Almudena Grandes y la FIL: dos años de soledad y un minuto de silencio

La escritora madrileña dejó estampas memorables cada vez que pasó por Guadalajara. Ya fuera para recoger el premio Sor Juana o para participar en un conversatorio con su marido, el poeta Luis García Montero

Luis García Montero y Almudena Grandes, en la FIL de Guadalajara en 2017.
Guadalajara (México) -

A Almudena Grandes le gustaban las ferias del libro. La de Madrid porque era su pueblo y la FIL porque le gustaba México, el país que dio cobijo a los republicanos españoles cuando solo eran los parias de la tierra, esa especie desprotegida a los que dedicó sus mejores páginas. Este año la FIL de Guadalajara ha vuelto a abrir las puertas que cerró el 8 de diciembre de 2019 y el primer acto oficial tras dos años de vacío pandémico consistió en guardar un minuto de silencio e...

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A Almudena Grandes le gustaban las ferias del libro. La de Madrid porque era su pueblo y la FIL porque le gustaba México, el país que dio cobijo a los republicanos españoles cuando solo eran los parias de la tierra, esa especie desprotegida a los que dedicó sus mejores páginas. Este año la FIL de Guadalajara ha vuelto a abrir las puertas que cerró el 8 de diciembre de 2019 y el primer acto oficial tras dos años de vacío pandémico consistió en guardar un minuto de silencio en recuerdo de la autora de El corazón helado. Los presentes en el gigantesco Auditorio Juan Rulfo, que no daban crédito, sabían que el frío les iba a durar más de 60 segundos. Años de relación con una escritora no se zanjan con cuatro palabras: “Ha muerto Almudena Grandes”. La exclamación de horror fue unánime cuando el presidente de la feria anunció que eso acababa de pasar a 9.000 kilómetros.

Hace justo 10 años Grandes recibió en ese mismo lugar el premio Sor Juana Inés de la Cruz a la mejor novela publicada en español por una mujer. Se lo otorgaron por ‘Inés y la alegría’, el libro inaugural de sus Episodios de una guerra interminable. Galdosiana de cuando serlo cotizaba a la baja (Galdós era sospechoso de garbancero), le dio reparo ponerle “nacionales” a su propio ciclo. Le gustaban las ferias del libro porque era una lectora con mucho criterio y muy pocos prejuicios. Y porque le gustaba conocer a sus lectores. Y a sus lectoras. Más que por vanidad, por un sentido de comunidad que tenía algo de ético, estético y político, algo sentimental. En las dos direcciones.

En 2017 Madrid fue la ciudad invitada de honor a Guadalajara y Almudena Grandes acudió a Jalisco para participar en un coloquio junto a su marido, el poeta Luis García Montero. Lo que en otro caso hubiera parecido un acto de impudor, en el suyo resultó un ejercicio de naturalidad: la del amor que no tiene miedo de usar esa palabra, la más gastada de la historia de la literatura. “No hay amor sin admiración”, se les oyó decir aquel día. Ella había escrito una novela titulada Te llamaré Viernes; él, un libro de poemas llamado Completamente viernes. Algún día se redactarán tesis universitarias rastreando referencias cruzadas entre ella y él. En el poemario que precedió a ese, Habitaciones separadas, García Montero incluyó una ‘Dedicatoria’ que merece figurar en cualquier antología universal de la poesía amorosa. Sus cuatro versos dicen: “Si alguna vez la vida te maltrata / acuérdate de mí, / que no puede cansarse de esperar / aquel que no se cansa de mirarte”. Almudena Grandes los incluyó como cita en un relato de verano publicado en EL PAÍS SEMANAL cuando el libro de García Montero todavía era inédito. Ese domingo de agosto, aquellos que los conocían por separado empezaron a sospechar que el resto de la vida lo pasarían juntos. Ninguno sospechaba que el porvenir iba a ser tan corto.

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