‘Queridos camaradas’: las contradicciones de la URSS

El octogenario ruso Andréi Konchalovski lleva seis décadas ejerciendo de voz de la conciencia sobre los grandes acontecimientos políticos de su pueblo

Imagen de 'Queridos camaradas', de Andréi Konchalovski. En el vídeo, el tráiler de la película.

El octogenario ruso Andréi Konchalovski, seis décadas ejerciendo de voz de la conciencia sobre algunos de los grandes acontecimientos políticos y sociales de su pueblo a lo largo del siglo XX, en películas tan importantes como La historia de Asia Klachina, que amó pero no quiso casarse, prohibida durante 22 años en su país; El primer maestro, la monumental Siberiada y la reciente Paraíso,...

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El octogenario ruso Andréi Konchalovski, seis décadas ejerciendo de voz de la conciencia sobre algunos de los grandes acontecimientos políticos y sociales de su pueblo a lo largo del siglo XX, en películas tan importantes como La historia de Asia Klachina, que amó pero no quiso casarse, prohibida durante 22 años en su país; El primer maestro, la monumental Siberiada y la reciente Paraíso, sigue en la brecha con la notable Queridos camaradas, premio especial del jurado en el pasado festival de Venecia, que se adentra en uno de los episodios más terribles de la era del deshielo con Nikita Jruschov al mando: la masacre de Novocherkassk, infligida por el ejército soviético y francotiradores de la KGB en los primeros días de junio de 1962 contra una multitud de huelguistas y simpatizantes pacíficos de una fábrica de motores en la pequeña ciudad cercana a Róstov, durante una de sus protestas tras una crisis alimentaria. Entre 70 y 80 personas pudieron ser asesinadas, según el estudio de Aleksandr Solzhenitsin en Archipiélago gulag.

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En un gélido blanco y negro muy poco contrastado, y con un formato compresor de pantalla en 1.33:1, Konchalovski se aplica en mostrar las contradicciones generales del comunismo dentro de las incoherencias personales de la mujer protagonista: directora del comité del partido en la ciudad, además de trabajadora de la fábrica, que busca durante la segunda mitad del relato a su hija, posiblemente muerta, tras haber alentado ella misma a las autoridades a que se “ejecutara” a los activistas para acabar con su vaguería y su alcoholismo. Así, mientras suben los precios de la comida y las raciones de los productos básicos autoimpuestas por el gobierno no llegan para todos en el pueblo, la corrupción de los mandos y los chanchullos de los burócratas permiten a una cierta élite vivir casi como burgueses. Una dicotomía global e individual que mueve una película formalista y a la vez cruda, marcada por la ambigüedad moral y política en ese instante en que los ideales chocan con la práctica emocional, sentimental y personal.

“No se puede criticar. Las paredes oyen”, se dice en una línea de guion, antes de que desde arriba se imponga el secreto tras la masacre: desaparición de cuerpos, imposición del silencio a médicos y enfermeras, control de las correspondencias y del teléfono, acusada limpieza de la plaza donde se produjo el tiroteo por culpa de la sangre de los muertos y heridos adherida al asfalto. “No se atreverán a disparar contra su pueblo” decían las jóvenes generaciones. No conocían los mecanismos de las dictaduras, sean del signo que sean. Y el viejo sabio Konchalovski está aún aquí para mostrar la paradoja de ciertos salvadores del pueblo obrero.

QUERIDOS CAMARADAS

Dirección: Andréi Konchalovski.

Intérpretes: Yuliya Vysotskaya, Vladislav Komarov, Andréi Gusev, Yulia Burova.

Género: drama. Rusia, 2020.

Duración: 122 minutos.

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