Las monedas españolas más valiosas de la historia
El numismático Jesús Losada recopila las piezas más valoradas en pujas internacionales y que proceden de expolios, robos o colecciones privadas
Al mediodía del 22 de octubre de 2009, el salón principal del Hotel Arts, en Barcelona, estaba a reventar. Se habían recibido más de 1.200 peticiones para asistir al acto, pero solo 200 personas fueron las elegidas. La casa de subastas Áureo & Calicó estaba a punto de dar comienzo a un evento donde coleccio...
Al mediodía del 22 de octubre de 2009, el salón principal del Hotel Arts, en Barcelona, estaba a reventar. Se habían recibido más de 1.200 peticiones para asistir al acto, pero solo 200 personas fueron las elegidas. La casa de subastas Áureo & Calicó estaba a punto de dar comienzo a un evento donde coleccionistas de todo el mundo podrían pujar por una moneda de oro de 100 escudos, acuñada en Segovia en 1609, durante el reinado de Felipe III. La pieza procedía de la llamada colección Caballero de Yndias, un conjunto de más de 2.000 unidades que pertenecieron a un español afincado en Cuba y que había atesorado durante toda su vida. El precio de salida de la joya numismática, de 71 milímetros y 339 gramos, fue de 800.000 euros, a los que había que sumar un 18% de gastos y comisiones. Solo un asistente, un suizo identificado como “número 74″, aceptó el reto. De esta manera, el coleccionista convirtió esta moneda en la más valiosa de la historia de España: 944.000 euros. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no pudo ejercer el derecho de retracto al tratarse de una “importación temporal”; es decir, el ejemplar había llegado desde el extranjero para su subasta.
“Una moneda vale exactamente lo que alguien esté dispuesto a pagar en ese momento, pero como inversión no es un valor seguro. Es la ley de la oferta y de la demanda en grado superlativo”, escribe Jesús Losada en su libro Las monedas españolas más valiosas, donde recoge las mayores subastas que se han organizado en el mundo hasta 2021 sobre estas deseadas piezas.
Detalla Losada en su libro que la adquirida en la subasta de Barcelona fue acuñada en el Real Ingenio de la Moneda de Segovia, ya que esta era la única ceca dotada de la maquinaria necesaria. Para troquelarla, se pasaban planchas de oro “entre dos cilindros accionados por una gran rueda hidráulica las veces que fueran necesarias, hasta lograr una lámina del grosor adecuado (riel)”. Luego, se introducía el riel entre dos rodillos que llevaban labrados el anverso y el reverso. Solo se conocen en el mundo siete iguales.
La segunda moneda más valiosa de la numismática española vendida en subasta fue acuñada en Pamplona en 1652 durante el reinado de Felipe IV. Se trata de una pieza de ocho escudos que perteneció a la colección Archer Huntington, un filántropo neoyorquino, que la entregó al museo Hispanic Society of America, donde se exponía. Pero la entidad museística entró en una grave crisis financiera y se vio obligada a poner en venta su colección, compuesta por 38.000 unidades. Todo fue subastado por Sotheby’s en marzo de 2012 por 30 millones de dólares. Pero solo por la moneda española de Felipe IV, que fue sacada a subasta por segunda vez en noviembre de ese mismo año, se pagaron 614.250 euros.
De la tercera pieza más valiosa adjudicada en puja (otro ejemplar de 100 escudos de Felipe IV acuñada en 1633) solo se conocen cuatro en el mundo: uno que se guarda en el Museo Arqueológico Nacional, otro que perteneció al príncipe Ligne (que lo vendió en Londres en 1968), un tercero de un coleccionista de Milán identificado como L.B y el que finalmente se subastó en 2019 y que también pertenecía a la colección Caballero de Yndias. Se adjudicó por 590.000 euros.
El 31 de julio de 1715, una gran flota de galeones españoles cargados con riquezas y que había partido de La Habana, se hundió frente a las costas de Sebastian (Florida). Un tremendo huracán acabó con 11 de los 12 barcos. Únicamente se salvó uno llamado Grifón. Así, más de 100.000 monedas acabaron en las profundidades del Atlántico. Pero miles de ellas fueron encontradas por los cazatesoros ―son legalmente del Estado español al formar parte del cargamento de buques de Estado―, que las ofrecen a las casas de pujas para su venta. En 2009, salió a subasta una de ellas, de ocho escudos de oro, acuñada en México en 1695, durante el reinado de Carlos II. Solo se conocen dos ejemplares en el mundo. El comprador pagó 448.000 euros.
Pero entre las monedas más valiosas subastadas no todas son de oro. En el séptimo lugar se encuentra una de plata acuñada en México, ocho reales de tiempos de la reina Juana I. Se adjudicó ― fue sacada a subasta por la casa Daniel Frank Sedwick― por 469.400 euros en noviembre de 2014, convirtiéndose en la moneda de plata española más cara de la historia. En ella se distinguen dos columnas, fue acuñada en 1538 y se mantuvo en curso legal en Estados Unidos hasta 1857, “por lo que estos ocho reales son considerados los verdaderos primeros dólares” americanos, sostiene el experto. Se tiene constancia de la existencia de solo otros dos ejemplares más, todos rescatados de un naufragio.
Losada recuerda, además, que se conservan otras joyas numismáticas que nunca se han subastado, por lo que se ignora su valor de mercado, pero que él considera auténticas obras de arte con una estimación superior al millón de euros. Menciona 50 excelentes del reinado de los Reyes Católicos, “una auténtica joya de 176 gramos de peso y 66 milímetros de diámetro, acuñada en Sevilla entre 1497 y 1504″. Perteneció también hasta 2012 al museo Hispanic Society of América de Nueva York.
Las Cortes de Monzón regalaron, como rey de Aragón que era, a Carlos I “la moneda más grande de todos los tiempos”, 100 ducados troquelados en Zaragoza en 1528. La pieza pesa 349 gramos y mide 83 milímetros de diámetro. El presente áureo al monarca fue por haber promovido la construcción del Canal Imperial de Aragón. La pieza refleja los rostros de Juana I y de su hijo Carlos y lleva grabada la leyenda “Iona et Karolus reges aragorum trunfatores et katolicis”. Durante la Guerra de la Independencia, fue robada por las tropas de Napoleón Bonaparte. Actualmente se exhibe en París, en el Departamento de Monedas de la Biblioteca Nacional de Francia, junto con otra de Enrique IV de Castilla, un gran enrique, donde se lee: “Enricus quartus Dei gracia rex castelle ed legionis”.
De todas formas, Losada parece tener preferencias por una gran dobla de Fernando IV de Castilla. La califica de “impresionante y única pieza de oro de 45 gramos de peso y 67 milímetros de diámetro, sin marca de ceca, ni fecha (aproximadamente entre 1304 y 1308)”. Se encuentra custodiada en el Instituto de Valencia de Don Juan, en Madrid.
Al especialista, no obstante, le llama mucho la atención el hecho de que ninguna de las monedas españolas ―dada su escasez, calidad técnica, antigüedad y conservación― haya superado nunca el millón de dólares en las pujas nacionales e internacionales, máxime cuando la pieza más cara jamás subastada en el mundo es un “double eagle” de 20 dólares de oro acuñado en Estados Unidos en 1933. En junio de este año un coleccionista pagó 15,4 millones de euros por él, a pesar de que existen otros 12 ejemplares más. “Pero esa es otra historia”, concluye.