Muere el director teatral Joan Ollé a los 66 años, fundador de Dagoll Dagom
El creador hizo frente en los últimos años a acusaciones de abusos en el Institut del Teatre, que fueron archivadas por falta de pruebas
El director de teatro barcelonés Joan Ollé ha fallecido este martes a los 66 años de un infarto fulminante en su ciudad. Ollé, uno de los directores de escena catalanes más conocidos y valorados artísticamente, fundador de la compañía Dagoll Dagom y autor de numerosos espectáculos, había estado en el centro de la polémica por las acusaciones de abusos de alumnos del Institut del Teatre, donde era profesor, y fue sometido a una invest...
El director de teatro barcelonés Joan Ollé ha fallecido este martes a los 66 años de un infarto fulminante en su ciudad. Ollé, uno de los directores de escena catalanes más conocidos y valorados artísticamente, fundador de la compañía Dagoll Dagom y autor de numerosos espectáculos, había estado en el centro de la polémica por las acusaciones de abusos de alumnos del Institut del Teatre, donde era profesor, y fue sometido a una investigación del centro pedagógico, que en su caso fue archivada por falta de pruebas. La noticia de la repentina muerte de Ollé ha sacudido el mundo artístico catalán, demediado entre los que le apoyaban, entre ellos sus muchísimos amigos, y los que le criticaban. La polémica por el caso del Institut del Teatre ha marcado la trayectoria de Ollé de una manera que de no ser por eso hoy se estaría hablando simplemente de la muerte de uno de los más brillantes, originales y talentosos directores de teatro de su generación.
La noticia de la repentina muerte de Ollé, dada a conocer a la media hora del fallecimiento por su hijo Carles en el multitudinario y movido chat que mantenía en Whatsapp el propio director y en el que hacía poco había bromeado sobre la boda en Las Vegas de un conocido director catalán, ha sacudido el mundo artístico del país, demediado entre los que le apoyaban, entre ellos sus muchísimos amigos, como Joan Manuel Serrat, y los que le criticaban.
Desde que se hicieron públicas las acusaciones en febrero de 2021, a partir de un reportaje del diario Ara, Ollé, que se consideraba víctima de una “caza de brujas”, había estado sometido a una enorme tensión y entregado a la lucha por limpiar su nombre del “linchamiento público” al que consideraba que se le había sometido. El último capítulo de esa lucha fue este mismo mes de agosto al denunciar Ollé que la revista Entreacte de la Asociación de Actores y directores profesionales de Cataluña había retirado su nombre en una entrevista a un actor que lo mencionaba a él como uno de sus referentes teatrales. A un amigo que le dijo que eso era censura le respondió: “Cancelación le llaman ahora, borrar del mapa”.
En noviembre de 2021 se revolvió públicamente contra sus acusadores en un acto junto a su abogado y un nutrido grupo de amigos en el que respondió punto por punto a las acusaciones, consideró que se le había calumniado para convertirle en “la bestia negra del teatro catalán”, “Harvey Weinstein de estar por casa” y “depredador sexual”, y anunció que estaba escribiendo un libro sobre su caso. Ollé había reconocido no ser “un modelo de virtud” y “haber cometido errores como beber en clase más de un whisky”.
Suspendido cautelarmente de su empleo como docente en el Institut del Teatre y acogido a la jubilación, Ollé había retomado su trabajo como profesional del teatro con diferentes proyectos para esta temporada y la puesta en marcha de un espacio teatral propio en Barcelona, Canuda 26, que desarrollaba distintas actividades y aglutinaba a muchos nombres conocidos del mundo escénico.
Vitalista, de carácter fuerte y muchas contradicciones, dotado de gran sentido del humor y de la poesía e indudable talento, Joan Ollé, bien conocido en toda España, había dirigido el festival de teatro de Sitges, y había hecho televisión y radio de la mano de su gran amigo el escritor Joan Barril. Individualista, se movió igualmente en el teatro privado que en el público sin casarse nunca con nadie y trazando una trayectoria absolutamente personal. Fue director en varias ocasiones de los actos institucionales de la Diada Nacional de Catalunya y, sin embargo, fue incómodo en los círculos independentistas más radicales por sus opiniones sin ambages contra ellos. Consideraba que la inquina contra él en esos ámbitos había propiciado la campaña a partir de las denuncias de alumnas del Institut del Teatre.
En 1974 fundó la compañía Dagoll Dagom, con la que estrenó Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, basado en poemas de Rafael Alberti. En el 77 estrenó No hablaré en clase, espectáculo sobre los recuerdos de la infancia en la época franquista. Fue entonces cuando entraron en la dirección artística del grupo Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel.
Entre sus muchas direcciones de escena, que presentó en el Teatre Lliure, en el Teatre Nacional de Catalunya o en el festival Grec, figuran La verdad de las mentiras, una lectura con Mario Vargas Llosa y Aitana Sánchez-Gijón del libro del Nobel peruano, una versión de El malentendido de Camus en el Teatre Lliure, y en 2007 la traslación escénica de Soldados de Salamina, de Javier Cercas.