Fallece el compositor Luis de Pablo

Fue el gran representante de la vanguardia musical española en el siglo XX

Luis de Pablo, en su domicilio de Madrid en 2015.JULIAN ROJAS/EL PAIS

Era el último gran representante de la Generación del 51. La que devolvió la música española a la vanguardia y la modernidad tras la posguerra en Europa. Luis de Pablo (Bilbao, 1930) falleció este domingo en Madrid a los 91 años, informaron fuentes cercanas a la familia. Fue un creador más que prolífico, con seis óperas (la última de las cuales, El abrecartas, está previsto que se estrene en febrero en el Teatro Real de Madrid) y un catálogo que superaba el centenar en varios géneros. F...

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Era el último gran representante de la Generación del 51. La que devolvió la música española a la vanguardia y la modernidad tras la posguerra en Europa. Luis de Pablo (Bilbao, 1930) falleció este domingo en Madrid a los 91 años, informaron fuentes cercanas a la familia. Fue un creador más que prolífico, con seis óperas (la última de las cuales, El abrecartas, está previsto que se estrene en febrero en el Teatro Real de Madrid) y un catálogo que superaba el centenar en varios géneros. Formó parte del grupo que se atrevió a resucitar de los escombros la música en el siglo XX, junto a Cristóbal Halffter, Carmelo Bernaola o Antón García Abril.

Podía inspirarse en los sonidos de la calle o en el cacareo de unas tuberías. De hecho, cuando residía en Ottawa (Canadá) compuso un quinteto gracias al agua que pululaba por el metal hacia la calle. Con el oído atento y en un barrio absolutamente musical, como Lavapiés, donde vivía –era el vecino de arriba de Joaquín Sabina– se llenaba de los sones africanos o las rumbas que cada domingo, más o menos al cierre del rastro, le llegaban por la ventana.

Allí, rodeado de sus 8.000 libros y sus ingentes partituras, Luis de Pablo concluyó El abrecartas, su última ópera, basada en la novela de Vicente Molina Foix. No la llegará a ver. Desde que la programó Gerard Mortier sin que se llegara a poner en escena debido a la muerte de este en 2014 y hasta que ya tarde la retomó el teatro, De Pablo no dejó de avisar de que se le acababa el tiempo. Sin dramatismo, con la lógica que da la biología y mucha retranca, confesaba hace seis años a este periódico: “Pensé empezar a pecho descubierto, después vino Gerard Mortier al Teatro Real y acogió el proyecto. Pero se murió y me quedé con un palmo de narices. Quedó en vía muerta; llegaron otros encargos, pagados, y la aparté. Están al parecer buscando el momento de volverlo a programar, solo he dejado caer tímidamente que tengo 85 años y que no sé lo que puede pasar. Ideas sigo teniendo, pero me puede dar un paparajote y no sé lo que vaya a quedar, soy ya paciente de riesgo y más viejo que la tos”, decía.

Viejo y con un currículo apabullante a sus espaldas desde que comenzara a principios de los años cincuenta, trabó una carrera brillante, aún subyugado por el impacto que las reuniones de la ciudad alemana de Darmstadt provocaron tanto en él como en sus compañeros de generación. Allí confluyeron con la voluntad de romper el aislamiento que marcaba el franquismo en la cultura, junto a los grandes europeos de su tiempo. La música española entró en vanguardia gracias a creadores como De Pablo, que ensamblaron su visión rupturista y radical con nombres como Karlheinz Stockhausen, Luciano Berio, Luigi Nono, Iannis Xenakis, John Cage, Mauricio Kagel, György Ligeti o Pierre Boulez. Todos ellos trataban de recomponer en su terreno lo que la Segunda Guerra Mundial había arrasado.

El compositor Luis de Pablo, en su estudio en el año 2000.Ricardo Gutiérrez

De Pablo entabló relación con muchos de ellos. Y del intercambio constante y esos diálogos que a veces se convertían en reyertas, fue tramando una obra en la que cupieron todos los géneros. En 1959 fundó el grupo Tiempo y Música y más tarde se adhiere a Música abierta, donde también está Boulez. En complicidad con él explora la música electrónica y la va introduciendo en España durante los sesenta. Viaja por todo el mundo con paradas constantes en Europa del este y América Latina. Pero también se convierte en profesor habitual de universidades norteamericanas tanto en Estados Unidos como Canadá.

El cine le reporta un buen medio de vida. Compone bandas sonoras para directores como Carlos Saura, Víctor Erice, de quien hace la música para El espíritu de la Colmena, Francisco Regueiro o Manuel Gutiérrez Aragón, entre otros.

En los últimos meses seguía atento los avances de El abrecartas. Fabian Panisello, que dirigirá la ópera, le contó las últimas novedades con vistas al estreno de la que sería su tercera colaboración con Molina Foix en este género después de El viajero indiscreto y La madre invita a comer, y también su regreso al Teatro Real tras La señorita Cristina, basada en la novela de Mircea Eliade.

La poesía fue continua fuente de inspiración. Visitaba semanalmente a Vicente Aleixandre en Velintonia y se inspiró en Pessoa Byron y la Generación de 27 para varias obras. Fue reconocido y premiado, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y autor de libros como Una aproximación estética a la música contemporánea, entre otros.

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