Vuelve Martin Servaz, el policía francés de finísima intuición y pésima puntería

Con ‘Hermanas’, la quinta entrega de la saga del comisario de Toulouse, el escritor Bernard Minier juega con el lector con el trasfondo de un nuevo crimen

El escritor Bernard Minier, en París a mediados de 2021.bruno levy

No existe necesariamente una fórmula secreta para ello, pero de vez en cuando, sucede: el personaje nacido en la mente de un escritor traspasa los límites de su imaginación para convertirse en propiedad de sus lectores, que lo sienten como alguien real con quien ríen y sufren. Bernard Minier (Béziers, 61 años) lo ha conseguido con Martin Servaz, el comandante de finísima intuición y pésima puntería de la policía judicial de Toulouse responsable de ...

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No existe necesariamente una fórmula secreta para ello, pero de vez en cuando, sucede: el personaje nacido en la mente de un escritor traspasa los límites de su imaginación para convertirse en propiedad de sus lectores, que lo sienten como alguien real con quien ríen y sufren. Bernard Minier (Béziers, 61 años) lo ha conseguido con Martin Servaz, el comandante de finísima intuición y pésima puntería de la policía judicial de Toulouse responsable de su tardío pero fulgurante éxito en la novela negra francesa desde que publicó Bajo el hielo en 2011. La quinta entrega de Servaz y su también atípico equipo de investigadores, Hermanas, llega este jueves a España de la mano de la editorial Salamandra, dispuesta a dar más de una sorpresa a los lectores con sus vueltas de tuerca a una trama que, con Minier, jamás es lineal ni sencilla.

Eso sí, el escenario del crimen se repite una y otra vez: la ciudad de Toulouse y la región que se extiende al sur de la localidad bañada por el río Garona hasta unos Pirineos que Minier, que creció en una pequeña localidad a los pies de la cadena montañosa, conoce como la palma de su mano. “Me gustan esos autores que tienen su propio territorio ficcional, su universo”, explica el escritor con la mente puesta en la ciudad sueca de Ystad, donde habita el inspector Wallander de Henning Mankel, o en Los Ángeles de Michael Connelly y hasta el condado ficticio de Yoknapatawpha de William Faulkner.

En el caso de Minier, un lector ávido que se emociona tanto con Thomas Mann como con Jo Nesbø y que devora literatura de todas las épocas y géneros (“soy un cerdo literario”, se ríe en un estupendo español), ese universo propio tiene su epicentro en Toulouse, donde estudió dos años de la carrera de Medicina antes de dedicarse, durante el cuarto de siglo siguiente, a trabajar como inspector de aduanas. Hasta que el éxito de Servaz, que le sobrevino a los 50 años y le ha convertido en uno de los autores más leídos de Francia, le dio una “segunda oportunidad” que no dudó en aprovechar para dedicarse a su pasión desde niño, la literatura.

Viaje a la Ciudad Rosa

Minier visita con EL PAÍS la Ciudad Rosa, como se conoce a Toulouse por sus edificios de ladrillo visto, una calurosa tarde de principios de junio. No necesita un mapa para mostrar las calles que, libro tras libro —y en Francia ya son siete las entregas, con una octava en mente—, Servaz recorre tras la pista de asesinos mientras escucha a su adorado Gustav Mahler y piensa en sus fantasmas. Especialmente en su doppelgänger del lado oscuro, el asesino en serie suizo Julian Hirtmann, que gusta matar al ritmo de las Kindertotenlieder del Mahler, reverenciado también por Servaz.

Hermanas es una historia en dos tiempos. Y en dos épocas. Con un solo caso: el de las hermanas Alice y Ambre Osterman, fans de un escritor de novela negra, Erik Lang, brutalmente asesinadas en 1993. El entonces novato Servaz forma parte del equipo que investiga el caso, que se da por cerrado demasiado pronto para su gusto; algo no le cuadra. Un cuarto de siglo después, un Servaz más veterano —y más melancólico y alérgico a las nuevas tecnologías— reabre el caso cuando se produce otra muerte relacionada con el mismo escritor.

El centro de Toulouse, con sus característicos colores en las fachadas.Jean-Luc MANAUD (Gamma-Rapho via Getty Images)

Gracias a sus saltos temporales, Hermanas hurga en el pasado de Servaz, desde el suicidio de su padre, que lo llevó a abandonar los estudios de literatura cuando apuntaba prometedoras maneras de escritor, a su fracaso matrimonial. “Tengo la sensación de conocer cada vez un poco más a Servaz y tal vez tengo más cosas que decir de él que cuando publiqué Bajo el hielo”, justifica Minier. “Al principio, el personaje era necesario, necesitaba un policía de Toulouse para investigar unos crímenes en los Pirineos. Pero ahora vive; a veces, cuando hablo con mis lectores, me hablan de Servaz como si fuera una persona que existe en alguna parte del mundo, lo que es maravilloso para un autor. A veces hasta a mí me parece que existe, que está incluso más vivo que algunas personas de verdad que conozco”, explica de un personaje al que quiso alejar de todos los clichés del género. “Un thriller es un ejercicio de extrema empatía, de identificación del lector con uno o varios personajes, y eso pasa claramente por las emociones”.

Al mismo tiempo, la historia de un escritor y unos fans demasiado obsesionados con su obra, le abre una golosa puerta a Minier para juguetear con la relación autor-lector. “Es una novela de muñecas rusas, con una ficción dentro de la ficción”, sonríe con malicia el escritor, que sabe bien lo que es tener un seguidor un poco demasiado admirativo.

La traducción de Hermanas coincide con la promoción en Francia del último libro de Minier, Lucía, que llegará a las librerías españolas en 2023. Para esta nueva saga, el escritor galo atraviesa los Pirineos para situar la trama en España, el país originario de su madre y que él conoce también muy bien, tras años de viajes por todo su territorio. Viene además con nueva protagonista: Lucía Guerrero, teniente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la misma en la que trabajan el sargento Bevilacqua y su compañera Chamorro en la pareja creada por Lorenzo Silva.

“De vez en cuando escribo novelas sin Servaz, porque somos como una vieja pareja y, de tanto en tanto, cada uno necesita hacer cosas por su lado”, justifica Minier el cambio de protagonista. Asegura que solo es temporal: el policía volverá en su próxima novela, en la que ya está trabajando.

Lo que no cambia es el género: la novela negra, que Minier considera una plataforma ideal para retratar un mundo en transición. “Los novelistas cuestionamos la sociedad y creo que la novela negra es hoy en día la más capaz de cuestionarla, la que mejor acepta el desafío de contemporaneidad y de plantear las preguntas en un nuevo mundo, en un nuevo paradigma”. Aunque su Servaz no siempre entienda el siglo XXI.

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