El festival Starguai, la cara b del Starlite de Marbella
El municipio malagueño de Coín acoge una singular alternativa a la cita más glamurosa de la Costa del Sol con conciertos más cercanos y relajados de artistas como Kevin Johansen o Limón García
A las afueras de Coín (Málaga, 23.375 habitantes) hay un discreto recinto que acoge conciertos durante todo el verano. Su escenario se ubica en un pequeño anfiteatro natural rodeado de árboles y una cuidada iluminación. Hay que llegar en coche, está junto a la Costa del Sol y entre el público hay gente guapa. Sus ingredientes son similares a los del festival Starlite de Marbella, pero, a la vez, no pueden est...
A las afueras de Coín (Málaga, 23.375 habitantes) hay un discreto recinto que acoge conciertos durante todo el verano. Su escenario se ubica en un pequeño anfiteatro natural rodeado de árboles y una cuidada iluminación. Hay que llegar en coche, está junto a la Costa del Sol y entre el público hay gente guapa. Sus ingredientes son similares a los del festival Starlite de Marbella, pero, a la vez, no pueden estar más alejados. Es el festival Starguai, una divertida alternativa al glamuroso evento marbellí. Aquí, eso sí, no hay palcos VIP ni reservas en mesas privadas, photocall, influencers o entradas a cientos de euros. Tampoco hay decenas de camareros ni copas de champán, pero el precio de acceso incluye cena autoservicio y cerveza artesanal en un ambiente sencillo y pequeño aforo. También un río con pozas para darse un baño antes de las actuaciones. Este año han pasado por ahí Kevin Johansen o Limón García, excantante de Bersuit Vergarabat.
Esta singular cita, a poco más de 20 kilómetros de distancia de Marbella, se celebra en los jardines El Sitio, Territorio de Paz, nombre de la casa donde residen la pareja formada por la pediatra colombiana Mónica Rodríguez y el malagueño José Luis Muñoz, más conocido como Pepe Cielo, productor y representante con más de tres décadas de carretera. Delante de un café tinto, Muñoz relata infinitas anécdotas sobre el club de jazz que tuvo en Fuengirola en los 90, las historias con Rockberto durante los ocho años que ejerció de representante de Tabletom o las giras por medio mundo como road manager de Chambao. También cómo pasó tres años residiendo, casi como un ermitaño, en una casa en Monda mientras se dedicó a la construcción. Y cómo poco a poco volvió a organizar eventos culturales. Son los que ahora acoge esta vivienda alquilada, una bonita construcción de paredes blancas junto al río Pereilas, de aguas transparentes y pozas heladas. “Es un lugar mágico”, asegura mientras se levanta para señalar un cartel luminoso y letras en mayúsculas donde se puede leer “Starguai”. “¿A qué es maravilloso?”, dice divertido mientras las perritas Linda y Samba corretean a su alrededor.
Starguai es el nombre del singular auditorio formado por un puñado de sillas de plástico entre troncos de nogales y luces con forma de corazón, pero también el de un festival que llena de música el valle del Guadalhorce cada verano desde hace tres años. El fin de las restricciones ha servido de impulso a la edición actual, aunque sin excesos. El aforo máximo es de 50 personas, que llega hasta cien en casos muy puntuales, como la cita con Kevin Johansen. Cuenta con un mercadillo con artesanías locales —que rivaliza con los puestos llenos de purpurina, brillo y altos precios del Starlite— y una terraza con una enorme cocina con horno de leña donde el público se sirve su propia comida y bebida, lejos del ejército de camareros de la cita marbellí. “Nos apetecía hacer algo divertido y por eso lo bautizamos así”, cuenta Muñoz, que durante julio llevó a su festival a Soledad Fernández, Limón García, Kevin Johansen o Recortao. “Son artistas del mismo nivel que el Starlite, solo que menos conocidos. La calidad no está ligada con la popularidad”, explica quien también ha diseñado el festival Rivernostrum. Otro guiño, esta vez al gigantesco recinto musical Marenostrum de Fuengirola.
“Starguai es un juego de palabras que define bien lo que ocurre aquí. Es una experiencia donde el bienestar es lo importante. Se consigue con la compañía, el entorno natural, la gastronomía y la música. Es la mejor forma de estar bien”, añade Rodríguez, que destaca el aspecto solidario del proyecto, otra similitud con el Starlite Festival. En octubre organizan una gala, durante todo el día y con diversas actuaciones musicales, que sirve para recaudar fondos para los proyectos en los que ambos participan o impulsan. “Al final el Starguai es una excusa para pasarlo bien y que la gente conozca esas historias. Luego, cuando hace falta ayudar en algo, todos se vuelcan”, afirma Muñoz, que lo mismo financia una escuela en Malí que apoya a la ONG Infancia Solidaria o viaja a zonas remotas de Argentina y Colombia con El cajón vuela por el mundo, proyecto que desarrolla junto a la Fundación Voces, en el que se enseña a usar este instrumento, así como a fabricarlo para que grupos indígenas aprendan el oficio de lutier.
Más allá del verano, El Sitio, Territorio de Paz acoge talleres de gastronomía saludable, retiros de yoga, actividades de meditación, charlas y talleres, algunos centrados en la forma de mejorar la salud manteniendo un buen estilo de vida. También hay eventos como los almuerzos Diez y uno más, con invitados singulares o el Encuentro con corazón, una especie de First Dates (el longevo programa televisivo de citas) pero más sencillo para quienes quieren conocer a otras personas, “ya sea para amistad o algo más”, según explica Muñoz. Mientras llega la temporada fría, la agenda del auditorio no para. Este viernes 26 llega el flamenco con Recortao y el sábado la fiesta final del festival Starguai con la banda La Pedrá. Y en septiembre es el turno del jazz como previa a la gala solidaria. Solo falta que Antonio Banderas se pase por allí para cerrar la distancia con el Starlite Festival. A tiempo está.