxos del arte jondo como El Niño de Elche, Raúl Cantizano y Rocío Márquez, Los Voluble comparten con ellos férreos posicionamientos políticos, medioambientales y discursos económicos abiertamente anticapitalistas. “Sabemos que el público sabe pensar y bailar a la vez”, explican en una pausa de los ensayos, que, aseguran, son cada día distintos. “Todo es directo y nunca es igual. A veces podemos meter imágenes de cosas que han sucedido media hora antes”, aseguran. Lo que sí estará seguro es su particular homenaje a las calles de su barrio ―“popular, proletario”, matizan―, su fuente de inspiración permanente, recuerdan mientras toman un café en el bar Flamenco.